

Al igual que otros 784.000 trabajadores, él y su familia recibieron con alegría la novedad de que su medio aguinaldo de fin de año quedará excluido de Ganancias. Finalmente, Cristina cedió ante la presión sindical y el bombardeo mediático que instaló la idea de que, tal como está, es un impuesto confiscatorio, y anunció que serán exceptuados del pago quienes ganan hasta $ 35.000 de salario bruto.
Y Axel Kicillof se vio obligado a callar el argumento de que el gravamen es "una contribución solidaria de los trabajadores que más ganan", con el que dos días antes había rechazado modificaciones. No hace mucho tiempo atrás, en una presentación que hizo en la UOM, el ministro de Economía expuso largamente las mejoras que el "modelo nacional y popular" había logrado para la economía en general y para el auditorio que lo escuchaba, e, intencionalmente, cerró la presentación con datos orientados a demostrarles que la intervención del Estado que hizo posible el crecimiento con inclusión requiere de recursos fiscales, y que para ello es justo e imprescindible que los asalariados de altos ingresos paguen Ganancias. Una de las últimas filminas del power point mostraba que casi el 80% de los trabajadores alcanzados por el impuesto pertenecen a los dos deciles superiores de la pirámide social.
Pero hay veces que las razones de la ideología sucumben ante la dinámica de la política.
El y su familia, que viven con un sueldo neto de $ 26.500 mensuales o $ 344.500 anuales, están contentos porque dispondrán de unos $ 4500 adicionales, ya que la medida les reduce lo que terminarán abonando de Ganancias en el año de $ 60.000 a $ 55.500. Es decir que la porción del ingreso familiar destinado a ese impuesto disminuye del 17,4 al 16,1%.
Otra vez: a él y su familia la AFIP le quitaba por Ganancias el 17,4%. A su vecino, soltero y con un sueldo en mano de $ 16.000, antes le sacaban el 11,8% de su ingreso y tras el anuncio va a pagar el 10,6%. ¡Esas son los números de la confiscación que tanto indignan!
El hecho de que sólo estén alcanzados por Ganancias el 11% de los trabajadores que más ganan, y que los porcentajes que efectivamente se pagan sean razonables, no excluye que el impuesto está plagado de incongruencias e inequidades varias. Es indiscutible que el efecto de la inflación, la ausencia de mecanismos de actualización del mínimo no imponible y de las escalas, pero también las exenciones y desgravaciones vigentes, han provocado distorsiones, injusticias y erosionado la progresividad.
El anuncio del martes es un parche más de los tantos que el gobierno se ha visto forzado a aplicar por no haberse decidido a reformular el impuesto. Por citar sólo los últimos, a fines de 2012 eximió de pagar Ganancias por ese medio aguinaldo a los sueldos de hasta $ 25.000. A mediados de 2013 hizo lo mismo con el primer medio aguinaldo. Y en agosto del año pasado excluyó del impuesto a los sueldos inferiores a los $ 15.000 y elevó en un 20% el mínimo no imponible a los que cobran entre $ 15.001 y 25.000.
Pero el efecto de las imperfecciones de Ganancias sobre la población asalariada no tiene la gravedad ni la dimensión que se la ha dado pública y políticamente. En la asignatura pendiente que tiene el kirchnerismo en materia tributaria, hay correcciones por realizar mucho más importantes que esa. Dentro del propio impuesto a las Ganancias, el aumento de la tasa marginal máxima, que en la Argentina es de un exiguo 35%, y las exenciones aún vigentes para la renta financiera. Ni hablar de la escasísima recaudación sobre patrimonios.
Al margen de esas cuestiones, él y su familia disfrutarán de los $ 4500 extra, pero seguirán pagando por el IVA el mismo 21% que hasta ahora. Sobre un ingreso anual de $ 344.500, y estimando que un 75% lo gastan en consumo, el IVA les representa una erogación anual similar a lo que la AFIP le quita por Ganancias.
Ni él ni su familia se dan cuenta de esa equivalencia. En parte, porque el pago de Ganancias figura en el recibo de sueldo mientras que el IVA está incorporado en el precio de lo que se compra. Pero la falta de conciencia sobre la incidencia de ese impuesto regresivo también es consecuencia de que la dirigencia gremial y política no colabora, y que no es tema de agenda en los medios de comunicación.
Podemos, el nuevo partido político español que germinó en el movimiento de los indignados contempla en su plataforma "una política tributaria justa orientada a la distribución de la riqueza y al servicio de un nuevo modelo de desarrollo". Entre otras propuestas sobre el tema figuran impuestos a las grandes fortunas, eliminación de privilegios al capital financiero, aplicación de un IVA súper reducido para bienes y productos básicos, y una alícuota del 30 al 35% para los biEnes de lujo.
Podemos lidera las encuestas de intención de voto.


