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Cómo Bolsonaro logró construir un movimiento de derecha más grande que su presidencia

Gane o pierda la segunda vuelta, la coalición de militantes del líder brasileño seguirá marcando la política del país mucho después de las elecciones de este domingo.

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En el escenario del recinto ferial de Montes Claros (Minas Gerais) y ante los rugidos de aprobación de miles de seguidores vestidos con los colores nacionales de Brasil, verde y amarillo, un pastor evangélico le presentó la Biblia al hombre al que estaba dedicada la lectura: el presidente Jair Bolsonaro.

Mientras Bolsonaro hacía campaña por la reelección de cara al ballottage del 30 de octubre, en el escenario lo acompañaba una muestra representativa de su coalición conservadora: un general del ejército que se presenta como su compañero de fórmula, un exitoso empresario que acaba de ser reelegido como gobernador en el estado clave de Minas Gerais, y un músico de YouTube convertido en senador.

Todos tenían el mismo mensaje: Brasil está en un momento crítico de su historia y Bolsonaro no debe perder frente a su contrincante, el expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva.

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"No podemos permitir que Brasil se convierta en un desastre como Venezuela", dijo Humberto Souto, alcalde de Montes Claros, la principal ciudad del norte de Minas.

Mientras que la reputación internacional de Lula sigue reflejando los esfuerzos de su gobierno por reducir la pobreza, los partidarios de Bolsonaro sólo hablan de la corrupción que empañó su tiempo en el cargo. "Lula es un ladrón, el único lugar para él es la cárcel", coreaba la multitud en el acto.

Lula sigue siendo el favorito en los sondeos, aunque Bolsonaro está reduciendo la distancia y las encuestas de la primera vuelta subestimaron su apoyo.

Gane o pierda, en estas elecciones Bolsonaro ha demostrado que forjó un movimiento de derecha duradero, que mezcla el conservadurismo y el nacionalismo brasileño con políticas de guerra cultural al estilo estadounidense y batallas libradas en las redes sociales.

"El bolsonarismo tiene un fuerte arraigo en la sociedad", dice Camila Rocha, autora de un libro sobre el presidente. "[Aunque pierda] podrá mantener el movimiento porque tendrá mucho dinero y creo que intentará volver en cuatro años".

EL BOLSONARISMO

Los pilares de su coalición son las iglesias evangélicas, el ejército y la policía, los agricultores, las empresas y una nueva generación de músicos e influencers de YouTube socialmente conservadores.

Bolsonaro está reduciendo la distancia con Lula, las encuestas de la primera vuelta subestimaron su apoyo

Las elecciones de Brasil, con su énfasis en la religión, el nacionalismo y las normas culturales, parecen diferentes a otras contiendas presidenciales recientes en Sudamérica.

Bolsonaro ha mantenido con éxito un mensaje antisistema incluso durante su mandato, arremetiendo contra instituciones como el Supremo Tribunal Federal (STF) o los principales medios de comunicación, que cree que son parciales contra él, y cultivando una imagen de hombre del pueblo.

Le gusta conducir su moto y parar en los pueblos pequeños para comer un pastel, un aperitivo de comida rápida frita. Últimamente, sus giras se han convertido en actos de campaña masivos y móviles, con miles de simpatizantes vestidos con los colores nacionales de Brasil que lo acompañan sobre dos ruedas.

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Esta es la imagen que está resonando en su base y ayudando a reducir la distancia con Lula antes de la decisiva segunda vuelta del domingo. Una encuesta realizada la semana pasada por Datafolha sugería que el exlíder tiene un 52% de apoyo frente al 48% de Bolsonaro, un empate técnico, dado el margen de error de dos puntos porcentuales.

"La izquierda no hizo nada por nosotros y dejó el país hecho un desastre", dice Ana Tulia Flores, una joven estudiante de Derecho que asistió al acto de Montes Claros. En las elecciones presidenciales de 2018 había votado al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, pero ahora apoyaba a Bolsonaro.

Lula, que gobernó Brasil entre 2003 y 2010 durante el boom de las commodities, ha reunido una amplia coalición de partidos contra Bolsonaro, pero los críticos dicen que hizo una campaña deslucida que carece de ideas frescas. Lula conserva un fuerte apoyo entre los más pobres de Brasil, los sindicalistas y la mayor parte de la intelectualidad y el mundo de la cultura.

