Historias de vida

Esta argentina no quería dar más clases y se fue a recorrer el mundo: ahora vive en España y ya publicó su primera novela

Leticia Bianca dejó una Argentina envuelta en una crisis y con el objetivo de cumplir sus sueños. Hoy, siete años después, los cumplió con creces, pero no fue fácil. Su historia, personal e intransferible, puede ser la de muchos.

Su vida transcurría entre las clases que daba en distintas escuelas y las discusiones políticas. Convencida de que se venía una victoria de Daniel Scioli, decidió dejar el país en 2013, pero el pasaje recién lo sacó en agosto de 2015. Al final, ganó Mauricio Macri, y algunos de sus amigos pensaron que la decisión de irse estaba motivada por la batalla electoral de aquel entonces. Pero, en realidad, las razones tenían raíces más antiguas. 

Leticia Bianca (37) es su nombre artístico y nació en Lanús allá por 1985. Es profesora de historia y de español como lengua extranjera. Tras pasar por Australia y China, desde noviembre de 2017, está instalada en Madrid, España, donde trabaja como contenidista de e-learning, ya editó su primera novela -Solo se muere una vez, Editorial Neural, 2021- y va camino a sacar la segunda.

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"En Buenos Aires había mucho ruido"

Las razones de Leticia para dejar la Argentina, como anticipaba, no tenían que ver con la política y la coyuntura, sino que vienen desde chica. "Siempre tuve la fantasía de pasar una temporada afuera, pero lo asociaba con un período, no in aeternum", relata en diálogo con El Cronista. 

Ya lo decía Robert Burnslos planes de ratones y hombres (y mujeres) quedan truncos, al menos por un tiempo. Cuando egresó, se fue de viaje a Cuba, que coincidió con el quincuagésimo aniversario de la revolución. Allí descubrió, en las tres semanas que duro la estadía, que extrañaba "horrores" a la familia. Y cuando aplicó para una beca, algunos años después, no resultó elegida.

"Ahí me quedo una espina tremenda, que fue creciendo hasta que 10 años después logré instalarme", remarca. Al final, se fue en diciembre de 2015,  pero también porque se había muerto su abuela (que fue como una madre para ella) y su vida como la conocía se había terminado. Anidaba en ella, como si todo esto fuera poco, una cruza entre el estrés y la crisis vocacional.  

"Había dado clases una década en todos los formatos habidos y por haber (universidad pública, universidad privada, terciario, secundario, alfabetización, cárceles, comedores populares, sindicatos) y no había nada que me llamara la atención para seguir con mi carrera. Así que me fui un poco 'a ver qué hay' en plan periodista, y me fui 'para escribir' porque en Buenos Aires hay mucho ruido", relata vía mail. 

Cuando dejó el Río de la Plata, lo hizo con rumbo a Australia. El plan era quedarse un año, ahorrar dinero y conocer China ("que era una fantasía que tenía desde chica y fue siempre un viaje muy caro para hacer desde la Argentina", apunta). En el medio, conoció varios países del sudeste asiático, Japón incluido.

Leticia Bianca en China. 

Leer, comer, mantener la cordura

Luego de que superó esas etapas del viaje, y al ver que la situación de la Argentina no mejoraba durante el gobierno de Macri, decidió seguir afuera. Viajó a Italia y sacó la ciudadanía, a instancias de su abuela, que nunca había renunciado a ella. Tras tres meses en Buenos Aires para terminar de armar "la carpeta" -traducir, legalizar y todo lo que hace falta para sacar el pasaporte italiano-, se instaló en un pueblo de Sicilia junto a otros argentinos que estaban en la misma, le pagó a un gestor y esperó durante cinco meses.

"Leí 50 libros y comí como los dioses, pero no fue fácil mantener la cordura gastando ahorros y 'esperando' que mi vida cambie para siempre. Ahora hay mucha gente haciéndolo, salió en muchos medios como hacerlo, etcétera, pero en ese momento (2017) todo el mundo en Buenos Aires me miraba como si fuera una demente", amplía. 

Con la ciudadanía bajo el brazo, se fue a trabajar un tiempo a México y luego recaló en su destino final, España. De eso ya pasaron siete años. "Finalmente, logré escribir, escribo muchísimo, instalé la lectura y la escritura en mi vida como quería, estudio literatura, escribo literatura, publico literatura", se entusiasma.

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LA NOVELA

El viaje, el exilio digamos, y la novela que Leticia Bianca escribió, van de la mano. Si bien escribió toda su vida (blogs, papers académicos, artículos en revistas, guiones de videojuegos, etcétera), había algo del ruido porteño que ella sentía que tapaba su faceta creativa.

"Como me fui para 'escribir' una de mis mejores amigas de Buenos Aires, que también es periodista, me regaló un cuaderno, para que usara de diario. Así que la primera semana en Australia empecé el diario. A siete años de irme escribí más de 25 cuentos, 12 crónicas de viajes, arriba de 30 artículos, dos guiones de cine y dos novelas (una publicada en la Argentina y otra en proceso de corrección para ser publicada en España)", relata, con orgullo. 

Y eso no es todo, no. "Empecé a estudiar ni bien llegué a Madrid (como soñaba de niña y me denegaron en 2007): hice unos 15 talleres (de guion de cine, de guion de TV, dramaturgia, relato, novela) y estoy pensando en hacer un máster de escritura creativa el año que viene para seguir profesionalizando el oficio. Aparte ya voy por 40 cuadernos escritos del diario, que releo en general para Navidad y me encanta porque es como hacer historia de mi propia vida. Logré lo que me propuse: instalé la escritura en el centro de mi existencia y aún con sus sinsabores, puedo decir que estoy en una apasionadísima relación con el teclado y que él es, sin duda, el gran amor de mi vida". Y al final de este texto agrega un emoji. 

