Devaluación: el reflejo del espejo chavista

A una semana de la depreciación del 46,5% del bolívar, el efecto en la región recién comienza a vislumbrarse. Qué sectores ganarían y cuáles perderían en la Argentina si se toma una decisión similar a la de Venezuela. En qué difieren los escenarios y en qué se asemejan. Por qué para los analistas se trata de un parche de corto plazo.

La "lechuga verde" como llaman al dólar paralelo en Venezuela tocó ayer los 23 bolívares por moneda estadounidense a tan solo una semana de la devaluación del tipo de cambio oficial del 46,5% a 6,30 bolívares fuertes. La medida llegó diez años después del comienzo de los controles en el mercado de cambios y tras varios intentos de generar un dólar diferenciado para los distintos sectores de la economía. La brecha entre la cotización del paralelo y el oficial se multiplicó por 3,5 en menos de dos años y la inflación aparece como una amenaza latente para un escenario en el que la emisión monetaria está a la orden del día. Cualquier semejanza con la realidad local es pura coincidencia.
"En la Argentina estamos replicando hoy, en las medidas y en el discurso, cosas que en Venezuela pasaban hace tres o cuatro años. Con lo cual, la continuación de las actuales políticas en el país pueden llevar a una situación como la venezolana", resume Luciano Cohan, economista jefe de la Consultora Elypsis. Para el analista también se puede comparar a la economía de hoy con la de la década del 70. "En los tres casos se repiten patrones como inflación acelerada, desdoblamiento del tipo de cambio, una brecha del blue creciente, atraso cambiario y eventualmente una devaluación muy fuerte". Por su parte, Camilo Tiscornia, director de la consultora C&T, cree que el riesgo de una devaluación está latenten, pero que será más alto después de las elecciones: "La Argentina tiene un poco más de margen que Venezuela todavía". En el mismo sentido opina Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de Ecolatina: "No es la misma situación. La devaluación potencia los ingresos de PDVSA y estatales y, por ende, mejora la situación fiscal fuertemente deteriorada tras las elecciones presidenciales de 2012".
La principal diferencia entre uno y otro país se da porque el régimen cambiario de Venezuela tiene un valor fijo que realiza esporádicas y fuertes correcciones, mientras en nuestro país sube lentamente y se retrasa respecto a la verdadera devaluación del peso. "En los últimos 70 años la Argentina tuvo más de 20 planes con control cambiario y todos terminaron mal", resume el economista Aldo Abram. Y agrega: "Si bien en los más antiguos la brecha llegó a superar los 300%, como en Venezuela, en la medida que fue pasando el tiempo, los puntos de quiebre de estos regímenes se dieron con diferencias menores, de alrededor de 100%".
En la experiencia de Venezuela se mantuvo un tipo de cambio fijo entre 2005 y 2010. Luego de esos cinco años se devaluó en una primera instancia, en 2011 nuevamente y ahora se produjo una tercera corrección. "Como no cambian nada en el manejo de la política económica, recuperan competitividad pero después la inflación se la va comiendo de nuevo. Por eso la devaluación sola no resuelve nada. Y eso es completamente aplicable a la Argentina", resume Tiscornia.
Por otra parte, el atraso cambiario de nuestro país no es tan crítico como el de Venezuela pero podría ir en esa línea si no se corrigen los desvíos con un plan macro integral, receta en la cual convergen los pensamientos de técnicos de las escuelas más diversas. "Hay que distinguir que si bien ambos países dependemos de commodities, en el caso de Venezuela los maneja el Estado y en la Argentina son propiedad de privados", agrega Tiscornia. Por otro lado, Venezuela tiene un superávit de cuenta corriente mayor que la Argentina. "El factor común es que los altos precios tanto del petróleo como de la soja dan tiempo respecto al atraso cambiario. Con lo que pasó ahora, Venezuela tuvo su Rodrigazo. Es muy parecido a lo que sucedió acá", resume Cohan.