Pero entre los 100 millones de brasileños de lo que la agencia nacional de estadísticas IBGE define como la mayor clase social -en términos generales, la clase trabajadora calificada y la clase media baja, que se expandió bajo Lula- Bolsonaro está construyendo una ventaja.

"La cosa libertaria de Bolsonaro tiene sentido para algunas de estas personas", dice Rocha. "Muchos son trabajadores informales, trabajadores de la economía gig [changas]. Muchos de ellos piensan: 'No quiero pagar impuestos', y 'quiero ser mi propio jefe'."

La coalición socialmente conservadora del presidente populista ha echado raíces profundas en el vasto interior del país, en el floreciente sector de la agroindustria, que ahora representa casi el 30% del PBI, así como en el sur y el sureste más desarrollados de Brasil.

Una sondeo de Datafolha (con un margen de error de 2 puntos) dice que Lula tiene 52% frente al 48% de Bolsonaro

  Los candidatos que apoyan a Bolsonaro obtuvieron resultados importantes en las elecciones legislativas y a gobernadores, que coincidieron con la primera vuelta de la carrera presidencial.

En las elecciones al Congreso, el Partido Liberal (PL) de Bolsonaro fue el gran vencedor. Pasaron de siete a 13 escaños en el Senado de 81 miembros, donde serán el partido más grande, y de 76 a 99 escaños en la Cámara Baja de 513 miembros.

Los aliados de Bolsonaro también ganaron o están a punto de ganar las poderosas gobernaciones de los tres estados más poblados de Brasil que representan el 40% de la población del país: San Pablo, Minas Gerais y Río de Janeiro.

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"Fue una demostración de fuerza de Bolsonaro. Sobre todo en el Senado y en la Cámara [de Diputados]. Es un Senado mucho más conservador", afirma Maria do Socorro Braga, politóloga de la Universidad Federal de San Carlos.

LA ECONOMÍA

Bolsonaro está siendo ayudado por un rendimiento económico mejor de lo esperado. Se espera que el PBI de Brasil crezca un 2,8% este año, según el FMI, no muy lejos del de China. El año pasado se recuperó completamente de la pandemia y la inversión extranjera directa se disparó hasta los u$s 74.000 millones en el año hasta septiembre, frente a los u$s 50.000 millones del año anterior, según el Banco Central de Brasil. La inflación alcanzó un máximo de más del 12% en abril, pero cayó al 7,2% en septiembre, y varios líderes empresariales son optimistas con el presidente.

Los argumentos empresariales resuenan con fuerza en Romeu Zema, que dirigió una cadena familiar de retail antes de entrar en política y ganar la elección como gobernador de Minas Gerais en 2018. Reelecto este mes, estaba feliz de compartir el escenario con Bolsonaro en Montes Claros a pesar de no estar de acuerdo con algunas de las ideas más extremas del presidente, como su promoción de medicamentos no probados para el Covid-19, que se ha cobrado más de 680.000 vidas en Brasil.

"Conozco al presidente de cerca", le dijo Zema al Financial Times, haciendo caso omiso de las preocupaciones expresadas a menudo por la oposición y los líderes de la sociedad civil de que Bolsonaro representa una amenaza para la democracia. "Es una persona verbalmente impulsiva (...) Pero no actúa de la misma manera. No lo defiendo. Tengo muchas diferencias con él. Creo que se equivocó en varias cosas".

Bolsonaro también se ha movido para ampliar su atractivo entre los pobres. El plan de bonos sociales para las familias más pobres se ha ampliado para el año electoral, en lo que los opositores denuncian como un descarado electoralismo que corre el riesgo de empeorar las precarias finanzas del Gobierno. El presidente convenció al Congreso para que esquivara un límite constitucional de gasto para ampliar su programa de asistencia social, Auxílio Brasil.

El gobierno de Bolsonaro afirma que es el "mayor programa de transferencia de ingresos del mundo" y el mensaje se repite constantemente entre los votantes. "600 reales - Bolsonaro paga más", rezaba el mensaje en las pantallas gigantes laterales del acto de Montes Claros.

Mina Gerais es clave: desde 1950 ningún presidente ha triunfado en Brasil sin ganar ese estado

La indignación que a menudo se expresa en Europa o Estados Unidos por el lenguaje crudo y a veces misógino de Bolsonaro y sus comentarios políticamente incorrectos resuena menos en Brasil, dicen los analistas, sobre todo entre los menos educados.

