Nota del director

Milei imagina el 2025 con un nuevo guion

No hay duda de que la capacidad de la Argentina de reinventarse sigue sorprendiendo al mundo, y desde ya, a los propios argentinos. Un año atrás, las expectativas que generaba el inicio de un nuevo ciclo político eran modestas. Lo que dominaba era la incertidumbre, ya que en la mayoría de los presupuestos corporativos la elección de Javier Milei no figuraba como plan A. La imagen de un candidato que se paseaba con una motosierra y que prometía dolarizar y cerrar el Banco Central no generaba un clima tranquilizador.

Pero pasaron cosas. El acuerdo que terminó con la participación de la fórmula presidencial de Juntos por el Cambio como parte del gabinete, la elección de Luis Caputo como artífice de un plan que se alejaba de las ideas más disruptivas de la campaña, la devaluación de 54%, el megadecreto desregulador, la Ley de Bases, el Pacto de Mayo, fueron los eslabones iniciales de una gestión que arrancó abajo, y a la que le costó seis meses pararse en el escenario.

El recuento no es gratuito. Refleja la brecha entre lo que se esperaba y lo que se consiguió. Hay asignaturas pendientes de todo tipo, en especial la necesidad de que la economía permita recuperar ingresos y empleo a una sociedad padeció fuerte las consecuencias del shock fiscal y monetario. Pero ningún economista deja de reconocer que conseguir diez meses de superávit financiero y poner la inflación en niveles cada vez más cercanos a 2%, no figuraba en los cálculos de nadie.

Las empresas también tuvieron que adaptarse a este escenario. El ajuste de los primeros meses fue duro para todos, y lo que viene tampoco promete ser fácil. Un esquema que se sacó de encima la manta de pesos que permitía disimular cualquier ineficiencia, y que apunta a sostener un dólar bajo (más allá de la eterna discusión sobre el nivel más conveniente del tipo de cambio, las comparaciones históricas y opiniones sobre ganadores y perdedores) exige recuperar una gimnasia perdida. Ya no hay espacio para buscar rentabilidad en los precios, porque el consumo cambió y no hay margen para aumentar sin pensar en la capacidad de compra del cliente.

Camino de recuperación

El 2024 termina con un sendero de recuperación muy dispar. Algunos sectores brillan, como petróleo y minería. Y otros buscan revivir pasados mejores, como el agro. La industria recupera de a poco, mientras piensa como remontar un escenario de mayor competencia importada, y la construcción espera que el blanqueo de capitales le devuelva la alegría. Las empresas que dependen de la obra pública encienden velas a los gobernadores, y esperan que un repunte de la actividad permita a las provincias recuperar su capacidad de financiar infraestructura.

Los presupuestos de las grandes compañías tienen incorporadas proyecciones de inflación que oscilan entre 30% y 35%. Pero Milei y Caputo están dispuestos a desafiar esa expectativa. Con Donald Trump como ganador de la elección estadounidense, el Gobierno se ilusiona con apoyos más activos de la Casa Blanca ante el FMI. Si el ajuste del dólar puede ser sostenido en un ritmo de 1% mensual y la inflación le sigue la corriente, el mandatario argentino empezó a proyectar un país sin cepo cambiario a partir del segundo trimestre de 2025.

La fecha no es antojadiza. Si avanzar con el Fondo requiere resignar algunas herramientas que hoy usa el equipo económico para evitar sobresaltos con el dólar, entonces la apertura del cerrojo debe darse cuando se inicie el período de mayor liquidación de divisas de parte de los exportadores.

Milei ha demostrado habilidad para instalar temas nuevos y dejar atrás aquellos que considera superados. Poner el foco en el cepo le permite hablar sobre las inversiones que facilitaría una economía más normal, sacando de la mesa debates dolorosos como el alto nivel de pobreza con el que tendrá que enfrentar un año electoral

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