El mundo económico en la Argentina estará virtualmente paralizado durante los próximos 10 días. Es inminente la definición de la fórmula presidencial del kirchnerismo, lo que condiciona cualquier decisión de inversión de los empresarios, reclamos de los sindicalistas, e inclusive el tenor de los consejos que brindan los consultores económicos de la city porteña, ampliamente demandados (y sancionados) por estos días.
El 25 de este mes es la fecha bisagra. Vence el plazo para presentar listas y la única incógnita, no menor, es la decisión de Cristina. Aunque los indicios apuntan a que buscará un nuevo mandato, la incertidumbre (mínima) siempre es un enemigo del mercado y las decisiones empresarias de mediano y largo plazo. En particular si se trata del candidato del Frente que lidera las encuestas a cinco meses de las elecciones.
¿Qué ocurriría si Cristina finalmente decide no presentarse? ¿Tendremos en octubre un revival del voto cuota? ¿Es el mismo el modelo que tiene en mente, por caso, Daniel Scioli? Estos interrogantes se multiplican por estos días y cobran relevancia si se tiene en cuenta el carácter unipersonal y marcado liderazgo de la propuesta del oficialismo, que arraiga casi exclusivamente en la figura de la mandataria.

Dólar

Más aún, ¿cómo reaccionaría el dólar si eventualmente la Presidenta decide no presentarse? La hipótesis con la que se manejan hoy los mercados parece descontar la candidatura para un nuevo período. Es el escenario según las encuestas más probable. Pero no el único. Ayer el dólar en el Rofex el principal mercado de futuros del país cerró a
$ 4,228 para los contratos a octubre y a $ 4,311 a diciembre. Implica una suba del 3% en cuatro meses y del 5% en seis meses, en línea con la tenue depreciación cambiaria con la que el BCRA ha intentado hasta ahora contrarrestar con escaso éxito los efectos nocivos de la creciente inflación sobre la competitividad cambiaria del país.
Lo cierto es que hoy arrancan 10 días en los cuales el mundo económico se moverá al compás de las expectativas, los rumores y los trascendidos. Algo de la creciente incertidumbre parece haber impactado sobre diversos indicadores económicos, que muestra una tibia ralentización en el margen. Un reciente informe del estudio Orlando Ferreres & Asociados indica que el crecimiento económico se mantiene a buen ritmo, aunque estaría desacelerándose. Según el Indice General de Actividad (IGA) que elaboran esta entidad, entre enero y abril la economía creció 7,2% respecto del mismo periodo de 2010. Pero en abril la suba interanual fue menor: de 6,2%.
En el mismo sentido, la Fundación Mediterránea concluyó hace algunos días que el nivel de actividad económica habría comenzado a desacelerar su ritmo de crecimiento durante el primer cuatrimestre de 2011. Y el Banco Ciudad señaló hace unos días en su informe económico que los datos macro siguen dando cuentas de una economía que crece, pero a un ritmo más moderado. Esto se da a medida que se van dejando atrás los meses en los cuales se comparaba con el período más ácido de la crisis internacional y empiezan a medirse variaciones respecto de momentos en los que el nivel de actividad se encontraba en franco ascenso. La entidad que dirige Federico Sturzenegger señaló a través del equipo de economistas que lidera que Luciano Laspina que tanto los indicadores privados como los oficiales dan cuenta de ello (la desaceleración).

Factor determinante

Ayer mismo el IAE de la Universidad Austral puntualizó en su informe mensual que el factor más determinante para la evolución económica a partir de ahora será el resultado de las elecciones en la ciudad de Buenos Aires (10 de julio), Santa Fe (24 de julio) y Córdoba (7 de agosto), más las respectivas encuestas. Y añadió que si ellas indican la probabilidad de una derrota del oficialismo en aumento en las últimas semanas mejorarán los mercados financieros para el país y la economía crecerá más. Finalmente, a través del análisis del economista Juan Llach, advirtió que de lo contrario se acentuará la dolarización de los portafolios en curso, lo que no implica un final dramático, pero sí un menor gasto doméstico sobre todo de inversión y luego también menor crecimiento.
El tiempo pasa y las definiciones se acercan. Empresarios y analistas lo palpitan y orejean las cartas en busca de señales. La economía electoral está en marcha.