El actual gobierno no está interesado en estatizar Edenor por una razón muy simple: no genera caja; no gana dinero. Incluso más: en los últimos tres años, Edenor fue aumentando año a año sus pérdidas.

Ahora bien, pensemos por un momento que el gobierno estuviera interesado en quedarse con la empresa. ¿Cuál sería su estrategia?

Dado que las tarifas actuales llevarían a la empresa a la quiebra, el gobierno podría mantenerlas para ahogarla. El ahogo de Edenor desataría cortes de luz generalizados y el gobierno podría hacerse cargo de la empresa argumentando incumplimiento en la provisión del servicio. Luego de estatizarla, subirían las tarifas y volverían a hacer viable el negocio.

Sin embargo, este argumento parece rebuscado y minimiza muchas complicaciones. Permítanme que me concentre en la más obvia: el estado ha probado no tener buena capacidad de gestión.

Hacerse cargo del negocio de Edenor, sería exponerse a que la nueva empresa estatal corra el riesgo de tener cortes de luz. Todos sabemos que pocas cosas generan más disgusto en los votantes que esto. Incluso nos podría remontar a las épocas de Alfonsín.

Pero llegado el caso, ¿cuánto tendrían que subir las tarifas luego de hacerse cargo de la empresa para que eso sea una generación de caja excedente? Subir las tarifas es también algo muy poco amigable desde el punto de vista político.

En consecuencia, la mejor síntesis: mucho por perder y poco por ganar. Sería una torpeza estatizar Edenor. De hecho, lo razonable sería que le permitan subir las tarifas para que el negocio subsista ya que, difícilmente, quieran hacerse cargo de la responsabilidad de ser los distribuidores de luz eléctrica.

Además de YPF, que tenía mucho sentido desde la óptica de generaciòn de caja, ¿qué otras empresas se han nombrado como posibles objetivos para estatizar o expropiar?

1- La rural y el campo de polo de Palermo. ¿El motivo? Más allá de cualquier ideal político que se pueda esconder, la realidad es que esos terrenos tienen un valor de cientos de millones de dólares.

2- Un último candidato podría ser un impuesto extraordinario a las ganancias de los bancos. El argumento se podría fabricar fácilmente y desde el punto de vista político, a muy pocos le molestaría que los banqueros ganen menos.

Por último quedan Clarín y los trenes. Clarín es una pelea abierta con implicancias económicas difíciles de explicar en pocas líneas. ¿Y con respecto a los trenes? No queda claro por qué querrían hacerse cargo de ellos, cuando buscaron no hacerse cargo de los subtes que, a todas luces, son más rentables.

Para finalizar, no estaría mal interpretar la suba del 25% en las acciones de Edenor en lo que va del año como el reconocimiento de que está cerca el momento de una suba de tarifas. De otro modo la empresa no podrá continuar operando.