Ganadores & perdedores
Paradójicamente los ganadores y perdedores con una devaluación resultan ser los contrarios a lo que se pregona desde la estrategia macro. De un lado del mostrador figuran los bienes de productos exportables, los que sustituyen importaciones y, desde el plano fiscal, el Gobierno es quien tiene un beneficio neto al devaluar. En la Argentina los ingresos del comercio exterior representan un 13,6 por ciento de la recaudación y la soja concentra el 55 por ciento del negocio de las diez mayores exportadoras del país. Un dólar más alto permite también licuar gasto público y genera oxígeno fiscal en el corto plazo. Los costos laborales también se reducen en la medida que lo hace el poder adquisitivo real de los trabajadores. "Devaluar genera inflación directamente porque todos los productos importados que entraban al mercado a $4.80 entrarían a 6 o 7 por ejemplo", sostiene Tiscornia.
Por su parte Sigaut Gravina agrega que: "si la devaluación no está acompañada por un set de políticas acordes lo más probable es que paguemos los costos de un ajuste de tipo de cambio (acelerar la inflación y la puja salarial a niveles complejos de manejar) sin obtener beneficios, por lo que no es recomendable". Los perdedores claros serían los productores de bienes no transables y servicios, los asalariados y los jubilados. Un tipo de cambio alto es la contrapartida de salarios bajos y, en principio, perjudica a los empleados en relación de dependencia y sectores de servicios que, inicialmente, no pueden trasladar a precios. "La pregunta relevante es si conviene devaluar en un contexto de reacomodamiento de la política económica con un giro de 180 grados en materia de inflación", razona Sigaut Gravina. Y concluye: "La Argentina tiene un incipiente atraso cambiario que junto con la elevada presión tributaria puede asfixiar al sector productivo. Además debería cerrar la brecha con el paralelo".
Desde la Unión Industrial Argentina prefieren no poner el tema en agenda como lo hicieron en otros tiempos mientras desde el Gobierno desmienten que una medida en este sentido sea necesaria."Sin los controles para comprar divisas el Gobierno no podría mantener esta paridad y el dólar se devaluaría mucho más rápido. Con lo cual sin controles es muy difícil pensar en atrasos cambiarios fuertes ni en una devaluación como la venezolana", suma Cohan. Desde mediados del año pasado, el Gobierno aceleró la depreciación del peso. Se pasó del 13% al orden del 20%, con lo cual sí hubo un cambio de estrategia en el Banco Central. "El objetivo del cepo es no reflejar en el valor del dólar oficial, la verdadera depreciación del peso, de la misma forma que el Indec no lo hace en su IPC", se enoja Abram. Y agrega: "El gobierno exprime al Banco Central para financiar un gasto excesivo y obliga a este último a cobrarnos un creciente impuesto inflacionario para transferirle esos recursos. Es decir, si bien el cepo lo oculta, hoy el valor del peso es de menos de un séptimo de dólar; por lo tanto, la devaluación ya se produjo".
En el caso de Venezuela el objetivo fue claro: el Gobierno de Chávez busca reducir el valor en dólares de su deuda interna a unos 30.000 millones, lejos de los 43.000 pre-devaluación. También intenta recaudar más por sus petrodólares, que representan el 96% de sus ingresos de comercio exterior.
Sin embargo, su deuda externa en dólares se incrementa. Hoy su deuda es del 54% en relación al producto bruto interno y su déficit fiscal oscila entre los 40.000 y 75.000 millones de dólares, representando un 16% de su PBI. "Para poder normalizar el mercado cambiario en la Argentina, será vital resolver el problema de origen, es decir la tendencia del gobierno a incrementar ilimitadamente su gasto. Una vez controladas las erogaciones públicas, será factible empezar a corregir la pérdida de solvencia del Banco Central y, a partir de allí, enfrentar una necesaria corrección del valor del dólar oficial", asume Abram. Situación que no parece del todo factible para un año electoral en el que la emisión monetaria volcará 100.000 nuevos billetes al mercado doméstico para todos y todas. z we

Investigación: Manuel Torino
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