Un Brasil frío, el temor post-devaluación del real

Con un tipo de cambio que fluctúa entre 1,80 y 1,85 reales por dólar, los economistas consultados por We aseguran que los empresarios argentinos deben seguir de cerca el desempeño del país vecino. Mientras su crecimiento fue del 7,5% en 2010, este año se estima será de entre un 3,5 y 4%. La invasión de productos brasileños en la Argentina, uno de los principales riesgos.

El Banco Central tuvo que intervenir. Y esta vez fue el de Brasil. Con un dólar que la semana pasada rozó los dos reales, las luces amarillas se encendieron entre los empresarios argentinos. Para los sectores clave que exportan hacia el otro lado de la frontera, -como el automotriz, línea blanca, textil, química y petroquímica- una devaluación del 18% del real en un mes no es un dato menor.
Así como reaccionó la semana pasada, las reservas por más de u$s 350.000 millones del Banco Central le dan aire a Brasil para volver a actuar en cualquier momento.
En este contexto, el mayor temor entre los empresarios locales es la pérdida de competitividad, tanto por una caída de la demanda brasileña como por el ingreso al territorio argentino de productos verdeamarelos.
Si bien ahora el tipo de cambio logró estabilizarse entre 1,80 y 1,85 por dólar, los empresarios siguen en alerta. "Estoy atento. Producto de lo que pasó en la última semana, ahora también estamos mirando hacia adentro de la región", dijo esta semana José Ignacio De Mendiguren, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA).
Es que más allá de los vaivenes del real, los economistas consultados por We coinciden en que la mayor preocupación hoy no debe enfocarse tanto en el tipo de cambio, sino en el nivel de actividad que tiene (y tendrá) el gigante del Mercosur. Si continúa creciendo o, por el contrario, su economía se enfría.
"La mirada de los sectores empresariales con salida exportadora tiene que estar puesta en la tasa de crecimiento de Brasil para el año que viene, y no tanto en el tipo de cambio. La depreciación es muy baja con respecto a la apreciación que venía sufriendo el real", indica Dante Sica, ex secretario de Industria y director de abeceb.com.
Entre diciembre de 2008 y agosto de 2011, el economista estima que el real se apreció "casi un 37%". En la misma línea, Sica opina que "muchos empresarios están levantando la polvareda de la preocupación como una forma de presionar al Gobierno para que aumente su tasa de devaluación". Ramiro Castiñeira, economista jefe de Econométrica, adhiere: "El negocio se debilita en igual magnitud que la devaluación del real, pero sigue existiendo. Quizás no tiene el mismo brillo que tenía antes".
Gustavo Segré, CEO de la consultora Center Group con sede en Argentina y Brasil, prevé que el dólar a fin de año cerrará entre "1,70 y 1,75 como máximo. Esto daría el mismo valor que el cierre del año pasado, de 1,72 reales".

Maldita crisis
Hoy, la volatilidad de los mercados financieros obliga a los países de la región a enfocarse más en lo que está pasando en su propio territorio. Las declaraciones del ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega, muestran un Brasil que mira con mucha más atención el impacto que la crisis podría tener en su propio país: "Claro que si hay una gran devaluación del real, eso puede preocupar. Pero para que eso se produzca, sería preciso un gran empeoramiento de la crisis".
"La depreciación de la moneda brasileña refleja la percepción de que, en un escenario de crisis, Brasil crece menos. En suma, ya no se trata sólo del real, sino de un contexto mundial que se ha vuelto desfavorable", asevera Eduardo Levy Yeyati, economista y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT).
Para Ricardo Delgado, director de Analytica, el Gobierno brasileño "se plantó en términos de 4% de crecimiento para este año, y ahora seguramente crecerá un 3,5%". En 2010, el PBI de Brasil creció un 7,5%. "Por cada punto que Brasil deja de crecer, a la Argentina le significan u$s 800 millones menos de exportaciones. Cuatro puntos abajo serían u$s 3200 millones menos. No es poco en un mundo que cada vez demanda menos", advierte.
Por su parte, Delgado insiste que hay que seguir de cerca el crecimiento del país vecino, porque condicionará la performance económica argentina.
A mí lo que más me preocua es un Brasil más frío porque decide enfriar su economía antes de la tormenta financiera. Esto implica un Brasil que compra mucho menos pero que además se pone más agresivo en el mercado local", admite el director de Analytica.