"Todo el mundo en Brasil tiene a alguien como Bolsonaro en su familia o en su círculo de amigos", dice Oliver Stuenkel, profesor de la Fundación Getulio Vargas en San Pablo.

Los ataques de Bolsonaro a los ecologistas y su firme defensa del derecho de Brasil a explotar tierras en la selva amazónica son populares entre los brasileños que se resienten de que los extranjeros les digan cómo dirigir su país.

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Sus exabruptos y vida personal, con tres matrimonios y dos divorcios, no le han impedido presentarse con éxito ante sus seguidores como un defensor de los valores familiares y ganar el apoyo de los evangélicos, que ven a Lula y a la izquierda como una amenaza mayor.

En sus actos, sus aliados se empeñan en presentar al presidente de 67 años por su nombre completo, Jair Messias Bolsonaro, cuyo segundo nombre significa el ungido o el salvador. En el acto de Montes Claros describió a Minas como el estado en el que "nació de nuevo", en referencia a que sobrevivió a un apuñalamiento casi mortal durante la campaña de 2018.

El duro mensaje de Bolsonaro sobre la ley y el orden funciona bien en un país convulsionado por la delincuencia violenta. Los anuncios de su campaña hacen hincapié constantemente en el tiempo que pasó Lula en la cárcel acusado de beneficiarse personalmente de la corrupción, aunque esas condenas fueron posteriormente anuladas por el STF. También intentan pintarlo como el candidato de los delincuentes y los narcotraficantes.

Gane o pierda, en estas elecciones Bolsonaro ha demostrado que forjó un movimiento de derecha duradero

Las tendencias autoritarias del presidente, como excapitán del Ejército que ha elogiado en el pasado la dictadura militar del siglo XX en Brasil, ayudan a explicar su atractivo para los militares. La elección de Walter Souza Braga Netto, un general de la reserva del Ejército, como su compañero de fórmula lo ha consolidado aún más.

UNA GUERRA SANTA

A medida que la batalla electoral llega a sus etapas finales, la ventaja inicial de Lula sobre Bolsonaro se ha reducido y el expresidente se ha visto obligado a ponerse a la defensiva.

Después de haber apoyado la legalización del aborto, Lula ha subrayado que se opone personalmente al procedimiento. El 19 de octubre publicó una larga carta abierta a los evangélicos en la que subrayaba su fe cristiana y prometía la libertad religiosa, y se ha unido a las reuniones de oración de las iglesias.

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Aunque la religión ha desempeñado un papel menor en las elecciones presidenciales de Sudamérica, en la campaña de Brasil ha ocupado un lugar central, lo que ha llevado a algunos comentaristas a hablar de una 'guerra santa' entre Bolsonaro y Lula en la que cada candidato invoca a Dios de su lado y pinta al oponente como la encarnación del diablo.

Este territorio favorece a Bolsonaro. La otrora dominante iglesia católica de Brasil está en franca decadencia, con su atractivo erosionado por el aumento de las iglesias evangélicas. Mientras que la mayoría de la menguante población católica está a favor de Lula, según los sondeos de opinión, Bolsonaro disfruta de una clara ventaja entre los evangélicos.

No se sabe si la coalición conservadora de Bolsonaro es lo suficientemente grande como para ganar las elecciones.

La base de Bolsonaro son las iglesias evangélicas, el ejército y la policía, los agricultores y las empresas

La mayoría de los expertos siguen creyendo que Lula ganará, pero pocos descartan una victoria sorpresa de Bolsonaro. Si Lula triunfa, se enfrentará a una dura batalla contra un Congreso hostil y una base bolsonarista fuertemente motivada.

"Incluso si Bolsonaro pierde las elecciones, tendrá aliados en San Pablo, Río, Minas Gerais y el sur", dice Rocha.

Montes Claros y el estado en el que se encuentra, Minas Gerais, encapsulan la dinámica de la elección. Desde 1950 ningún presidente ha ganado en Brasil sin ganar Minas, un estado más grande que Francia que incluye un próspero núcleo industrial, un floreciente oeste agrícola y un norte más pobre y principalmente rural.

El gobernador Zema dice que sus encuestas privadas indican ahora que Bolsonaro ha empatado en el estado y que Lula ha cancelado sus apariciones en el noreste para hacer nuevas paradas en Minas en los últimos días de la campaña.

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