

El riesgo de que la economía estadounidense atraviese una recesión en 2025 es uno de los factores que actualmente amenazan al "mayor renacimiento económico en la historia de Estados Unidos", prometido por Donald Trump en su vuelta a la Casa Blanca.
El anuncio de los aranceles "recíprocos" el 2 de abril desató una guerra comercial con sus principales socios comerciales, incluyendo una escalada con China, que llegó a alcanzar la propuesta de gravámenes a las importaciones de un 145%, virtualmente deteniendo por completo el comercio entre las dos economías más grandes del mundo.
El colapso bursátil que acompañó las tarifas del "Día de la Liberación" fue acompañado de un disparo en las proyecciones del riesgo de recesión anual, alcanzando estimaciones de hasta el 60%, en el caso de JP Morgan.
Tras un acuerdo de establecer una tregua por 90 días en Ginebra, luego ratificada en Londres el mes pasado pese a continuas tensiones y acusaciones cruzadas, las sociedades de bolsa redujeron significativamente la probabilidad de recesión para EE.UU. Barclays directamente eliminó por completo las expectativas de desaceleración económica del país.
Llegado junio, las aguas parecen haberse calmado en la superficie, pero las instituciones financieras avanzan con cautela: las estimaciones según Goldman Sachs, JPM y el Fondo Monetario Internacional oscilan entre el 30-40%.
Un porcentaje significativamente más alto que el 10% o menos que normalmente se observa en años de crecimiento económico, pero menor al provocado por el inicio de la batalla comercial con el régimen de Xi Jinping.
Pero, ¿sería un acuerdo comercial vinculante con China lo suficientemente poderoso para eliminar el enfriamiento de la economía estadounidense?

¿Cuáles son los factores que explican la fragilidad de la economía estadounidense?
Es innegable que el vínculo comercial entre Estados Unidos y China tiene un fuerte peso en la estabilidad de cada una de sus economías -esto se ve reflejado tanto en el comercio de productos como en las cadenas de suministro globales y el flujo de inversiones- pero algunos especialistas consideran que la relación con el gigante asiático ocupa un peso cada vez más simbólico.
"China es importante para nuestro comercio, por supuesto, pero creo que la gente probablemente la está usando como una especie de indicador del conjunto de la política comercial", afirmó a El Cronista, Jeffrey Frankel, profesor James W. Harpel de Formación y Crecimiento de Capital en la Universidad de Harvard.
El problema, sostiene, es que la estrategia de comercio exterior de Trump es impredecible y confusa. Lo que requiere de un punto de referencia.
"Ahora cada semana se anuncian nuevas políticas, se amenazan políticas, se posponen o se retractan, o se modifican, y es difícil seguir el ritmo", explicó Frankel. "Hay toda una lista de posibles factores que contribuyen a una recesión. El comercio probablemente sea el más importante, y lo que sugiero es que la relación con China no abarca toda nuestra situación comercial, pero sí la representa, está correlacionada."
Estos factores, aunque eclipsados, no son invisibles. Y según Frankel, un peligroso cóctel se está gestando en la economía estadounidense.
Primero, a pesar de que el mercado bursátil se recuperó de la caída post-"Día de la Liberación" -evidenciado por los rendimientos de los principales índices estadounidenses como el S&P 500, el Dow Jones y el Nasdaq- todavía "podría caer mucho más".
Por otro lado, la creciente deuda pública de Estados Unidos ya llevó a Moody's, la agencia calificadora, a rebajar la nota crediticia del país el mes pasado, sumándose así a otras dos grandes agencias que ya habían hecho lo mismo. A su vez, el "gran y hermoso" proyecto de ley de reforma fiscal, impulsado por Trump en el Congreso, implica recortes de impuestos que incrementarían el déficit y reforzarían "este camino de deuda insostenible respecto al PBI".
Finalmente, la Reserva Federal tampoco parece estar de acuerdo sobre cómo proceder. El presidente de la Fed, Jay Powell, declaró que la posibilidad de un recorte en las tasas de interés quedó aplazada al menos hasta septiembre en respuesta a las recientes presiones de Trump -y funcionarios afines a su administración- para que el banco central de Estados Unidos adopte una baja inmediata. El motivo principal es el riesgo inflacionario asociado a la guerra comercial.
De acuerdo con el especialista, este combo de factores podría desembocar en una crisis en el mercado de bonos: si los inversores pierden confianza en la capacidad de pago de EE.UU., podría haber una caída abrupta en los precios de los bonos y un aumento del costo de financiamiento para el país.
Ni siquiera conocemos exactamente cuál será el verdadero impacto de la guerra entre Israel e Irán en la economía estadounidense si el Estrecho de Ormuz se ve afectado y en consecuencia la comercialización del petróleo.
"Estas son decisiones a largo plazo que requieren cierta confianza en el futuro para poder tomarse, y nadie sabe qué deparará el porvenir", expresó.

