Brasil confirmó ayer al gobierno ruso que comprará equipos sofisticados de defensa antiaérea fabricados en Rusia, a cambio de transferencia de tecnología, y eliminará restricciones fitosanitarias contra las importaciones de trigo de ese país.

Recibió, a su vez, de la misión rusa liderada por el primer ministro Dmitri Medvedev, en visita al país, la promesa de que el gobierno hará esfuerzos para retirar, en breve, las restricciones a la compra de soja y carnes de origen brasileña.

Cada vez más cercanos en términos políticos, como en el caso del rechazo a una solución militar para la crisis en Siria y la defensa de una mayor participación de los países emergentes en organismos como el Fondo Monetario Internacional, los dos gobiernos quieren promover inversiones conjuntas y aumentar el valor agregado del comercio bilateral, que hoy se concentra en productos básicos y commodities. Por su aproximación con Siria, la presidenta Dilma Rousseff recibió a Medvedev en el Palacio do Planalto (sede gubernamental) para analizar temas políticos.

Tras el encuentro con Dilma, Medvedev encabezó junto al vicepresidente de Brasil, Michel Temer, la reunión de la Comision de Alto Nivel Brasil-Rusia. La cooperación en energía, inclusive nuclear, fue uno de los tema con repercusión económica destacados en el marco de las discusiones de la comisión. Brasil invitó a Rusia a participar, como proveedor de equipamientos o en asesoramiento técnico, del futuro reactor nuclear multipropósito, cuyo proyecto están desarrollando en conjunto científicos brasileños y argentinos, para la fabricación en 2018.

Es en el campo de la defensa que se concentran las mayores expectativas de Brasil. El equipamiento de defensa antiaérea que comprará, un negocio valuado en alrededor de u$s 1.000 millones por los propios rusos, involucra tres baterías de alta tecnología y mediano alcance del sistema denominado Pantsir S-1 y dos baterías del sistema de corto alcance de los misiles Igla, lanzados por soldados.

Brasil quiere que empresas locales participen en la provisión de componentes -como blindados lanzadores- y se beneficien con la transferencia tecnológica, especialmente de sistemas de inteligencia de detección y disparos contra objetivos aéreos.

Los detalles comenzarán a definirse a partir de ahora, dijo, según una nota del ministerio de Defensa, el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas (EMFA), el general José Carlos de Nardi, que inició las negociaciones con los rusos en enero, un mes después de que se presentará el sistema de defenas antiaérea a la presidenta brasileña, en una visita a Moscú.

Las negociaciones se extenderán por tres o cuatro meses y la entrega de los equipamientos tendría lugar 18 meses después de firmarse el contrato, cuyo valor aún no fue definido, según De Nardi. Todo dependerá de los componentes de los sistemas que se adquirirán: es posible, por ejemplo, que los camiones provengan de empresas de Brasil, lo que reducirá el precio. Ayer, a la tarde, De Nardi conversó sobre el tema con el ministro de Economía, Guido Mantega.Soja brasilera a MoscúLos rusos garantizaron que la liberación de importaciones de soja brasileña dependen de temas burocráticos que deben resolverse en poco tiempo. Con respecto a la mayor apertura de las importaciones de carne, dependerá de misiones técnicas que llegarán a Brasil en los próximos días.

Ambas restricciones se explican, de acuerdo a argumentos expuestos por los rusos, por los nuevos criterios adoptados con la formación de una Unión Aduanera entre Rusia, Kasaquistán y Bielorusia, que modificaron la clasificación de productos de soja y aumentaron las exigencias sanitarias para las carnes.

Sin embargo, autoridades rusas admiten, en charlas reservadas, que el esfuerzo por promover la producción local de carne porcina estimula las barreras burocráticas.

En algunas regiones la mitad de la producción de porcinos se destinaba al mercado ruso, que cortó importaciones de repente, se quejó ayer el diputado Osmar Terra.

Las barreras a la carne brasileña recibieron críticas, en una reunión de la que participaron representantes de ambos gobiernos, del ministro de Agricultura de Brasil, Mendes Ribeiro. Pero el secretario de Defensa Agropecuaria del ministerio, Enio Marques, atribuyó a problemas en los frigoríficos las dificultades para entrar en el mercado ruso, principal destino de las ventas brasileñas de carne.

Pero agregó que hubo un ambiente constructivo en las reuniones y el compromiso de resolver los temas pendientes entre las autoridades sanitarias.

Recordó que, en la última misión de fiscalización, de los 20 frigoríficos visitados, solamente uno se encuadraba en las normas sanitarias de los rusos. Hoy, Rusia no permite las ventas de carnes de Paraná, Mato Grosso y Rio Grande do Sul.