

El Comité de Política Monetaria (Compom) del Banco Central (BC) de Brasil tendrá dificultades para encontrar motivos reales y objetivos, exclusivamente en la inflación, que le permitan cerrar el ciclo de aumento de la tasa básica de interés (Selic) que comenzó en abril de 2013 y que subió el indicador 3,75 puntos porcentuales, de 7,25% a 11% al año.
El ndice Nacional de Precios al Consumidor Amplio (IPCA) de abril puede ser alto, de alrededor de 0,70%, y entre julio y noviembre la inflación subirá, incluso por encima de 6,5%, el techo de la meta estipulada oficialmente.
En el comunicado de la reunión del pasado miércoles, el Copom dejó claro que la trayectoria de suba de los intereses cerrará en breve, ahora con la Selic en 11% al año o, como máximo, con otra suba de 0,25 punto porcentual en mayo. La semana pasada, los economistas del sector financiero se dividieron entre ambas hipótesis.
Dejando de lado lo imprevisible, todo indica que este año la inflación será de alrededor de 6% y el PBI crecerá entre 1,5% y 2%. La gran pregunta es acerca del próximo gobierno porque algunos temas se presentan de forma contundente más allá de quién resulte electo en octubre.
Los economistas están debatiendo algunas de esas cuestiones, como la aplicación de una política gradual o un shock para combatir la inflación. El tema fue tratado en un libro que el ex ministro y profesor Mario Henrique Simonsen escribió en 1970, donde expuso las opciones y mostró que cada estrategia implica un mayor o menor costo social a corto y largo plazo. Será una decisión que deberá tomarse a lo largo de 2015 para lidiar con los precios controlados de los combustibles, energía y tarifas de autobuses.
Si se optara por corregir los precios de una sola vez, con un tratamiento de shock, se podrían obtener ganancias de expectativas y de confianza relevantes, lo que haría que solamente se repasara a la inflación una parte del aumento de precios controlados.
Sin embargo, no sería un tema aislado. Tendría que completarse con decisiones duras tanto en política fiscal como monetaria. Algunos economistas defienden un renovado esfuerzo de superávit primario, de al menos 2,5% del PBI, pero libre de ingresos no recurrentes y de maniobras contables. Sin embargo, el país no escaparía de un aumento de la carga tributaria, por ejemplo con la extinción de las desgravaciones de la nómina salarial que se hicieron en los últimos años.
Al refuerzo fiscal se sumaría también un nuevo aprieto monetario para contener la inflación y promover su convergencia a la meta. Siguiendo los argumentos que insisten con el tratamiento de shock, los intereses reales hoy estarían por debajo de lo necesario para derribar la inflación. Expertos hacen la siguiente cuenta: tomando 4% como la tasa de interés neutra, con la Selic en 11% y el IPCA en 6%, el interés real actual sería de solo 0,7%.