En alianza con Bloomberg Businessweek

Inversores ángeles, el nuevo "Instagram de los emprendedores" con amistades que cuestan u$s 10.000

En Silicon Valley, colaborar con la startup de un amigo es una forma totalmente normal de mantenerse en contacto.

En esta noticia

Maia Bittner es una inversora ángel y tiene muchos amigos que fundaron startups. A veces le piden si quiere poner dinero en sus empresas. Antes Bittner se sentía incómoda: no quería que dieran por sentado que les haría un cheque solo porque son amigos. Pero en algún momento se percató de que la amistad es un buen motivo para colaborar monetariamente.

"El hecho de que sean mis amigos implica que hay algo bueno e interesante en esas personas", comenta Bittner, fundadora de dos compañías propias: Rocksbox, un servicio de alquiler de joyería, y Pinch, una startup de tecnología financiera. A quienes considera buenos amigos les entrega dinero ciegamente, sin preguntar a qué se dedica la empresa, porque confía en el criterio ajeno. "Invertir en mis amigos es grandioso -cuenta-. Los ayudo. Si les va bien, me va bien a mí. Si no, los ayudo a que sean emprendedores".

En ciertos estratos elevados de Silicon Valley, la actitud despreocupada de Bittner se ha vuelto común. La inversión por amistad, que históricamente era el reino de los ultrarricos, es ahora un pasatiempo del sector tecnológico entre quienes se encuentran con fondos adicionales y con amigos emprendedores que buscan recaudar dinero. 

Aparte de los acaudalados que invierten su propio dinero directamente en startups, las inversiones con sumas pequeñas son más habituales que nunca. Según PitchBook, en 2021 se crearon 449 fondos de microinversiones con activos por u$s 50 millones o menos, 100 más que en el año anterior. Esos fondos suelen invertir en compañías jóvenes y entregan cantidades menores que los fondos de riesgo más grandes.

Menos papeleo, más inversión

Las inversiones providenciales tienen una larga historia en el financiamiento de Silicon Valley. En el pasado personas acaudaladas usaban la estructura para hacer apuestas riesgosas en startups jóvenes. La mayoría fallan; algunas producen rendimientos espectaculares. Pero el proceso se simplificó radicalmente en los últimos años gracias a las herramientas de software. AngelList, una plataforma de inversiones tecnológicas que ayuda a conectar a inversores, fundadores y postulantes laborales, se está concentrando en administrar el complicado papeleo necesario para recaudar fondos.

Maia Bittner es socia del fondo XFactor Ventures

Al facilitar el proceso, más personas empiezan a interesarse. "Miras a tu alrededor y todos hablan de invertir", resume Parker Thompson, socio en SAXCapital, filial de AngelList. "Y, de repente, uno también puede hacerlo".

Librar cheques despreocupadamente es incluso más común entre personas a las que Thompson tilda de "post-económicas", es decir, tan ricas que ya no tienen que trabajar. En otras ciudades, la elite post-económica se dedicaría a comprar Ferraris, pero en San Francisco, aclara Thompson, lo más probable es verla invirtiendo en las startups de sus amigos. La inversión angelical es un "símbolo de estatus". "Lo hacen para no perder vigencia", aclara.

En ciertos círculos, la inversión providencial ya no aspira a ganar dinero. También es una forma de ejercitar las conexiones sociales, y formar parte de la ronda de financiamiento competitivo de una startup de moda puede equivaler a estar en la lista de la mejor discoteca. "En San Francisco la cartera de inversiones es tema de conversación", dice Dina Burkitbayeva, inversora que también dirige una startup de ciencias de la vida. "Es una marca social que indica que tienen acceso o que se enteraron antes".

Bittner cree que hizo unas 50 inversiones en los últimos seis años, por lo general de u$s 5000 cada una. Siempre que puede mezcla con entusiasmo su círculo social con su cartera de inversiones. Cuando un amigo se lamentó por su falta de antecedentes auditables, Bittner respondió: "Te conozco hace cuatro años, pasamos tiempo juntos, he visto quién sos, y eso es más de lo que hacen los inversores. Apuesto por vos".

Esa moneda tiene otra cara. Si un conocido se acerca a Bittner pidiéndole que invierta y ella tiene dudas, es un indicio de que esa persona no es en verdad un amigo. "Mucho depende de si respeto en lo profundo a esa persona", explica. Del otro lado, siente una punzada cuando alguien que considera un amigo no la invita a una ronda de financiamiento. En abril tuiteó: "Supongo que sabes quiénes son tus amigos de verdad cuando no te reservan un lugar en su ronda de financiamiento".

