NO HAY QUE PONER EN RIESGO LOS DERECHOS CONSOLIDADOS

Mayor diálogo para la transformación portuaria

Nadie conoce mejor la actividad que los actores que por años vienen sosteniendo al puerto de Buenos Aires.

Las nuevas exclusas del canal de Panamá han provocado una nueva configuración de la red portuaria e interpelan las realidades al sur del hemisferio.

En la anterior etapa la falta de planificación y anuncios alocados marcaron el ritmo de la falta de certezas en materia portuaria.

Ahora bien, las medidas que se instrumentan desde la subsecretaría de Puertos y Vías Navegables de la Nación y la Administración General de Puertos no tienen la claridad suficiente para alejar la incertidumbre dentro de un proceso lleno de complejidades y desafíos logísticos.

Medidas como: seccionar el puerto reduciendo sus límites, ceder espacios operativos para negocios inmobiliarios, cierre de plazoletas fiscales y depósitos, dudas sobre las concesiones próximas a vencer, contrataciones directas a empresa ajenas al quehacer diario y actores propios del puerto, improvisación en una supuesta reorganización de las actividades, desprecio a los procesos administrativos, más 20 años de intervención, no hace más que profundizar la desconfianza en el proceso.

Sin un marco de confianza asentado en el diálogo permanente con usuarios y sindicatos involucrados, se reduce al mínimo la posibilidad de que se logre una estatus superador en el puerto, por el contrario seguramente pondría en riesgo derechos ya consolidados.

No entender que nadie conoce mejor la actividad que los actores que vienen sosteniéndolo por años, haciendo del Puerto de Buenos Aires el más competitivo de la Argentina, ya que en su rubro concentra aproximadamente el 50% del movimiento de contenedores del país, demuestra que no está dentro de la política nacional su desarrollo sostenible sino todo lo contrario, y excusas mediantes, se buscan concretar o satisfacer otros fines.

Sin definición

A esta altura de los acontecimientos, que no se haya definido aún el lugar de reemplazo dentro del ámbito portuario de los espacios cedidos a otros emprendimientos, y se propongan alternativas absurdas por las distancias o tiempos de concreción, no hace más que afirmar que vamos a una reducción drástica de nuestro puerto, con la consecuente pérdida y precarización de fuentes de trabajo.

Ante tal escenario, y como ya ha pasado en situaciones anteriores con la Isla de Marchi, los trabajadores no vamos a resignarnos a que irresponsablemente se pongan en juego nuestras fuentes laborales ni el servicio público que el puerto brinda, legitimados por nuestra historia.

La transformación portuaria requiere de diálogo, experiencia y voluntad de establecer consensos alrededor de una pieza clave de nuestro comercio exterior que no puede ni debe ser reemplazado por la lógica del mercado, o por negocios inmobiliarios.

La carga no espera y los muelles deben estar al servicio de la grandeza de la Nación y la felicidad de nuestro pueblo.

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