

Con una carga tributaria de 36% del PBI, el índice Gini, que mide el grado de concentración de la renta, es hoy en Brasil de 0,53, el mismo nivel de desigualdad que tenía el país en 1960, cuando la carga tributaria era de 17% del PBI.
Al abordar los dos lados de la ecuación fiscal, la tributación y el gasto público desde 2003, la economista Rozane Bezerra de Siqueira, de la Universidad Federal de Pernambuco, mostró cuán débil es el desempeño del Estado brasileño en la reducción de la desigualdad de renta.
La comparación con los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) pone el tema en evidencia.
En el estudio Notas sobre los Impactos Distributivos de los Tributos y Transferencias Públicas en Brasil, De Siqueria constató que los débiles resultados provienen de una mala distribución del gasto y no de una reducción de los recursos.
Las transferencias públicas monetarias para las familias reducen la desigualdad de renta, medida por el índice Gini (de cero a uno), en seis puntos porcentuales. Incluyen el Bolsa Familia, salario-familia, abono, seguro-desempleo, beneficios a ancianos, jubilaciones y pensiones.
Los tributos directos (impuesto de renta a la persona física y contribución previsional de los empleados) generan una caída adicional en la desigualdad de dos puntos. La tributación indirecta (sobre el consumo), a su vez, aumenta la desigualdad de renta en tres puntos porcentuales, más que anulando el impacto de los impuestos directos.
El efecto líquido de los tributos y transferencias es una reducción de cinco puntos porcentuales en el índice de Gini, un nivel mucho más bajo del que se registra en los países de la OCDE, donde la reducción del Gini, en ese caso, es de 14 puntos, en promedio. En los 17 países de la Unión Europea la caída es, en promedio, de 20 puntos porcentuales.
Con carga tributaria más baja que Brasil, el Reino Unido, por ejemplo, tiene un desempeño redistributivo mucho mejor. Allí, las transferencias reducen el coeficiente de Gini en 15 puntos porcentuales. Aquí, la reducción es de solo seis puntos.
Parece claro que lo que explica el desempeño mediocre del Estado brasileño en la reducción de la desigualdad de renta es la mala focalización de las transferencias monetarias, y no el sistema tributario, constató la experta, que ve un deterioro en los indicadores desde 2012 en adelante.
El Estado gasta mucho, pero poco llega al 20% de los más pobres. Las transferencias corresponden a cerca de 15% del PBI. De ese total, 13% se destinan a las jubilaciones y pensiones y 0,6% se gasta con el programa Bolsa Familia, el instrumento más eficiente en la reducción de la desigualdad.