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Dilema 2023: la oposición y el oficialismo no logran enamorar, y las elecciones "están para cualquiera"

Inflación y dólar serán factores clave en una Argentina impredecible, con un electorado apático y sin expectativas. Ese es, precisamente, el desafío: renovarlas

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Todavía no había pasado nada y algunos ya sabían cómo iba a terminar. Era junio y alrededor de la mesa preparada en Olivos estaban el presidente, Alberto Fernández, y su vice, Cristina Fernández de Kirchner. Analizaban el escenario de las próximas elecciones, las PASO de agosto 2021. Había confianza y buen humor hasta que, un poco fastidiada, Cristina sacó un cuadrito y cortó en seco: "Si, con este salario ganamos la elección, yo dejo de ser peronista"

 Con ellos cenaban el entonces presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, los aún jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y titular del bloque oficialista, Máximo Kirchner; el ministro del Interior, Eduardo Wado de Pedro, y los bonaerenses Axel Kicillof, Andrés Larroque y Gabriel Katopodis. Faltaban dos meses para las primarias y todavía no se conocía la foto del cumpleaños de Fabiola. Alberto Fernández estaba convencido del triunfo. Tanto, que afirmaba: "Ganamos por 10 puntos o yo me retiro de la política".

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Esta anécdota, de los tiempos en los que todavía el oficialismo podía juntarse en una misma mesa a discutir, permite sacar dos conclusiones y plantear una tesis: 1) que la dirigencia política amenaza y apuesta, pero jamás se jubila; 2) que la posibilidad de acertar un pronóstico a siete meses de una elección es, prácticamente, realismo mágico

Sin embargo, sí es posible analizar distintos escenarios en función de los datos. Y de la historia. Tesis: la ciudadanía demanda futuro, pero la oferta electoral de todos los espacios políticos solo puede ofrecer pasado. La Libertad Avanza, con Javier Milei, podría ser la excepción; es una novedad. Pero, ¿lo son sus ideas? ¿Sus socios? 

La irrupción de Javier Milei abre incógnitas en las elecciones de 2023

El oficialismo ya abandonó la aventura de eliminar las PASO del año que viene, por lo que habrá primarias en agosto. Sesenta días antes deben inscribirse las alianzas y 50 días, los candidatos. Falta un siglo. Sin embargo, tanto en el Frente de Todos (FdT) como en Juntos por el Cambio (JxC), se apuran por ordenar. Tanto unos como otros creen que la fractura solo garantiza el triunfo del rival. Sin considerar, al menos por ahora, al factor Milei. 

Quizá por eso, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta tensan la cuerda a niveles límite, pero sin sacar los pies del plato. Hasta ahora, la interna del PRO es más fuerte en la cúpula, entre los dirigentes, que en sus bases, los votantes. Pero cuidado: los márgenes son delicados y, si perfora, puede ser una catástrofe para JxC. Para que se entienda mejor, un ejemplo de dos internas bonaerenses. En 2021, Diego Santilli versus Facundo Manes, una pelea casi artificial que potenció la oferta y facilitó el triunfo. En 2015, Aníbal Fernández versus Julián Domínguez: una interna feroz que terminó, en la elección general, con la derrota de Aníbal a manos de María Eugenia Vidal.

Quizá preocupado por el cariz que tomaba la interna, quizá advertido de la oportunidad que le regalaban sus socios, Mauricio Macri apareció en esa batalla interna como un ordenador del espacio y encendió todas las alarmas. El rol del expresidente en la alianza ocupa no solo a Bullrich y Larreta, sino también al radicalismo y la Coalición Cívica, que trabajan por evitar un "segundo tiempo".

 Todos unidos triunfaremos

En el oficialismo, en tanto, Cristina Fernández es quien más clara tiene la necesidad de unidad. Esto, pese a haber afirmado el 6 de diciembre -tras ser condenada a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos- que no será "candidata a nada" en 2023. Sin embargo, antes, el 17 de noviembre, en La Plata, había advertido: "Sin Cristina, hay peronismo posiblemente dividido, fracturado, enfrentado, inocuo e inutilizado para cualquier proceso de cambio". Entre esta definición en La Plata y la sentencia en el juicio por corrupción en la obra publica, Cristina recibió en el Senado al jefe del Movimiento Evita, Emilio Pérsico. El mismo al que había apuntado por los piedrazos en su despacho. Unos días antes, Máximo Kirchner había viajado hasta La Matanza para tomar unos mates en la casa de Pérsico y su pareja, Patricia Cubría (quien aspira a pelear por la intendencia el año que viene). La Matanza es un distrito clave de la tercera sección electoral, donde el kirchnerismo tiene (¿tenía?) una alianza histórica con Fernando Espinoza.

