Arturo Illia, primer presidente de occidente en comerciar con China: cómo fue la trama de la gestión

A 54 años del golpe que lo derrocó, una crónica que recuerda los entretelones para inaugurar el mercado del gigante asiático para el país. 

Dicen que la historia es un juez incorruptible que a la larga da su fallo para unos y otros. A 54 años del golpe de estado que lo desalojara del poder, la figura de Arturo Illia gana cada vez más prestigio y reconocimiento.

Si bien la honestidad es uno de sus capitales políticos, cuando debiera ser normal entre los hombres públicos, justo es reconocer que Arturo Illia fue además un eficiente y visionario gobernante.

En 1964, ante las dificultades para colocar en los mercados internacionales una cosecha excepcional de trigo, Illia tomó la decisión de vender varios millones de toneladas a China Popular, aún gobernada por Mao Tse Tung, y cuando el país ni siquiera formaba parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La Argentina, se convertía así en el primer país de occidente en comercializar con China, y abrir un mercado que hoy es codiciado por el mundo entero. Recién seis años más tarde, el presidente norteamericano Richard Nixon viajaba a China con el mismo fin.

Con visión de estadista, Illia consideraba que el futuro estaba en Asia. Sin tener relaciones diplomáticas con China, la operación de venta la realizó sin moverse de la Casa de Gobierno. No hubo grandilocuentes comitivas ni misiones comerciales. Para ello, el presidente argentino contó con la ayuda de Josué de Castro, fundador del Instituto de Nutrición de la Universidad del Brasil, y elegido en 1952 presidente del Consejo Ejecutivo de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Además, el directivo brasileño fue uno de los asesores de la Reforma Agraria de Mao y había vivido varios años en China.

Por pedido de Illia Castro viajó a China y armó la operación. También intervinieron el canciller Miguel Ángel Zabala Ortíz y el titular del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inta) y secretario de Agricultura y Ganadería, Walter Kugler, este último a través de la Junta Nacional de Granos.

La operación de venta se realizó con total éxito, y el duro régimen maoísta abonó la compra en libras esterlinas al contado, a través del Banco de Londres de Hong Kong, que actuó como agente financiero chino.

Illia pretendía pagar $ 8 el quintal, para que le quedara una rentabilidad al pequeño productor, pero las grandes comercializadoras ofrecieron $ 5,50. Al no ponerse de acuerdo, el gobierno llevó a cabo la venta de manera directa a través de la Junta Nacional de Granos. La logística no fue sencilla al haber pocos puertos a la altura de las circunstancias, y escasa capacidad de silos por quedar los privados al margen de la operación comercial. Todo se resolvió finalmente. Los chinos aportaron los buques y abonaron el flete, y así los productores recibieron el precio que propuso el presidente argentino. De tal forma, se expandió con nuevos horizontes la capacidad de producción del sector agropecuario nacional.

El presidente argentino ya había advertido que el país no poseía puertos competitivos y que además era necesario lograr una salida por el Pacífico. Por eso gestionó y logró una entrevista con el presidente chileno Eduardo Frey el 28 de octubre de 1965 en Mendoza.

"Necesitamos un puerto en el Pacífico y le ofrecemos uno en el Atlántico. Ustedes lo precisan para sacar el cobre y nosotros para los granos. Además, aquí está en juego la integración latinoamericana", señaló el Jefe de Estado argentino en dicha entrevista. Illia ya pensaba en los países asiáticos, futuros compradores de Argentina y de Latinoamérica. Él sabía que el futuro estaba en Asia. Incluso Illia y Frei avanzaron en la conformación de una Federación Argentino Chilena con capital en la ciudad de Córdoba, para que los dos países pudiesen comercializar sus productos a través de los dos océanos.

Exactamente ocho meses después de este encuentro, un golpe de estado derrocaba al presidente Illia y unos años más tarde, dos gobiernos militares a los lados de la cordillera estuvieron a minutos de llevar los dos países a la guerra.

La Argentina tuvo que esperar varias décadas para comprender la visión geopolítica de un presidente que al mismo tiempo valoró los mercados asiáticos y la integridad de Latinoamérica.

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