Las decisiones de Dilma
Sin embargo, el economista jefe de la UIA, Diego Coatz, sugiere tener una mirada más positiva sobre lo que está ocurriendo en Brasil. "Que el Gobierno esté preocupado y ocupado por su actividad general, y ver cómo discuten políticas macro y cambiarias, son todas buenas señales. Está evitando llegar a una crisis", especifica.
Cuando asumió Dilma Rousseff, dejó ver que le prestaría especial atención a la suba de precios. Es compatible sujetar la inflación y tener un crecimiento sustentable para el país, dijo la mandataria en marzo de 2011.
Las acciones posteriores fueron consecuentes. Subió la tasa de interés cinco veces en el año, se provocó un fenomenal ingreso de capitales especulativos y se revalorizó el real.
¿Cuál es, entonces, el impacto directo de la devaluación sobre el suelo argentino? "Si Brasil se desacelera, cae su actividad industrial y mañana no puede producir, va a tener que salir a colocar en otros países los productos que no puede colocar en el mercado interno", explica Coatz.
Asimismo, Eduardo Fracchia, director del área económica del IAE, manifiesta que las ventas argentinas a Brasil "son mucho más sensibles a una baja en el crecimiento de éste que a la depreciación" de su moneda.
Las preocupaciones también se ven diezmadas al tener en cuenta que una parte importante de los sectores económicos sensibles, como textiles y línea blanca, se encuentran protegidos por barreras paraarancelarias, tales como las licencias no automáticas", completa Matías Marzani, también del IAE.

Lejos del 99
Brasil fue y es central para la economía argentina. El 20 % de las exportaciones totales se dirigen a Brasil. El 80% de las exportaciones automotrices argentinas, que exportan la mitad de su producción, también se dirigen a ese país y por eso es clave, especifica Delgado.
De ahí que no es casual que la Argentina recuerde el 13 de enero de 1999, cuando el entones presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, devaluó el real un 32%. La decisión golpeó de lleno a la convertibilidad de Carlos Menem.
Para Yeyati, una de las consecuencias más impactantes de la devaluación brasileña de hace más de una década fue la precipitación de la convertibilidad. "Inició una recesión en la Argentina que luego acumularía una caída del producto de 20%", dice. "En un contexto en el que ya era difícil de sostener la convertibilidad, si devalúa tu principal socio comercial se hace imposible. Sostenerla dos años más hizo dinamitar la economía argentina", recuerda Castiñeira.
Al mismo tiempo, Yeyati aporta: "La comparación es atinada porque, entonces, la Argentina no pudo reaccionar depreciando su moneda, y la percepción de sobrevaluación del peso derivó en un colapso de la inversión y una fuga al dólar".
Según el economista de la UTDT, la situación actual es totalmente distinta, pues considera que el país "puede dejar que el dólar ajuste al shock global sin consecuencias financieras o fiscales.
De hecho, la reciente dolarización de la cartera en la Argentina responde, en parte, a la defensa del tipo de cambio que hace el Banco Central en un nivel que el público considera artificialmente bajo. Sica compara el hoy con el ayer: "La paridad cambiaria peso argentino-real de 2,60 sigue siendo favorable para la Argentina, cuando en la devaluación del '99 llegó a ser de 0,89".
La breve -pero profunda- depreciación del real a fines de 2008, también generó problemas en el comercio entre los dos países. Muchos bancos americanos y europeos se declararon en quiebra, y Brasil tuvo una desvalorización de su moneda de un 52%: de 1,54 reales por dólar en agosto pasó a 2,35 reales al 31 de diciembre. En el mismo período, el peso tuvo una desvalorización efectiva del 13,44%, cuando pasó de $ 3,05 a $ 3,46 por dólar.
La mesura con la que el país reaccionó en plena tormenta financiera hace casi tres años es, para Coatz, un indicio de cómo también hay que actuar después de la devaluación de la emana pasada. "En plena crisis de Lehman Brothers, Brasil depreció fuerte su moneda. La Argentina no lo hizo, y esperó a ver qué sucedía con la demanda, con la crisis y con Brasil", enumera el economista jefe de la UIA. "No sabemos cuál es la política final que adoptará Brasil con el tipo de cambio, tasas de interés e inflación. En función de los escenarios uno tiene que reaccionar ahí con políticas específicas. Hay que tener cautela", concluye Coatz. z we
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