Congreso

Los que se fueron, los cruces y todo lo que no se vio de la Asamblea Legislativa

Luego de una larga hora de repaso de su gestión, las primeras reacciones con gritos, aplausos encendidos y hasta silbidos explotaron cuando el Presidente Alberto Fernández apuntó contra la Corte Suprema de Justicia.

Una hora y media le llevó al presidente Alberto Fernández hacer reaccionar al oficialismo y a la oposición durante la lectura de su discurso en la que fue su última inauguración del período de sesiones ordinarias. Al menos el primero de su mandato. 

Mientras leía su discurso, el más largo desde que encabeza la asamblea del 1 de marzo, los legisladores oficialistas aplaudían a desgano cuando Fernández mencionaba alguno de los que consideró logros de su gestión. El resto de los oyentes conversaba entre sí, daba cabezazos o miraban las pantallas de sus celulares. 

La reacción, los gritos, los aplausos encendidos y hasta los silbidos se produjeron recién cuando el jefe de Estado apuntó contra la Corte Suprema de Justicia. Ese fue el tramo que el Presidente dejó para el final.

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"Mientras que muchas provincias necesitan realizar obras que permiten asegurar servicios tan esenciales como el agua potable para sus habitantes, la Corte Suprema de Justicia aseguró cautelar a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires recursos coparticipables que no le corresponden contrariando la ley de coparticipación vigente. Le quita dinero a los que más necesitan y destina esos mismos recursos a la ciudad más opulenta del país", lanzó el jefe de Estado.

A su derecha, lo escuchaban con estoicismo las autoridades del Máximo Tribunal. Pese a que los magistrados recibieron la invitación a "último momento", decidieron no desairar al Presidente. Dieron el presente sus dos autoridades: Horacio Rosatti, presidente, y Carlos Rosenkrantz, vicepresidente. Las dudas hasta el día anterior eran si los cuatro supremos se apersonarían en el Palacio del Congreso en medio del juicio político en su contra que lleva adelante la Cámara baja.

Las acusaciones del Presidente a los Supremos despertó al oficialismo y a la oposición del letargo que reinaba en el recinto de la Cámara de Diputados. Es que el Presidente llevaba una hora y media leyendo, con monotonía, un discurso en el que enumeraba lo que consideraba los logros de sus tres años al frente de Ejecutivo y trataba de ganarse la aprobación de su Vice, Cristina Kirchner, que no emitió gesto alguno cuando el mandatario se refirió al intento de asesinato que sufrió su compañera de fórmula el 1 de septiembre. O cuando habló de  su "inhabilitación" -no proscripción-. 

Llamativamente, con la mención de la Corte no fueron los diputados del PRO, que el año pasado vaciaron el recinto cuando Fernández apuntó contra su líder Mauricio Macri, los que se retiraron del recinto en esta oportunidad. Lo habían barajado en la previa al discurso presidencial y, si se sentían agredidos, apelarían a esa herramienta. La excepción fue el halcón Fernando Iglesias.

El porteño escuchó parte del discurso de espaldas al Presidente. Giró su banca para contradecir al mandatario cuando aludió a la Corte Suprema, lo tildó de "mentiroso" a los gritos, agarró sus cosas y abandonó el lugar. El oficialismo aplaudió su salida.

Fueron los legisladores porteños de Evolución Radical, con su líder Martín Lousteau a la cabeza, los primeros que se pararon de sus bancas y se fueron del recinto. "Me levanté del recinto y me fui porque no puedo admitir que se diga una barbaridad semejante. El Presidente miente: no puede decir que la Ciudad de Buenos Aires no es parte del convenio de coparticipación", explicó el senador porteño en sus redes sociales.

Cinco de los ocho diputados del Interbloque Federal, en el que conviven el socialismo, el schiarettismo e Identidad Federal también pegaron el portazo en ese tramo. El dato es que los que se quedaron fueron los tres legisladores que responden al gobernador Juan Schiaretti, claro adversario de Fernández.

"Arrancó contradiciendo una sentencia de la Corte, opina sobre el Juicio Político y es cabeza de otro poder. Nosotros somos cámara acusadora, no puede hacer eso", argumentó el socialista Enrique Estévez a El Cronista apenas se retiraba del recinto. 

El socialista también explicó en Twitter la decisión del bloque que comparte con Mónica Fein: "Nos levantamos de la asamblea legislativa. Al Presidente solo le importa su interna. No puede desconocer los fallos de la Corte ni entrometerse en el proceso de juicio político. Miente cínicamente usando el dolor de los santafesinos y santafesinas. Repudiable y lamentable."

