

Cuando decidió utilizar en forma amplia la desgravación en los aportes patronales como táctica para dinamizar la economía, el gobierno brasileño calculó que la pérdida de recaudación, de cerca de R$ 80.000 millones, se compensaría fácilmente con tres efectos que produciría ese mecanismo: el mantenimiento del empleo, la formalización y un fuerte crecimiento económico.
El crecimiento que se esperaba no ocurrió. El gobierno tampoco redujo gastos para reequilibrar las cuentas. Al contrario, mientras los ingresos totales crecieron 8% hasta septiembre (por debajo del PBI nominal de 8,5%), los gastos aumentaron 13,5%. El déficit emergió.
El año 2014, con la elección presidencial, será más complicado para las cuentas públicas, según adelantan especialistas. El Boletín Focus estimó un crecimiento de 2,5% este año y de 2,13% en 2014.
Primero se hunde, después sube. El resultado fiscal mejoraría a partir de 2015, evaluó una fuente, que consideró que el gobierno no adoptará un paquete de cortes de gastos ni tomará un camino parecido.
Según fuentes oficiales, el país está sintiendo en los precios de los activos los efectos de las expectativas de normalización monetaria en Estados Unidos y de una temida baja del grado de inversión de parte de las agencias de rating.
Con la perspectiva de un superávit primario de 1,5% del PBI del gobierno central y de 0,4% del PBI de estados y municipios, el resultado final de la política fiscal este año se acercaría a 1,8% del PBI, y no al 2,3% del PBI que el ministro de Economía, Guido Mantega, anunció como factible, después de abandonar la meta de 3,1% del PBI. Para 2014, estimaciones extraoficiales indican que el saldo primario llegará al 1,5% del PBI.
El debate sobre el rumbo de la política fiscal se recalentó la semana pasada, como reacción por el desempeño de septiembre: déficit primario de R$ 9.000 millones. Pero no es una discusión estancada. Es parte importantísima de la política económica y será determinante para la administración de la tasa de interés y la inflación.
En una ofensiva para calmar los ánimos del mercado, la ministra jefa de la Casa Civil, Gleisi Hoffmann, se mostró a favor de la modificación de la meta fiscal hacia un régimen de bandas. Pero Mantega aseguró que él practica el sistema de bandas desde que se creó la posibilidad de quitar los gastos del Programa de Aceleración de Crecimiento (PAC) del gasto total.
Existe una banda implícita en funcionamiento, de inmensa amplitud. Actualmente sería de 0,9% del PBI a 3,1% del PBI, de acuerdo a los parámetros del Presupuesto. Intervalo que se repetirá en 2014. Sin embargo, no toma en cuenta lo que ocurrirá con estados y municipios, que caminan hacia un aumento del endeudamiento.
La propuesta de Hoffmann es otra. Hace dos meses, la ministra estuvo con el ex secretario-ejecutivo del ministerio, Nelson Barbosa, que trabaja sobre esa alternativa. La idea es cambiar la política fiscal a partir de 2015, en caso de que Dilma Rousseff sea reelecta, a un régimen de bandas bien definidas (con piso y techo para todo el sector público), un programa de recuperación gradual de la capacidad del Estado para producir superávit primario hasta 2018 y metas para la deuda interna.