Si la inversión se torna personal también puede ser algo incómoda. Algunos inversores lo comparan a la delicada danza de ser invitado -o no- al casamiento de un amigo. Es comprensible si la ronda de financiamiento se limita a un grupo pequeño, pero "si un fundador al que considero mi amigo abrió una ronda en la que hay otras personas iguales a mí, y él no me invita, eso sería raro", señala Packy McCormick, fundador de un newsletter sobre startups y ahora director de un fondo para etapas iniciales. Por otra parte, aclara, "a veces uno pide que no lo inviten porque eso me obligará a decir que sí, y preferiría no tener que hacerlo".

Según PitchBook, en 2021 se crearon 449 fondos de microinversiones con activos por u$s 50 millones o menos, 100 más que en el año anterior

En las altas esferas del sector tecnológico, invertir en la compañía de un amigo ayuda a sostener una relación. "Cuando mi amigo me pregunta si quiero invertir, por supuesto que voy a poner u$s 10.000, es una forma de estar en contacto, una excusa para conversar", ilustra el fundador de una startup, que además hace inversiones providenciales y pidió que no lo identificaran para no ofender a otros amigos. "Para mí es algo muy similar a Instagram. Nos seguimos entre nosotros. La única diferencia es que cuesta u$s 10.000, y para crear un perfil hay que fundar una empresa".

Esta combinación de dinero y amistad "refuerza la índole informal de muchos aspectos del Valle", opina Jeremy Conrad, fundador de startups e inversor ocasional. Conrad ha visto a sus colegas cambiando información sobre operaciones con startups en comunidades online para alumnos de grandes compañías tecnológicas. Y él mismo conoció ese privilegio. 

Con su última startup recaudó unos u$s 10 millones, de los cuales u$s 1 millón vinieron de amigos personales -Bittner entre ellos- que mayormente invertían a título personal, no profesional. Esa compañía fracasó, lo que implica que perdió el dinero de sus amigos. Pero cuando habló con ellos más tarde, "nadie se enojó conmigo". "La mayoría -cuenta- me decían que no me preocupara, que la próxima vez funcionaría, y me agradecían por haberlos dejado participar".

Democratizar el fondeo

El año pasado AngelList adoptó una herramienta que simplificó mucho las apuestas de los inversores en pequeñas cantidades. El vehículo ayuda a los fundadores a agrupar a decenas de inversores en una entidad de la lista de capitalización de la compañía. 

Por lo general, los cheques menores no justifican la preocupación: los fundadores tienen que perseguir a cada inversor para que transfieran el dinero, y necesitan la aprobación de cada uno de ellos para hacer operaciones importantes como una adquisición. La herramienta que los agrupa agiliza el proceso. Otras firmas, como Carta, Flow, Party Round y Stonks también desarrollaron programas para refinar el papeleo del financiamiento.

AngelList es una de las tantas plataformas que simplifican la inversión inicial en startups

En una reciente ronda de recaudación de fondos, Burkitbayeva acumuló unos 20 cheques por sumas menores de amigos y familiares y los reunió en un solo instrumento en AngelList. Sin esa opción jamás habría conseguido el dinero de esos inversores pequeños. "Hizo que no tuviera que pagar decenas de miles de dólares a mis abogados de Wilson Sonsini", explicó. Estas nuevas estructuras "sin dudas democratizan a lo grande las inversiones providenciales".

Incluso en medio del oscurecimiento de la situación económica en los últimos meses, las inversiones de amigos continúan. Entre abril y mediados de junio, cuando los acuerdos de inversiones de riesgo de etapas avanzadas cayeron un 43 por ciento, el financiamiento de etapas iniciales solo se redujo un 26 por ciento, según datos de la firma de análisis CB Insights. En el segundo trimestre los inversores cerraron unos 1.160 acuerdos providenciales, un descenso de casi un tercio frente al año pasado pero de todos modos cerca del máximo histórico, indican datos de PitchBook.

Aunque algunos inversores están nerviosos, los más prósperos -los que ven a los fondos de riesgo como dinero para jugar- siguen bastante relajados, observa Eric Bahn, socio en el fondo de riesgo Hustle VC. Algunos incluso doblan la apuesta. "Todo les parece barato y creen que ganarán más con su dinero -apunta. Irónicamente, este les parece el mejor momento".

Los inversores más jóvenes son especialmente confiados. Meagan Loyst, directora de una comunidad en Slack para inversores de la generación Z, afirma que la depresión del mercado "ni siquiera aparece en las conversaciones con amigos" a la hora de tratar operaciones de inversión. "Lo lindo de la inversión providencial es que adopta una mirada a muy largo plazo, un horizonte de diez años -aclara. Para el que tiene el dinero no hay muchos cambios".

La versión original de esta nota se publicó en el número 348 de revista Apertura.

Temas relacionados
Más noticias de emprendedores

Las más leídas de Apertura

Las más leídas de Negocios

Noticias de tu interés

Compartí tus comentarios

¿Querés dejar tu opinión? Registrate para comentar este artículo.