Las cápsulas de Marcello

La primera ley del debate

De manera permanente en la televisión, el Congreso, la calle, las organizaciones, entre amigos o familia, asistimos a discusiones de ideas, a las que podríamos llamar debates y que lamentablemente en general- son de pésima calidad. A veces dan vergüenza ajena.

Investigando un poco, podemos encontrar que una de las definiciones del debate dice que "es un acto de comunicación y exposición de ideas sobre un mismo tema entre personas" . Parece también que hay distintos formatos, el de Popper y el de Lincoln-Douglas.

La técnica dice que los argumentos se llaman pruebas a favor y objeciones en contra. Las que por un lado se trata de demostrar que son válidas y por el otro se intentará mostrar sus errores.

Lo bueno del debate es que es una actividad donde se ejercita: La escucha crítica, el razonamiento/pensamiento crítico, la estructuración de ideas, la respuesta rápida y adecuada, la expresión oral efectiva, etc.

Ahora bien, volviendo a la pésima calidad de nuestros coloquios, podríamos decir que los problemas para debatir existen desde el comienzo mismo: si no hay respeto por el otro, si no hay comunicación, sin escucha, sin interpretación, no podemos ni empezar.

Tal vez ya estamos acostumbrados a escuchar tanto ruido y podríamos preguntarnos: ¿Qué hacer entonces en un ambiente hostil y poco propicio para el intercambio de ideas?

Posiblemente la respuesta esté en algo que parece un chiste, pero que es totalmente verdadero y que bautizaron como la Ley número uno del debate:

"Nunca discutas con un tonto, pueden no notar la diferencia ".

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