Casi el 90% de las hectáreas cultivadas en Brasil tendrán semillas transgénicas en 2020

El área plantada con semillas transgénicas de soja, maíz y algodón en Brasil crecerá 54% hasta la cosecha 2020/2021 y se extenderá por 49 millones de hectáreas. La estimación consta en un estudio, desarrollado por la consultora Céleres sobre los impactos económicos de la adopción de esa tecnología en el país, que fue financiado por la Asociación Brasileña de Semillas (Abrasem).
En caso de confirmarse la previsión, casi 90% de los 54,7 millones de hectáreas proyectadas para los tres cultivos en el inicio de la próxima década tendrán semillas genéticamente modificados. En esta cosecha 2011/2012, esa tasa ronda 77%, con transgénicos presentes en 31,8 millones de los 41,2 millones de hectáreas destinadas a esas commodities, según la consultora.
Hasta 2020/2021, se espera que la tasa de adopción de transgénicos en el área de soja salte del actual 85% a casi 95%; en la de maíz, de 67% a 79%; y de 33% a 85% en la de algodón.
Céleres estima que la adopción de esa tecnología a lo largo de la próxima década generará un valor que rondará los u$s 124.600 millones. El cálculo contabiliza tanto la economía con la aplicación de pesticidas y la ganancia de productividad esperados como el valor pagado por los agricultores a la industria por la utilización de semillas.
El aumento esperado se explica no solamente por el crecimiento del área y de la tasa de utilización de semillas transgénicas, sino también por la introducción de un abanico de tecnologías más amplio, sofisticado, y en consecuencia, dispendioso.
Con el avance de la tecnología, las semillas representan una franja cada vez más expresiva de los costos directos de producción, que nuclean los gastos con defensivos y fertilizantes, reflejo del aumento del pago de royalties a empresas de biotecnología como Monsanto, DuPont y Syngenta.
Si en los quince años hasta la cosecha 2010/2011 la industria detentora de la tecnología absorbió poco más de u$s 2.200 millones del valor generado, la expectativa es que ese monto se multiplique a u$s 19.900 millones a lo largo de la próxima década, indicó el estudio.
Los transgénicos colocaron al sector de semillas en otro nivel, afirmó Narciso Barison Neto, presidente de Abrasem. La semilla era un insumo sin valor agregado, y eso cambió totalmente, señaló.
Según el presidente de Céleres, Anderson Galvao, hace cinco años el insumo representaba apenas 6% de los costos directos de producción en el cultivo de soja y entre 8% y 10% en los de maíz. Desde entonces, esa franja prácticamente se duplicó. La tendencia es que ese costo continúe subiendo, a medida que la semilla se torne un insumo cada vez más estratégico. La percepción del productor es que la tecnología trae resultado, afirmó Galvao. En Estados Unidos, donde el mercado de semillas está más desarrollado, el insumo representa hasta 20% del costo de producción de la soja, calculó.
En el caso de la oleaginosa, los costos con semillas deben experimentar un aumento expresivo a partir de la cosecha 2012/2013, que comienza a cultivarse en el segundo semestre. Monsanto anunció recientemente la intención de cobrar el equivalente a R$ 115 por hectárea en royalties por el uso de su nuevo transgénico de soja (bautizado de Intacta RR2 Pro), resistente a insectos y tolerante al herbicida glifosato. El valor es cinco veces más alto al que se cobra actualmente por la tecnología RR, presente en cerca del 85% del área plantada con la oleaginosa en 2011/2012.
La multinacional argumenta que el pago corresponde a menos de la mitad de las ganancias proporcionadas por la nueva variedad.
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