Farándula y poder: una relación sinuosa y de mutua conveniencia

Los actores salieron a la arena política. Al elenco estable de celebridades afines al oficialismo, se sumaron voces críticas de figuras que antes callaban. Sin embargo, la conveniente relación entre famosos y el poder se replica en otros países y es clave en el manejo de la opinión pública. Analistas explican como los artistas en la Argentina interpretan a una sociedad fragmentada.

Con la llegada del nuevo año se corrió el telón y los actores salieron a escena. Aunque, esta vez, no en las tablas ni en los estudios de filmación, sino en la arena política. Así, por estos días los principales artistas argentinos revelan qué papel eligen interpretar en su relación con el poder para representar, entre el drama histórico y la comedia de enredo, a una sociedad cada vez más fragmentada.
Si bien la sinuosa relación entre la farándula y el poder es más una obra clásica que un estreno en la política local, por estos días hubo cambios estelares en las marquesinas. Al elenco estable de celebridades afines al kirchnerismo se sumaron importantes figuras que antes callaban y hoy se muestran críticos con el gobierno nacional.
Bastó con que el más prestigioso y popular actor nacional, Ricardo Darín, exhibiera públicamente sus diferencias de criterio con el Gobierno y preguntara por el crecimiento del patrimonio presidencial para que la propia Cristina Kirchner le contestara vía Facebook en una misiva tan extensa como certera y para que se desatara una guerra de declaraciones de artistas a favor y en contra del oficialismo.
Esta semana, las páginas de política de los diarios fueron invadidas por las figuras de espectáculo. Primero Federico Luppi clamó que, con todo respeto, "más que ingenuo, Darín es un pelotudo" y lo acusó de tener un "desconocimiento político de lo que está pasando en el país". Acto seguido, su colega Fabián Gianola apuntó al kirchnerismo por "demonizar" a quienes piensan distinto. "El discurso del Gobierno ha dividido la familia. Pero creo que la intolerancia viene de arriba hacia abajo", sostuvo el actor, que supo conducir el hoy ultra-oficialista show televisivo TVR, del productor K Diego Gvirtz.
Por su parte, el director Juan José Campanella, escribió en Twitter: "El mensaje con que manejaron el tema Darín (con quien me solidarizo) fue claro: si criticás te masacraremos para que nadie más se anime".
Entre tanto fuego cruzado, quizás la salida más elegante haya sido la de Antonio Gasalla. "No necesito preguntarle a la Presidenta de dónde sacó su riqueza. Me lo puedo imaginar", acotó, sugestivo, el capocómico.Rol protagónicoPara el analista político Enrique Zuleta Puceiro, el papel de los artistas en los movimientos de masas siempre fue central. Sucedió desde la Rusia soviética hasta el peronismo tradicional, porque la gente proyecta muchísimas cosas en la celebridades. Y el kirchnerismo se basa en esa lógica.
La relación entre el oficialismo y las estrellas del espectáculo se consolidó durante el segundo mandato de Cristina Kirchner, en sintonía con lo que se dio a llamar la profundización del modelo. El primer esbozo K en esto de aprovechar a la farándula para atraer votos hay que buscarlo en las elecciones legislativas de 2009, en las que figuras como Andrea del Boca o Nacha Guevara fueron seducidas por las mieles de la política y se sumaron a las filas del oficialismo. Esta última, por caso, tuvo una polémica participación como candidata testimonial y hasta logró una banca en la Cámara de Diputados, a la que renunció antes de asumir.
Con la muerte de Néstor Kirchner al año siguiente, un séquito de cálidas celebridades rodeó la solitaria figura presidencial. De pronto, caras como las de Florencia Peña, Soledad Silveyra, Gastón Pauls, Nancy Dupláa o Pablo Echarri pasaron de las tiras televisivas a los canales de noticias al mostrarse en actos políticos en Casa Rosada, aplaudiendo de cerca a la Presidenta. "El oficialismo a partir de 2009 comenzó a prestar atención al mundo de la cultura y los artistas. Dos fueron los instrumentos utilizados para ello: la ideología y la financiación de diversas actividades artísticas", opina Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Nueva Mayoría.
Tras bambalinas, se fueron gestando dos grupos. Uno alineado a la prédica kirchnerista, en el que se combinaron al mismo tiempo convicciones ideológicas con conveniencias económicas, traducidas en trabajo en la Televisión Pública o una fecha en el frondoso calendario de actividades culturales impulsado desde Presidencia de la Nación. En el otro se ubicaron las figuras más populares y desideologizadas, que esgrimieron una crítica desde el sentido común, es decir, recogiendo preocupaciones de la gente. El reclamo de mayor seguridad de divas tradicionales como Mirtha Legrand o Susana Giménez, por ejemplo, despertó la ira oficial.
Desde ese mismo sentido común, cree Fraga que provienen las declaraciones de Darín. "El impacto de sus recientes expresiones radica en que han expresado el interrogante de gran parte de la opinión pública. No parece haber hablado por estrategia o con segundas intenciones. Se preguntó públicamente lo que muchos argentinos se preguntan también cotidianamente sobre el patrimonio de los Kirchner", sostiene.
En la misma línea se expresa el actor cómico y dirigente de PRO, Miguel Del Sel, en diálogo con El Cronista WE. "Darín hizo la pregunta que haría cualquier ciudadano. Por eso toda la sociedad se solidariza. Sobre los artistas K, opina: Hay artistas que pueden creer en el proyecto y me parece bárbaro. Otros me dejan dudas: son siempre los mismos que aparecen en todas las propagandas oficiales.
Los expertos en imagen política consultados coinciden en señalar que el enfrentamiento con Darín no es casual y que desde el Gobierno se desarrolla una cuidadosa estrategia de posicionamiento luego de meses con dificultades para mantener sus indicadores de monitoreo de opinión pública. Están construyendo un adversario mediante un tema que produce una contraposición dialéctica de amigo-enemigo. Muy pocas cosas conmueven a los argentinos, y las celebridades de televisión son una de ellas. Con Darín, el efecto fue inmediato, resume Zuleta Puceiro.Dime con quién andasEl imperturbable Daniel Scioli es quizás el político que mejor capitaliza los flashes de la fama, tanto propia como ajena. Por su pasado como ídolo motonáutico, su cinematográfica historia de vida y el glamour de su pareja, la ex modelo Karina Rabollini, el gobernador de la provincia de Buenos Aires mantiene alta su imagen quizá, también, gracias al apoyo de una fiel troupe de artistas afines. Desde figuras internacionales como Julio Iglesias, Ricardo Montaner o el Puma Rodríguez, pasando por estrellas populares como Cacho Castaña a deportistas como Carlos Tevez, Scioli se mueve entre las celebridades con la misma naturalidad que entre los funcionarios.
De dicurso granítico, las señales de Scioli son gestuales. En ese sentido, sus participaciones en los almuerzos de Mirtha Legrand son toda una declaración, por ejempo. Hoy es el político que más expectativas suscita. Siempre está rodedao de un gran escenario y de artistas. Su instino es notable y no busca la división sino la agregación, concluye Zuleta Puceiro. z we
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