

La Escuela Nacional de Náutica luce dos extraordinarias condiciones: su historia es anterior al propio nacimiento de la Nación, y fue creada por uno de los próceres más insignes. Si sumamos que esta escuela siempre tuvo una función directamente vinculada al desarrollo de la Argentina, el conjunto la convierte en única.
Esta academia de formación de oficiales de la marina mercante vio la luz el 25 de noviembre de 1799, de la mano de don Manuel Belgrano, y por tal motivo, esa fecha se conmemora anualmente como el Día del Marino Mercante. Desde su creación, con diversos cierres y reaperturas de acuerdo a los avatares nacionales, la escuela mercante ha proporcionado tripulantes a los buques argentinos y, sobre todo, un medio de promoción social a miles de compatriotas. También ha sido la primera escuela de formación de oficiales de la Argentina y una de las pioneras en el mundo en incorporar mujeres: desde 1978 la marina mercante cuenta con Comisarias Navales, Radio operadoras, Maquinistas, Pilotos, Capitanas y Prácticos.
Este año se conmemora el bicentenario del paso a la inmortalidad de Manuel Belgrano en medio de una pandemia que tiene al mundo entero en jaque. Sin embargo, las marinas mercantes prácticamente no han detenido su andar. Más aún, el Estado argentino ha reconocido que su actividad es vital; estratégica y esencial. Sin la actividad de la marina mercante, cualquiera sea su bandera, nuestro país y cualquier otro se hubiese casi de inmediato.
Según el Baltic International Maritime Council (BIMCO), en el mundo existe un déficit de oficiales mercantes que supera los 100.000. Esto significa que se necesita esa cantidad para llegar a cubrir los puestos de trabajo que demanda la actividad. La profesión mercante es altamente remunerada y ello supondría una oportunidad desaprovechada. Nuestros vecinos y hermanos latinoamericanos multiplican los esfuerzos y el desarrollo de sus escuelas náuticas, mientras que en Argentina la Escuela de Belgrano a duras penas logra llegar a fin de mes con las limitaciones propias de un Estado quebrado.
Es indispensable, prioritario, imprescindible que nos detengamos a pensar solo un momento en esta oportunidad. Miles de jóvenes argentinos podrían desarrollarse personal y profesionalmente en una actividad tecnológicamente de punta; con altas remuneraciones en divisa internacional;dar proyección mundial a nuestro país; exportar alto valor agregado y ayudar a importar divisas.
Es de destacar que en el gobierno anterior fue la primera vez en toda la historia de nuestro país que un equipo de profesionales marinos mercantes egresados de esta escuela cubrieron las funciones en la Subsecretaría de Puertos, Vías Navegables y Marina Mercante de la Nación (SSPVNMM). Lo hicieron desde el máximo rango de autoridad de aplicación, pasando por las Direcciones Nacionales hasta los asesores rentados y ad honorem. Nunca estuvimos tan cerca de lograr este cambio en nuestra marina mercante, a partir del nuevo Régimen de Formación del Personal Embarcado RETIMMAR. Nunca fuimos tantos los que proveníamos desde el sector a dar soluciones y fijar políticas públicas en su beneficio. Nunca estuvimos tan cerca de una Escuela Nacional de Náutica civil dependiente de la SSPVNMM. De nuestro lado tenemos la correspondiente autocrítica: fallaron los facilitadores del gobierno que intervinieron ante la Armada. También algún sector gremial operó en contra de estos intereses, y por último la inexperiencia de los funcionarios del Ministerio de Transporte ligados con nuestro sector.
El bicentenario del prócer nos plantea esta oportunidad. Manuel Belgrano y los cadetes de náutica de su escuela esperan la respuesta.