El oficialismo sabe que sus chances en 2023 son más que escasas. Pero, si se dividen, son nulas. La que viene es una elección con mandato de cambio. El politólogo Andrés Malamud marcaba, con tino, que, si bien las últimas cuatro elecciones de América latina (Perú, Chile, Colombia y Brasil) las ganaron candidatos de izquierda, esos candidatos también eran opositores. Y, si se amplía la muestra y se toman las últimas 11 elecciones de la región, se obtendrá que 10 fueron ganadas por la oposición, de los cuales solo seis eran progresistas.  

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 Y ese reclamo de cambio está atado, definitivamente, al mal desempeño de la economía. Por eso, la inflación y el dólar serán factores clave en una Argentina impredecible, con un electorado apático y sin expectativas. Ese es el desafío: la renovación de expectativas.

Dijera Néstor Kirchner en su discurso de asunción, el 25 de mayo de 2003: "Vengo a proponerles un sueño". En 2023, se cumplirán 20 años de ese día, 20 años de la irrupción del kirchnerismo en la esfera nacional. Hoy no hay sueño que convenza a la ciudadanía; hoy, los que aún están interesados en escuchar quieren que les propongan un plan y les expliquen cómo lo aplicarán. 

La gente ya ni siquiera está enojada, está harta. A la angustia e incertidumbre generada por la pandemia, se sumaron la crisis económica, con una inflación proyectada para el año que viene por encima del 100 por ciento, la inseguridad desbocada y la inestabilidad política. En todos los estudios de opinión pública y focus groups, aparecen las mismas palabras: incertidumbre, desconfianza, tristeza.

Un dato: el último informe de Reuters, Digital News Report, relevó que los ciudadanos tienen cada vez menos interés en el consumo de noticias. La Argentina está entre los cinco primeros con caídas más importantes. De cada 100 personas que, en 2015, estaban interesadas en la información política y económica en este país, hoy solo lo están 48. Completan el podio los Estados Unidos (Donald Trump), Brasil (Jair Bolsonaro), el Reino Unido (Brexit) y España (final del bipartidismo). En todos, se atravesaron procesos políticos disruptivos. Para pensar. 

Patricia Bullrich es la candidata del ala dura de Juntos por el Cambio

 Esta desconexión con la información no se traduce linealmente como una desconexión con la política. Dicho de otro modo: no todos los que no consumen noticias dejarán de ir a votar en 2023. Pero sí podrían dejar de hacerlo una buena parte de ellos. Esto lo vienen advirtiendo, también, las encuestas privadas y propias. La Cámpora, siempre desconfiada, armó hace unos años su propio equipo de medición. Son militantes que aplican su expertise profesional al servicio de la organización. En las últimas encuestas, que hacen de forma semanal y presencial en distintos puntos del conurbano, sumaron una pregunta sobre comportamiento electoral. Obtuvieron un resultado que les preocupó: en una muestra de 800 casos, el 15 por ciento eligió la abstención. 

Por eso, quizá fuera más atinado pensar que la próxima elección no se definirá tanto por demanda, como por oferta. Cuántos más candidatos, más se divide el voto y más importa ese voto base, consolidado. En palabras de la politóloga Ana Iparraguirre: "La elección está para cualquiera". Porque, si bien el oficialismo tiene atada su suerte a lo económico, la oposición no logra terminar de enamorar. No ha surgido, por ahora, un proyecto de futuro que la sociedad legitime.

Pero, es justo decirlo, es muy difícil para la oposición explicar en detalle un plan cuando no se sabe qué Argentina se gobernará. O podría decirse: qué nivel de crisis se va a enfrentar. ¿Va a lograr Massa navegar este mar turbulento y llegar con barco a puerto? ¿Puede la sequía impactar en la producción agropecuaria, al punto de obligar a una devaluación que derive en una espiralización de la inflación? Como dicen ahora, la cosa está muy finita. 

