Como enormes candelabros que miran al cielo, las araucarias y los pehuenes son la natural decoración de las pistas del norte de Neuquén, mientras que el inmenso espejo del Nahuel Huapi enmarca los trazos de Cerro Bayo, en el límite con Río Negro. De norte a sur, las estribaciones neuquinas hacen que el País de las Manzanas se convierta, al menos durante el invierno, en el blanco país de los centros de esquí.


Claro que para todo el mundo, Chapelco es la estrella provincial y el imán para los esquiadores. Pero si la intención es buscar sitios más reparados, o simplemente aventurarse a nuevos destinos, ésta es la región indicada.


Cerro Bayo es el parque cercano a Villa La Angostura, lo que significa que a sus pistas hay que agregar indefectiblemente una cuota de refinamiento en los rubros gastronomía y alojamiento. A pocos minutos del centro, excelentes hoteles lindantes al lago ayudan al relax, y chivos, corderos, ciervos, jabalíes y truchas pueblan los platos, lo mismo que piñones y frutas finas.


Mucho más pequeño y con mayor intimidad, Primeros Pinos es desde hace años el sitio elegido por muchos de los habitantes del Alto Valle y la ciudad de Neuquén, principalmente por su cercanía con esta última. Apenas un par de horas de auto por la ruta 22 alcanzan para encontrarse con el comienzo de ese paisaje maravilloso de pehuenes, lugar además ideal para iniciar un camino en los deportes de nieve. A partir de aquí, siempre el recorrido irá hacia el norte, a las zonas menos conocidas de Neuquén, donde el paisaje se vuelve más duro, y por ende más llamativo.


En la misma dirección, muy cerca de Aluminé, Batea Mahuida es tal vez el parque menos tradicional, dado su diseño y el pequeño tamaño de su pista; pero mucho más aún por la particular historia de sus dueños y administradores, que conforman la comunidad Puel, del pueblo mapuche. En su antiguo sitio de veranda, y con la colaboración de un experto polar y de montaña retirado del ejército, los miembros de la comunidad fueron desarrollando este emprendimiento en el que hoy es posible practicar esquí alpino o realizar caminatas con raquetas y salidas en moto de nieve por toda la extensión del cerro. Por supuesto, el valor agregado que implica compartir, aunque sea en forma indirecta, algo del acervo cultural de un pueblo fundamental en la historia (y el presente) de la Patagonia constituye un aliciente más para perderse entre las bajas cumbres de la pehuenia.

Entre volcanes y aguas termales
Tierra surcada por vientos y fuentes termales, que por momentos configuran escenarios casi lunares, el norte neuquino no deja de fascinar a quienes lo conocen. Genera las mismas sensaciones que la cercana Malargüe al sur de Mendoza: sorpresa y éxtasis. Así es el paisaje de Cerro Wayle y Caviahue, los dos destinos más alejados de la ciudad de Neuquén. El primero de ellos está frente a los 3000 metros de altura del volcán Tromen, protegido por una reserva provincial, y debe su nombre al vocablo mapuche Huaille, sitio con hueco, que es la mejor descripción de un cerro cortado por un cráter central. Aunque el centro en sí este año permanecerá cerrado, las recorridas y excursiones por la zona son inolvidables.


Por último, Caviahue es tal vez una de las alternativas más completas, ya que a su infraestructura de servicios logra sumarle atractivos únicos. De hecho, basta con mencionar que allí es perfectamente posible subir en un vehículo de oruga hasta el cráter del volcán Copahue, descender esquiando desde los 2970 metros por las laderas tapizadas de araucarias y culminar el día tomando alguno de sus ocho tipos diferentes de baños termales. z we