Autoabastecimiento energético: la realidad destruye la promesa oficial

El vaticinio oficial de que la Argentina podría volver a autobastecerse de energía en los próximos seis o siete años causó sorpresa en el sector, donde reina el escepticismo. Mientras el Gobierno anunció que proyecta bajar 10% por año las compras al exterior, los especialistas ya vislumbran, en cambio, un escenario 2013 donde éstas crecerán 30%. ¿Dónde estamos parados?

Es curiosa la dinámica con que, al momento de formular declaraciones altisonantes, algunos políticos son capaces de evitar confrontar su discurso con su desempeño personal en el pasado inmediato. La verosimilitud de sus palabras, en tiempos en que todo corre demasiado rápido en el soporte mediático, parece ser cada vez más flexible e incontrastable. Los contenidos se yuxtaponen, sin permitir un proceso ordenador de síntesis. Bajo esa perspectiva, causó sorpresa en la industria energética escuchar de boca de Julio De Vido que la Argentina "recuperará el autoabastecimiento hidrocarburífero en seis o siete años".
Desde Beijing, hasta donde viajó hace tres semanas para liderar un road show en busca de inversores para un complejo hidroeléctrico en Santa Cruz -una mega obra que se está relicitando por tercera vez durante los gobiernos kirchneristas-, el ministro de Planificación esquivó responsabilidades en la caída de la producción de petróleo y gas, que provoca crecientes importaciones de energía; endilgó culpas sobre la española Repsol -que hasta mayo controló los destinos de YPF-, y se animó a pronosticar que a partir de la renacionalización de la compañía, la Argentina podrá reducir "en el orden del 10% anual" las compras en el exterior de gas, combustibles líquidos (gasoil, fuel oil y naftas) y electricidad.
El funcionario nacional evitó, incluso, hacer referencia al contexto interno del Gobierno, que lo encuentra a él y a su equipo como víctimas de un retiro forzado -Roberto Baratta, coordinador del equipo de Planificación y otrora hombre de trato cotidiano con la industria, hace rato que tiene prohibido reunirse con empresarios- de los ámbitos de decisión en materia energética.
Desde fines del año pasado, cuando la presidenta Cristina Kirchner esquilmó su poder tras anoticiarse de las ingentes importaciones energéticas -sumaron u$s 9363 millones en 2011, con un rojo en la balanza comercial del sector cercano a los 4000 millones-, De Vido reporta su accionar al viceministro de Economía, Axel Kicillof, ideólogo de la ley de expropiación de las acciones de Repsol en YPF y abanderado del proceso de intervención del Estado sobre el negocio eléctrico e hidrocarburífero encarado en los últimos meses.
"La idea es autoabastecernos, llevar la importación (de energía) a cero. Ojalá podamos bajarla a un ritmo del 10% por año. A lo mejor un año hay un gran descubrimiento (de un yacimiento de hidrocarburos), se generan desarrollos y lo podamos reducir un 20%", comentó días atrás, impertérrito, De Vido desde China.
El propio Kicillof convirtió a la denuncia contra Repsol por la pérdida del autoabastecimiento energético en la piedra angular de buena parte de su presentación en el Congreso para explicar el Presupuesto 2013. Allí, el economista admitió que en 2013 habrá que importar crecientes cantidades de hidrocarburos, debido a que la nacionalización de YPF no alcanza para "solucionar el problema energético en 15 minutos" y advirtió que "las inversiones en perforación de riesgo (en yacimientos de hidrocarburos) no arrojarán resultados a los dos días". Le puso números, a su vez, a la magnitud del déficit energético: "Por cada metro cúbico de gas que le falta al país, hay que importar u$s 900.000 en otros combustibles para sustituirlo". Y defendió, aunque "muchos crean mala palabra", los subsidios a las tarifas de gas y electricidad, "para que los 120 dólares que puede costar el barril de petróleo a nivel internacional no los tenga que pagar quienes cobra la Asignación Universal por Hijo".
Aún así, la recuperación del autoabastecimiento no será una tarea sencilla. Según el escenario que prevé Jorge Lapeña, ex secretario de Energía durante el gobierno de Raúl Alfonsín, las compras de energía en el exterior podrían crecer en 2012 hasta un 30 por ciento. "Las importaciones podrían trepar hasta los u$s 12.000 millones por el incremento de la demanda de gas desde Bolivia y de GNL (gas natural licuado) que llega por barco", advierte.
La importación del fluido desde el país del Altiplano y de GNL -que corre por cuenta de Enarsa- provocó la salida del país, entre enero y julio, de u$s 2668,53 millones, un 88,9% más que en el mismo período el año pasado (u$s 1412,81 millones), según datos de la Secretaría de Energía.