¿Qué impacto real tiene la tregua comercial entre EE.UU. y China?
Para ser técnicos, algunos especialistas sostienen que llamarle al resultado de las negociaciones con China en Ginebra un "acuerdo" es subestimar sus limitaciones y la volatilidad del enfrentamiento entre Donald Trump y Xi Jinping.
"En realidad es solo un marco para negociar. Así que, en realidad, esto es más bien una tregua a la que ambas partes han accedido", sostiene Scott Kennedy, asesor principal y presidente de la Cátedra de Negocios y Economía China del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
El cese del fuego comercial expira el 12 de agosto y si bien las condiciones que corresponden a la reducción de 115 puntos porcentuales de los aranceles impuestos por ambas partes parecen ser fácil de respetar, otras ya han causado inestabilidad.
En el caso de los controles de exportación sobre tierras raras chinas, diferentes expectativas sobre su aplicación derivaron en una escalada que trajo consigo la ampliación de controles de EE.UU. sobre semiconductores fabricados por Huawei, una de las empresas tecnológicas más grandes de China y la revisión de miles de visas estudiantiles otorgadas a ciudadanos de ese país.
Todas las medidas fueron revertidas tras las conversaciones entre el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el viceministro de Comercio chino,Li Chenggang, en Londres. Sin embargo, no hay señales de que la volatilidad en la relación comercial se haya reducido de manera permanente. Esto parece aún menos probable mientras no exista un acuerdo vinculante entre ambas naciones.
"Creo que las preocupaciones sobre el efecto de aranceles extremadamente altos en Estados Unidos están justificadas", expresa Kennedy y añade que los fundamentos macroeconómicos de la economía estadounidense, antes del 2 de abril, eran bastante sólidos: el país tenía un crecimiento relativamente robusto, bajo desempleo y la inflación venía en descenso. "Los aranceles afectan negativamente a estos tres elementos clave de la economía estadounidense".
Y aunque la tregua con China pueda estabilizar momentáneamente el frente comercial, otros advierten que el problema real está puertas adentro.

¿Por qué el riesgo de recesión en EE.UU. va más allá de China?
"La definición clásica de recesión es dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo del PBI. Las tarifas de la administración Trump generan enorme incertidumbre y desaceleran la inversión. Los datos del primer trimestre de 2025 fueron negativos, así que EE.UU. está, básicamente, a mitad de camino hacia una recesión", explica Clark Packard investigador en Políticas Comerciales del think tank libertario, Cato Institute.
El problema, sostiene el especialista, es que hablar del riesgo de recesión en la administración Trump 2.0 es tratar de predecir lo impredecible. "Trump viene quejándose de la política comercial hace 40 años, es su lugar seguro. Pero los anuncios de los aranceles y las marchas atrás han sido realmente imprevisibles. Por eso entiendo que JPMorgan, Goldman Sachs y otros bancos de inversión hagan sus proyecciones, pero da la impresión de que no existe un proceso estable para decidir las tarifas", señaló. "En realidad, se está tratando de proyectar el futuro en función de los caprichos de, básicamente, una sola persona."
Pero incluso un acuerdo comercial exitoso con China no sería suficiente, advierte Packard, ya que Estados Unidos también mantiene aranceles elevados sobre sus otros principales socios, como México y Canadá. "Estás sumando todo tipo de aranceles tóxicos a esta especie de cóctel y luego, simplemente, esperas a ver qué sale de ahí. Y no creo que vaya a ser algo bueno", sostiene.
La preocupación por el frente fiscal impulsado por la reforma tributaria, que va en camino a ser aprobada por el Congreso, solo implica otro punto al que Estados Unidos debe brindar atención y, sobre todo, recursos, lo que limita significativamente el marco de acción de la política comercial en menos de 90 días.
"El plazo para alcanzar una negociación real para abordar preocupaciones legítimas llevaría alrededor de un año. Y eso es si se le dedicara mucho esfuerzo y recursos", razona.
Simplemente, no se puede estar en todos lados todo el tiempo. Por lo menos no el tiempo que se requiere para hacer política.
La suma de malas decisiones fiscales, aranceles y políticas imprevisibles puso a EE.UU. en jaque económico. Y no hay suficiente tiempo ni recursos para resolverlo en el contexto actual. "No veo una salida fácil. Estados Unidos está caminando deliberadamente hacia una recesión, sumando muchos factores al mismo tiempo sin la capacidad o recursos para manejarlos todos", advierte Packard.


