

La presidenta Dilma Rousseff marcará, en la primera reunión del Consejo de Ministros que se llevará a cabo hoy, las bases de la política fiscal de su gobierno para cumplir el objetivo de alcanzar un superávit primario de 3% del Producto Interno Bruto (PIB). También tiene previsto anunciar la creación en marzo del Consejo de Gestión y Competitividad, vinculados a la Presidencia de la República, para cuidar la eficiencia del gasto público.
En el primer embate concreto contra el gasto público, que se dará en torno al valor del nuevo salario mínimo, quiere mantener una postura austera: R$ 545.00. Dilma considera una gran victoria de su antecesor haber conseguido establecer una regla de ajuste para el salario mínimo en acuerdo con las centrales sindicales. Considera un error el querer cambiar de forma oportunista la actual regla de corrección (por el PIB de los últimos dos años e IPCA de los últimos doce meses) para evitar que el reajuste del próximo año sea de casi 14%, debido a la exuberancia del PIB de 2010.
Con base en esos índices, el salario mínimo de este año sería de alrededor de R$ 543. Dilma está de acuerdo en redondearlo en R$ 545 y avisó a algunos de sus ministros que hará un gran esfuerzo para conseguir que el Congreso apruebe un valor similar a ese y no tener que utilizar su poder de veto.
En la reunión ministerial, Dilma advertirá que quiere fortalece a los entes reguladores para que no sean capturados por los intereses del mercado o por el poder público. Petrobras tiene que temer la evaluación de la Agencia Nacional del Petróleo. Pero las agencias seguirán fuera de las áreas de definiciones políticas y de planificación sectorial, funciones que permanecerán con los respectivos ministerios.
También les hablará a sus ministros sobre el compromiso de su administración con la ética y con las prácticas de gestión republicana y va a hacer explícito que tomará las medidas adecuadas cuando hubiera acusaciones fundadas hacia miembros de su gobierno.
En sus primeros once días de mandato, Dilma ya expuso a cada uno de sus ministros lo que quiere. A Edson Lobao, de Minas y Energía, le dijo que va a mirar con mucho cuidado la situación de las empresas de distribución de energía. Ninguna de las empresas controladas por Eletrobras tendrá autonomía para actuar individualmente, advirtió la Presidenta. Y la propia Eletrobras tendrá que someterse a un nuevo modelo de gobierno para ser una sociedad del tamaño de Petrobras.
Dilma ya exhortó a Lobão a proponer también un marco regulatorio para el sector minero, regido hoy por normas y leyes de los años 50. La mandataria comparte con Lula la valoración que tiene sobre Vale, una de las mayores mineras del mundo, que retira mineral de hierro del suelo y lo exporta sin ningún valor agregado. Como ejemplo de lo que considera absurdo, cita el hecho de que en Brasil las vías férreas son importadas.
Sobre la cuestión cambiaria, una piedra permanente en el zapato del Gobierno, la visión de la Presidenta es clara: no tiene la intención de dejar que Brasil pague una cuenta indebida por el proceso de ajuste de las economías estadounidense y europea. No tomará medidas absurdas o extrañas, como los controles de cambio, como le dijo a un ministro. Pero quiere que el Banco Central y los ministros de Finanzas y Desarrollo hagan lo que sea posible, dentro de las prácticas internacionales y de forma sistemática, para evitar que el real continúe apreciándose frente al dólar. Podrían ser adoptadas medidas más prudenciales, como las anunciadas la semana pasada por el Banco Central, ya que preservan la esencia del sistema de tipo de cambio flotante. Y las nuevas disposiciones deben ayudar a corregir las distorsiones que acaban por incentivar las importaciones, en detrimento de la producción nacional.
Dilma informó el Ministro de Previsión Social, Garibaldi Alves, que no patrocinará una reforma previsional que tenga un costo elevado y disperse la energía política, si no se traduce en una mejora a corto plazo para la economía brasileña.
Así, en lugar de empeñarse en aprobar un proyecto amplio de reforma fiscal integral, la Presidenta elegirá tres o cuatro proyectos de cambios impositivos que sean más fáciles de aprobar por el Congreso y tengan un impacto importante en la economía.
Las primeras acciones de Dilma en el área fiscal será la definición de los recortes de gastos del presupuesto para este año. No hay, de todos modos, una cifra establecida. Puede ser un recorte de cerca de $ 40 mil millones. En la reunión de mañana, establecerá un plazo para que cada ministro haga una evaluación de los gastos de su cartera y decir dónde se puede cortar. Establecerá como un eslogan de su gobierno la frase Hacer más con menos. A excepción de las obras del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), todas las demás partidas pueden ser objeto de revisión.
Para hacer más con menos, tendrá que buscar la eficiencia del gasto y este será el propósito del Consejo de Gestión. El empresario Jorge Johannpeter será parte de este consejo, cuya función será examinar con lupa el rendimiento de cada dólar gastado en salud, educación y otras áreas importantes del presupuesto.
Dilma también quiere conseguir un avance en el área nuclear. Brasil tiene la tercera mayor reserva de uranio y no usa su enriquecimiento para abastecer a las usinas de energía de Angra. Todo viene de afuera. La Presidenta tiene la intención de tratar de establecer asociaciones privadas para la exploración de uranio y estimular a Eletronuclear a hacer el enriquecimiento de ese mineral.
En macroeconomía, las conversaciones en los primeros días del gobierno son que el crecimiento del país (que deberá ser de 4,5% a 5% anual en los próximos años) no producirá una crisis, ya que ha sido respaldado por el aumento de inversión . Los datos preliminares indican que la inversión pública de 2010 será superior al período de Geisel, descontando el hecho de que muchas empresas estatales fueron privatizadas en los años 90.
El país tendrá que cambiar los neumáticos con el coche en marcha, dijo la Presidenta en recientes conversaciones con ministros de su gobierno. Mientras crece, se proporcionará un ambicioso plan de educación para capacitar a técnicos de nivel medio, técnicos y de oficios de formación más corta como albañiles, electricistas y soldadores.
Al mismo tiempo, va a cumplir una promesa central de su campaña, que es erradicar la pobreza, y crear puertas de salida de la Bolsa Familia a través de la capacitación de mano de obra, entre otras iniciativas.
En política externa no se esperan cambios sustanciales con relación a la gestión Lula. Lo que se admite es que hay una gran diferencia entre el Brasil de 2003, deudor y dependiente del FMI, y el Brasil de 2011, tenedor de casi u$s 300 mil millones en reservas. También hay una gran diferencia entre lo que era el mundo desarrollado antes y ahora. Los Estados Unidos, por ejemplo, aprendieron que no es posible asumir que la relación entre dos países es unilateral.