Explicaciones truncas
Con un crecimiento moderado de la economía, signado por el amesetamiento de la actividad industrial, durante los primeros siete meses del año las operaciones de gas importado -el hidrocarburo es el principal insumo de la matriz de energía primaria del país, con un 51% del total- ascendió hasta los 5845,04 millones de metros cúbicos (MMm3), un 49,13% más que en 2011.
De Vido dio cuenta de esa situación, pero practicó un argumento impreciso para justificar el incremento. Adujo que las mayores compras de gas desde Bolivia servían, en realidad, para retraer las adquisiciones de gasoil, un derivado mucho más caro, fuera del país. Hasta ahí, el análisis es correcto: el combustible líquido llega a valer hasta u$s 21 por millón de BTU, un 50% más que el gas boliviano (u$s 10,50) y un 20% por encima que el GNL (u$s 17).
"Dicen que fracasa la política del Gobierno porque crece la importación de gas. Pero crece porque sustituye la importación de gasoil, que es más caro y mucho más contaminante", se defendió el ministro de Planificación. Sin embargo, soslayó ponderar que la disminución de la importación de gasoil para el parque automotor (las estadísticas que miden las compras del combustible para generar energía en usinas no son públicas), que cayó un 16% en el período enero-julio, responde sobre todo a cuestiones coyunturales como la sequía que afectó al campo (que se lleva alrededor de un 20% del consumo de gasoil) y la desaceleración de la industria, con la consecuente merma del segmento de transporte.
"Si en 2013 Brasil vuelve a traccionar el crecimiento regional y la cosecha de soja y maíz alcanza valores previstos, la compra de energía crecerá por encima del 25%", pronostica Lapeña. Desequilibrios estructurales
La cada vez mayor dependencia del mercado externo para cubrir la demanda de gas obedece, en gran medida, a la saturación de la oferta interna -decreciente a partir de 2005, con una baja del 13,6% desde ese año, que es insuficiente para cubrir la ampliación de la demanda en hogares -apuntalada, además, por las bajas tarifas en el área Metropolitana- y en menor medida, de la industria. El gas importado, mucho más oneroso que el de yacimientos locales, representa en invierno cerca de un 30% del consumo total del hidrocarburos. El proveniente desde Bolivia cuesta u$s 10,47 por millón de BTU, en tanto que las cargas de GNL -que se elevaron un 34,7%, entre enero y julio - llegan a u$s 16, muy por encima de los u$s 2,50 que reciben, en promedio, los productores en el mercado interno.
"Por el aumento de las compras de gas, las importaciones de energía se han convertido en un elemento con peso negativo similar al que tenían los intereses de la deuda durante la Convertibilidad", compara Fausto Spotorno, director de la Consultora Ferreres & Asociados. "En 2001, los intereses generaron la salida de u$s 8200 millones", agrega.
El mayor obstáculo que enfrenta el Gobierno para recobrar el autoabastecimiento de petróleo y gas está dado por la madurez de los mayores yacimientos, que ya llevan, en promedio, más de cuatro décadas en explotación. Los números de Puesto Hernández (operado por Petrobras), El Trapial (Chevron) y Chihuido de la Sierra Negra (YPF), tres de los mayores campos petrolíferos de la Argentina, ponen de manifiesto esa problemática: a raíz de su declinación natural, su oferta de crudo cayó un 66,4%, un 47,09% y un 59,3% respectivamente desde 2004 a la fecha. La misma trayectoria dibujan las estadísticas de los principales campos gasíferos, como Loma La Lata (YPF), Ramos (Pluspetrol) y Aguada Pichana (Total), cuya producción descendió desde 2004 un 59,95%, un 58,7% y un 15,4% respectivamente, de acuerdo con el Instituto Argentino del Petróleo.
"La declinación de los yacimientos convencionales de rocas calcáreas puede superar el 10% anual cuando se adentran en su etapa de madurez", advierte Gualter Chebli, geólogo que integró el Departamento de Exploración de YPF y hoy encabeza la consultora Phoenix Oil & Gas.
Si bien Miguel Galuccio, CEO de la petrolera ahora nacionalizada, diseñó un programa para rejuvenecer la explotación de los yacimientos maduros, el especialista señala que "esas iniciativas apuntan a detener la caída de la producción de petróleo y gas". "Será muy difícil recuperar el autoabastecimiento sólo con el aporte de esos campos", agrega.

No convencional
La fórmula para retomar el autoabastecimiento demanda la inclusión de los reservorios no convencionales de hidrocarburos, coinciden en la industria. El propio Galuccio sostuvo que un 50% de los recursos de petróleo y gas con los que cuenta YPF están entrampados, en gran medida, en la formación shale de Vaca Muerta.
"Si no logramos explotar de forma exitosa los yacimientos no convencionales no podremos dejar de ser importadores netos de energía", admitió el presidente de YPF, que planea extraer para 2017 más de 100.000 barriles diarios de shale oil (petróleo de arcillas) y 13 millones de metros cúbicos diarios (MMm3/d) de shale y tight gas. Para eso, deberá invertir u$s 32.600 millones en los próximos cinco años. Aún así, el programa de YPF no garantiza, por sí mismo, la reducción de las importaciones. La petrolera representa un 36% del upstream (exploración y producción) de hidrocarburos. Es líder del sector, pero no dispone de fuerza suficiente para cambiar el perfil productivo del país. Precisará del acompañamiento del resto de los grandes jugadores como Pan American Energy, Petrobras, Total Austral, Sinopec, Pluspetrol y Tecpetrol.
"Seguramente el desarrollo de los recursos de shale gas necesita de mejores precios de venta para repagar la inversión", admitió Galuccio recientemente. En consonancia, Oscar Vicente, CEO de la Petrolera Entre Lomas y una de las voces más autorizadas de la industria, indica que "la posibilidad de recuperar el autoabastecimiento dependerá de cómo se comporte la exploración tanto de áreas convencionales como de plays de shale gas y shale oil". "Hay que actualizar los precios del gas en boca de pozo para poder perforar en campos improductivos", completa.
Según el plan quinquenal de YPF, la compañía apunta a elevar, de cara a 2017, un 29% la producción de crudo y un 23% la oferta de gas. Son guarismos moderados que no habilitan a pensar en reconquistar el autoabastecimiento en un horizonte de seis o siete años como propuso De Vido. "Una explotación a gran escala de los reservorios no convencionales de Vaca Muerta llevará tiempo, más de 10 años seguro", concluye Chebli. z we
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