La vetusta legislación laboral y la alta carga impositiva sobre el empleo ocasionaron la explosión del trabajo de color negro, gris y otras alternativas. La presión de sindicatos y gobiernos dirigistas o populistas derivó en una alta protección a los trabajadores con indemnizaciones, ajustes de su cálculo, prohibición de despidos o doble indemnización en épocas de crisis, elevados aportes patronales y a gremios. A ello se sumó la justicia laboral y letrados, muchas veces en connivencia, que vieron una veta muy rentable en demandar a empresas por despidos, incluso aún cuando era el empleado el que buscaba rescindir la relación.
Contratar una persona pasó a ser como tener una bomba de tiempo. En algún momento puede explotar. Por si fuera poco, otra industria floreciente pasó a ser la demanda por accidentes de trabajo. No sólo se inventaban despidos sino también accidentes, también en una asociación ilícita entre algunos abogados y jueces. Imposible que crezca el empleo en blanco en este contexto.

Los ganadores del régimen actual eran esos letrados, jueces, peritos judiciales (cobraban en función al “accidente”) y los pocos que podían contar con un empleo en blanco. Como las empresas evitaban contratar salvo necesidad extrema, aparecieron las provincias como “contratadores de última instancia” y la dotación público es hoy mayor a la privada en muchos distritos. Formosa y La Rioja, íconos del neosocialismo, a la cabeza. Pero en realidad los trabajadores en blanco también perdían: sus salarios eran menores a los normales por la alta carga impositiva y el costo oculto de una eventual indemnización a futuro.
Quienes claramente perdían eran los desempleados que veían reducidas sus chances de conseguir. También los jóvenes que se incorporan todos los años a un mercado laboral obsoleto y con telarañas. Crece la facturación como relación laboral, el empleo en negro directamente, o gris, con parte mínima en blanco y otra en un sobre con efectivo.
Todo está atado además a una economía en general en negro con sectores emblemáticos. ¿Quién que refacciona o se construye una casa no tiene que pagar todo en efectivo a los proveedores? ¿O quién que lleva el auto a arreglar puede pagar con transferencia bancaria?
El proyecto de ley enviado al Congreso apunta a corregir buena parte de la grave situación del mercado laboral. De defender supuestamente al empleo se pasa a defender a los que hoy están en negro, o desempleados. Que tengan más posibilidades de estar en una relación formal. No hay que esperar un boom del empleo en blanco tras su aprobación. Todo será gradual. Impuestos al trabajo deberían bajar más.
Puntapié inicial a un largo camino.






