OPINIÓN

No se dice, pero hay una devaluación

Hay un viejo problema filosófico que dice: si un árbol cae en el bosque pero nadie está cerca, ¿lo mismo hace ruido?

Hay un viejo problema filosófico que dice: si un árbol cae en el bosque pero nadie está cerca, ¿lo mismo hace ruido? En Argentina podríamos preguntar: si el precio del dólar sube pero no decimos devaluación, ¿lo mismo tiene efectos económicos?

Creo que no hay ninguna duda, y a diferencia de un árbol que cae una sola vez, evitar decir y reconocer una devaluación tiene varios efectos que se retroalimentan, armando una telaraña donde "un cambio aquí produce un resultado allá". Utilizaré números muy aproximados, simplemente para que se entienda.

Argentina insiste en un complejo mecanismo para autorizar exportaciones, y además obliga a entregar sus dólares al BCRA luego de pagar impuestos. Así, el exportador cobra dólar oficial menos retenciones (en el caso extremo de la soja poco más de $ 100 y nadie más de $ 170), y el BCRA recibe un dólar por el cual emite $ 160.

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Para que esos pesos no queden en el mercado generando más inflación, enseguida emite deuda llamada Leliq por $ 160 por las que paga una tasa aproximada de 100% anual. El año que viene, si las paga, habrá en el mercado $ 320 con lo cual sólo restringe temporariamente los pesos que dan vuelta en el mercado, para tener un efecto peor el año siguiente.

Sigamos: el dólar lo entrega al gobierno a cambio de títulos intransferibles cuyo valor de mercado es nulo por definición, al ser intransferible. Es decir que por un minuto tiene un dólar en el activo y $ 160 en el pasivo, pero enseguida tiene cero en el activo y un pasivo que pronto será $ 320.

También pudiera ser que entregue los dólares a un importador o usuario de tarjeta de crédito, por lo cual recibirá $ 160, quedando en cero tanto activo como pasivo. Pero el Gobierno habrá cobrado una serie de impuestos sobre ese dólar, con lo cual el importador tendrá un dólar y habrá pagado entre $160 y casi $300, según el permiso que tenga para usar ese dólar.

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Aun así, no hay dólares para todos, con lo cual el gobierno recientemente ha autorizado a usar los dólares propios a importadores.

Esto es interesante: sin esa regulación, un importador no podía utilizar sus propios dólares, sino que debía pedirlos al BCRA, so pena de caer en una serie de restricciones de todo tipo (días para esperar próximas transacciones, dificultades para pagar, etc.).

Algunas empresas pueden disponer de forma parcial de dólares y por si fuera poco complejo, a algunos se les autoriza a comprar al BCRA dentro de unos meses, pero no está claro a qué precio. Como no se sabe el precio, posiblemente se use la estimación del tipo de cambio libre, que hoy es el doble del oficial de $ 160.

La argentina insiste en implementar un complejo mecanismo para autorizar exportaciones, y además obliga a entregar sus dólares al BCRA luego de pagar impuestos.

Si el lector ya está mareado con los números, puedo comentarlo con palabras, pero resulta que las palabras que lo explican -devaluación e impuestos- son las que la maquinaria regulatoria trata de evitar. Lo que no puede evitar son sus efectos.

Veamos: el importador puede comprar y pagar a $ 300, por lo tanto, su costo de hoy es $300. O puede tener la suerte que le autoricen para dentro de 6 meses, pero como no sabe a qué precio, posiblemente se parezca a $300. O puede tener permiso para comprar a $ 160 pero no tiene porqué vender a ese precio.

Sea lo que sea, el costo que traslada difícilmente sea menor al costo de reposición a... $300! Es decir, el mismo efecto de una devaluación que tanto se quiere evitar por su impacto en precios y tal vez en recesión al ser tan caro. Claro que peor es que ni siquiera haya insumos y se pare la producción, que es lo que estaba ocurriendo y para evitar la cual se arma este nuevo galimatías.

Como no es una devaluación, en realidad funciona como un monumental impuesto sobre el exportador, que no cobraría $300 (menos las benditas retenciones) sino que sigue cobrando $160 y luego las retenciones.

Algunas empresas pueden disponer de forma parcial de dólares y por si fuera poco complejo, a algunos se les autoriza a comprar al BCRA dentro de unos meses. 

Tenemos todo lo malo de una devaluación (mayores costos) y ninguno de los beneficios (mayores exportaciones).

¿Por qué empecinarse así? No es sólo política estando cerca de las elecciones. El tema es que hay mucha deuda pública indexada al dólar oficial. Si se reconociera un valor mayor, pues la deuda instantemente aumenta. También porque la importación de energía la realiza el Estado, y quiere comprar los dólares baratos. Porque claro, el gobierno sí tiene acceso a dólares a $160.

Pero no es el único, ya que hay algunos importadores que logran el permiso para comprar a ese precio. Con lo cual tenemos la posibilidad que un empresario argentino deba competir con alguien que importa con el dólar oficial. O algún amigo consiga comprar a precio oficial y vender a precio de mercado. No sigo con el tema, pero no por falta de espacio sino porque las conclusiones que siguen son muy poco agradables. Resumo:

Tenemos una devaluación sin decirlo, un aumento de impuestos a los exportadores sin decirlo, un premio para algunos amigos importadores sin decirlo y una inflación terrible, pero esa no hace falta decirla, todos la vemos. 

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