El bloque socialista fue uno de los que abandonó el recinto.

El jefe del Interbloque Federal, Alejandro "Topo" Rodríguez, junto con Graciela Camaño y Florencio Randazzo también abandonaron el recinto. "El 16 de febrero propuse citar como testigo en la Comisión de Juicio Político al Presidente. El FDT respondió con un rechazo tajante. Por eso, le reclamé al kirchnerismo que ahora es una arbitrariedad institucional y una ilegalidad que el Presidente use su discurso para incidir en el proceso en curso. Por eso nos fuimos", explicó Rodríguez a los pocos minutos.

En paralelo, la bancada de Juntos por el Cambio saludaban al presidente, le gritaban "chau", rebatían las palabras del mandatario y le cantaban, con ironía,  "borombombon, borombombon, para Alberto la reelección". Como le explicó a El Cronista uno de los que saludaba al mandatario, el radical Luis Naidenoff, "la mejor noticia es que es el último mensaje de Alberto Fernández".

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Los últimos en dar el portazo fueron los libertarios Javier Milei y Victoria Villarruel. "Como representante de los habitantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, me acabo de retirar del recinto frente a los ataques del Presidente a nuestra querida Ciudad. Es inadmisible aceptar con nuestra presencia las mentiras y los ataques del Presidente a la Ciudad", fundamentó el economista en Twitter.

Mientras se producían la fuga de los legisladores, los supremos se mantuvieron sentados en su silla, dispuestas al costado del estrado. Del otro lado tenían al Gabinete de Fernández. 

Durante toda la jornada, fueron pocos los que saludaron a los dos supremos: la primera fue Graciela Camaño, de Identidad Federal. Le siguió Pablo Tonelli y Humberto Schiavoni, ambos del PRO.

Un presidente desairado

No estuvo Axel Kicillof, tampoco Máximo Kirchner. La Vicepresidenta apenas lo saludó y evitó tocarlo al momento de las fotos. Ni siquiera le aceptó agua. 

Apenas fueron cinco los gobernadores del PJ que dijeron presente en el Congreso. En ese contexto, el Presidente pronunció su último discurso de apertura de sesiones ordinarias.  

El desaire al Presidente fue evidente. En las inmediaciones del Congreso casi no hubo movilizaciones en su apoyo. En el Palacio, las sillas vacías fueron varias y contundentes. Apenas un puñado de sindicalistas, algún que otro empresario, y pocos referentes de organizaciones de Derechos Humanos estuvieron presentes en los palcos.

En uno de ellos se ubicó Massa, a raíz de los 40 años de democracia, en calidad de expresidente de la Cámara baja, no se sentó con el resto del Gabinete de Fernández, sino junto con dos de sus antecesores: Julián Domínguez y Eduardo Camaño. 

Sergio Massa evitó sentarse con el resto del Gabinete de Alberto Fernández.

El hueco más grande fue el de los gobernadores. Apenas cinco peronistas participaron de la Asamblea Legislativa: Alberto Rodríguez Saá (San Luis), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Sergio Ziliotto (La Pampa), Gustavo Bordet (Entre Ríos) y Raúl Jalil (Catamarca). A ellos se le sumó el amarillo Horacio Rodríguez Larreta (CABA).

En sus dos horas de discurso, el mandatario tampoco hizo grandes anuncios. Apenas deslizó un par de iniciativas que enviaría al Congreso. Entre ellas, la Ley de Bienestar Animal, para reconvertir zoológicos y acuarios. 

"Los animales no pueden estar encerrados para entretener a los seres humanos", argumentó. Y le insistió al Poder Legislativo que avance con proyectos que él mismo impulsó tiempo atrás, pero que duermen el sueño de los justos.

En concreto, dedicó buena parte de su mensaje a remarcar lo que consideró los principales logros de su gestión, no faltó una alusión al covid. "Fui quien puso el pecho a la pandemia", destacó.

"Vino a lanzar su candidatura", interpretaron algunos opositores. Otros, todo lo contrario: "Fue un discurso de fin de mandato". Para la mayoría, fue un mensaje "adormecedor", "aburrido" incluso hubo quienes lo tildaron de "cínico" y muchos destacaron que estuvo falto de anuncios. "No hay iniciativa política", subrayó un cambiemita.

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