Horacio, Patricia y Mauricio: para qué 

Muchos creen que, cuanto más difícil la situación económica y más descontento social, mayor oportunidad para los candidatos monocromáticos (Bullrich, Macri, Kirchner). Más espacio para aventuras personales o perfiles antisistema como Milei. El libertario crece en las encuestas y se asienta en torno a los 20 puntos, un número que le impacta a JxC, sobre todo, en las PASO, pero que afecta a todo el sistema político. 

Dicho esto, la realidad es que un escenario de conflictividad social sin control solo sería posible con un Frente de Todos quebrado y una oposición irresponsable. No sucede ninguna de las dos cosas. Los hechos: ante situaciones extremas, el oficialismo ha resuelto en unidad. Ejemplos: la elección de los consejeros de la Magistratura y la designación de Sergio Massa en el Ministerio de Economía. Por parte de la oposición: la votación del acuerdo con el FMI y del Presupuesto, y su comportamiento ante el intento de magnicidio a Cristina Fernández.   

Tras la condena en la causa Vialidad, Cristina Kirchner dijo que no sería candidata en 2023

 Por eso, lo más probable es que se llegue a 2023 con las dos alianzas como se las conoce hoy. La principal incógnita está en las candidaturas, que al mismo tiempo son claves para pensar no solo el futuro de estas alianzas, sino del país. Es que si, como quieren muchos y pese a la definición de Cristina, los candidatos fueran ella y Macri, se estaría frente a un "bloqueo de los antagónicos", en palabras del radical Ernesto Sanz. ¿Por qué? Porque tanto uno como otro consolidarían un núcleo duro en torno al 40 por ciento, que hace imposible la gobernabilidad y afecta la alternancia democrática en tanto uno, como oposición, obtura cualquier empresa que proponga el otro como oficialismo, solo por defecto de origen.

Una de las novedades de 2022 es, sin duda, la reaparición de Macri en la vida política. Y este resurgimiento desordenó JxC. El padre jubilado volvió y demostró que es el padre, pero que no está ni cerca de jubilarse. El radicalismo, que trabajaba en las candidaturas de Facundo Manes y Gerardo Morales, quedó atrapado en los cruces de PRO y ahora discute hacia adentro qué hacer para no volver a ser furgón de cola.  

  Macri no definirá su candidatura hasta último momento y eso pone a JxC en una situación de incertidumbre y dependencia. Rodríguez Larreta es un convencido de que esta es una maratón, no una carrera de velocidad. Y aunque mira algunas encuestas con preocupación, mantiene su estrategia: lento y al centro. "El fracaso de este gobierno genera una ansiedad que no adelanta los tiempos electorales. Estamos convencidos que no hay que subirse a esa ansiedad", repiten, como un mantra, en su entorno.

En esa maratón, Larreta va clavando postas. Desde hace un año, dedica por lo menos tres días, de jueves a domingo, a recorrer el país. Y a final de noviembre plantó su candidato en la Ciudad: Fernán Quirós. La postulación del médico, el dirigente con mejor imagen en la Ciudad, generó bronca en el PRO. Muchos leyeron que, al poner a Quirós en la cancha, Larreta dividía el voto PRO con Jorge Macri (apoyado por el expresidente y Bullrich) y le ampliaba las chances de triunfo al radical Martín Lousteau. ¿A cambio de qué? Del apoyo de la UCR a nivel nacional. 

Gerardo Morales buscaba ser candidato a presidente por la oposición

 Sin embargo, esta lectura podría ser equivocada. Primero: no está tan claro que el radicalismo se juegue por Larreta cuando todavía falta tanto. Sin ir más lejos, el 18 de noviembre Larreta visitó Santa Cruz por primera vez y se sacó la criticada foto con José María Carambia. El hombre más importante de la UCR en la provincia, Eduardo Costa, se fue a Río Negro con Morales, presidente de la UCR. Segundo: Quirós podría llevarse votos también del FdT, es uno de los pocos ministros a los que el kirchnerismo rescata. Tercero y fundamental: ¿no es, acaso, la postulación de Quirós una carta que Larreta no tenía y pone sobre la mesa para, llegado el momento, negociar con Macri su apoyo en la interna nacional a cambio de garantizar el lugar de su primo en la sucesión del Gobierno porteño? Habrá que esperar y ver. Cuarto: siempre hay lugar para una sopresa: ¿y si apareciera Vidal para sellar la unidad?

Es que, aunque Macri no sea candidato, su apoyo podría ser definitorio. Muchos recuerdan la elección de 2015 en la Ciudad cuando Gabriela Michetti era la favorita, pero Macri habilitó las internas, respaldó a Larreta y la primaria terminó con el que comenzó de abajo convertido en nuevo jefe de Gobierno. Pero Bullrich no es Michetti. La exministra de Seguridad ya avisó: ella será candidata le guste a quien le guste. 

Convencida de que no tendrá otra oportunidad como esta y envalentonada por lo que le muestran las encuestas y la calle, Bullrich consolida su voto y empieza a trabajar, por ahora en silencio, para ampliar el espectro. No lo cuenta públicamente, pero ya se sentó con varios hombres importantes del peronismo con llave para tomar decisiones. No solo gobernadores, también sindicalistas y, sobre todo, empresarios. 

En JxC muchos creen que, aunque Macri la prefiera a Patricia por su perfil, al final del camino terminará inclinándose por Rodríguez Larreta, un hombre con el que trabaja hace 20 años y sobre el que tiene una suerte de "poder especial". En definitiva, Larreta podría resultarle más confiable en término de intereses personales. No todo es política, al fin y al cabo. Sus dudas con el jefe de Gobierno tienen que ver con su carácter: no termina de convencerse de que Horacio encare los cambios que, él cree, la Argentina necesita. 

Quienes suscriben esta idea, pero guardan una esperanza de que se imponga Bullrich aún sin contar con el aval de Macri, confían en el vínculo que construyó con la gente en los últimos cuatro años. "La estructura no siempre define", afirman. Podrían tener razón. Es oportuno recordar la interna Menem-Cafiero. El aparato peronista, con los gobernadores incluidos, apoyó al mandatario de Buenos Aires. Pero la elección la ganó un riojano excéntrico.

Alberto y Cristina, expectativas y realidad 

En el oficialismo, en tanto, un sector del kirchnerismo duro se lamenta la decisión de Cristina de comunicar que "su nombre no estará en ninguna boleta". Sin embargo, no la terminan de bajar de la contienda. Explica Larroque: "A la hora de votar, la gente la ve a Cristina como ese cartel que dice ‘en caso de incendio, rompa el vidrio'. Ella garantiza previsibilidad y experiencia de gestión". También la oposición cree que, por más enojada que esté la gente, a la hora de votar, más vale "malo conocido que bueno por conocer".

Cristina podrá no ser candidata, pero querrá mantener el poder. Y el desafío es complicado: la estrategia del fronting moderado está agotada. Las fórmulas combinadas, con cabeza de centro y segundo puro, fracasaron electoralmente en 2015 con la dupla Scioli-Zannini y en la gestión con la apuesta de 2019, Fernández-Kichner. Por eso, propone ahora una estrategia electoral consensuada, que surja de una mesa política integrada por todos los actores del FdT: movimientos sociales, CGT, gobernadores. 

El referente del Movimiento Evita tuvo reuniones con Cristina Kirchner, de quien estaba distanciado

Un sector del peronismo trabaja para que esa mesa sea real y no relato. Para sentarse y poder decidir, y no solo asentir y firmar. Son habituales las comidas entre el jefe de Gabinete, Juan Manzur, y el líder del Evita, Pérsico. Se entusiasman con que los billetes que garantiza el tucumano para una campaña electoral les permitan quedarse, al menos, con 8 o 10 puntos del voto peronista. Coquetean con esa aventura también Daniel Scioli, Juan Zavaleta y el propio Presidente. 

Un Alberto Fernández que no se da por terminado. ¿Por qué no podría él mismo buscar su relección como cara de ese espacio? Está convencido que la economía va a repuntar y cree que el triunfo de Luiz Inácio Lula Da Silva en Brasil le pone al alcance de la mano un aliado inmejorable. Confía en que la amistad que los une alcanzará para una suerte de padrinazgo del petista. 

En el entorno del Presidente hacen esta cuenta: si Massa lleva la inflación a 4 puntos mensuales el año próximo, eso no solo lo posiciona al propio Massa como candidato, sino también al Presidente que, en las formas, fue quien lo designó al frente del Ministerio de Economía. Todas conjeturas. Por ahora, el tigrense insiste en que los próximos dos años su familia lo necesita fuera de la vida pública. Veremos. 

Decía Carlos Pagni en el podcast "La banda Presidencial", de Camila Perochena y Santiago Rodríguez Rey, que, para perdurar en el poder, se debe "percibir correctamente el momento histórico". ¿Cuál es hoy ese momento histórico?

La versión original de esta nota se publicó en el número 348 de revista Apertura.

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