Qué, dónde, cuándo

Los trabajos para sostener sus sueños fueron muchos y variados. En Australia trabajó como "la chica de que tomaba las órdenes al teléfono para el room service de un hotel cinco estrellas", en México pasó a Reservas en dos cadenas de hoteles en la Riviera Maya y en Italia no trabajó (sin papeles no se puede). 

Ya aterrizada en tierra española, solo tuvo que esperar 10 días para arrancar en una web de reservas de departamentos "tipo AirBnB pero de larga estancia, que funciona mucho en Europa por el plan de becas interna de los Erasmus", comenta. 

Después de un año y medio en ese trabajo, cambió de rubro: empezó a hacer marketing para todo el mercado español en una empresa estadounidense de farma, una medtech (es decir, una startup dedicada a la tecnología médica). Allí se quedó un tiempo: a los tres meses de entrar la ascendieron a manager y coordinó toda la atención al cliente y el marketing para cinco países de Europa y dos de Medio Oriente durante dos años, mientras paralelamente creaba contenido educativo para su equipo de 10 personas, y diseñaba todo tipo de material educativo vinculado a la relación entre la empresa y las clínicas. 

Ahora, y hasta nuevo aviso, trabaja en una empresa -también estadounidense- dedicada a la traducción y la localización de contenidos digitales. "Diseño y escribo material educativo digital para traductores de más de 50 países", detalla.

Foto: Zarateman, CC0, via Wikimedia Commons.

El hogar, en España, fue cambiando de lugar. En la actualidad, vive en Carabanchel, un barrio en las afueras de Madrid que podría homologarse con Avellaneda, porque está realmente muy cerca del centro. Esta es su tercera casa en la ciudad; antes vivió en Salamanca -un barrio parecido a Recoleta- y Lavapiés -el San Telmo de allá-. 

"La diferencia con Buenos Aires es que en Madrid el transporte público es excelente -tanto así que los madrileños se jactan de tener una de las mejores redes de subtes de Europa y puede que sea cierto, quizás le gana Londres-, y los precios de la vivienda bajan de manera sideral cuando te vas de lo que ellos llaman 'La Almendra' o 'Dentro de la M30', pero que en realidad es un radio urbano como si te dijera Palermo, Villa Crespo y Almagro, o sea mucho más pequeño que CABA. Por lo tanto, no me molesta vivir fuera de Madrid Centro porque tengo el departamento más grande que logré alquilar en mi vida adulta por el mismo precio que antes pagaba una habitación en una casa compartida en el centro."

MANUAL DE INSTRUCCIONES

"No le creas absolutamente a nadie que se fue ninguna recomendación. Si lo querés hacer, hacelo, hay 150 formas de lograrlo", dice, bien directa, Leticia.

"Lo que sí puedo es compartir algo que me dijo una amiga que conocí en Sidney, que me quedó marcado a fuego: 'Cuando te vas a vivir a otro país que no es el tuyo, te van a pasar cosas que nunca te pasaron antes, entonces no vas a tener ningún registro de cómo reaccionar, probá llorar'. Y sí, se llora mucho como inmigrante, muchísimo, por motivos que a veces ni siquiera se sabe cuáles son. Así que en todo caso mi recomendación sería esa: probá llorar."

Preguntas obligadas

Es una pregunta típica. Pero, si está cansada de que se la hagan, tiene la delicadeza de no decirlo. Sí, le gusta vivir fuera de la Argentina. ¿Por qué? Se explaya, como la escritora que es: "Me da una perspectiva muy diferente de mi propia vida, cada dos por tres me siento como en una dimensión paralela y pienso 'yo no tendría que estar haciendo esto, yo tendría que estar tomándome el 24 para ir de San Telmo a Barracas a visitar a mis hermanos, pero estoy haciendo esto, o sea que esto es real, es como un error de la Matrix', entonces ahí sí creo que vale la pena todo el esfuerzo de emigrar, porque es una decisión sostenida en el deseo, no es una decantación, no es una inercia, nacés ahi, vivis ahí, morís ahí", dice.

La primera novela de Leticia Bianca, publicada en versión e-book. Dentro de poco se viene la segunda. 

Eso no es todo, porque agrega que vivir afuera le generó unos niveles de tolerancia a lo diferente altísimos: "Cada vez me sorprendo menos, cada vez asimilo más rápido que la gente en un lugar hace algo, en otro hace otra cosa, etcétera. En un contexto global de tanta intolerancia, creo que eso es una virtud enorme. Y en lo personal, por como fue mi crianza y mi juventud, vivir lejos de la gente que quiero me sirvió para valorarlos mucho más, para conectarme más con mi parte sensible que siempre en Buenos Aires estuvo tapada de trabajo, militancia y obligaciones. Soy mucho más emocional que la que era cuando me fui, estoy muchísimo más conectada con mis emociones y eso por lo menos a mi, me parece algo importante en mi crecimiento como persona, más allá del estatus económico o la calidad de vida, que mejoré de cuando vivía en Buenos Aires, pero recién ahora". 

Pero no, no todo es color de rosa, lo que falta es el amor familiar. "Podés hacer amigos, podés estar de novia,  y miles de planes y miles de fotos de Instagram con 13.434 arrobas y todos felices bebiendo en la playa, pero tu familia es tu familia y vive en otro continente, esto no te lo olvidas ni un solo día de tu vida". 

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El balance, al final, es positivo, y lo resume así. "Lo que me encanta de España es la baja inflación, la seguridad y la oferta de crédito hipotecario. No te estoy diciendo ni salarios ni laburos geniales, porque acá el mercado laboral está más flexibilizado que en la Argentina, pero si logras conseguir un laburo, por más mediocre que sea, podes ahorrar y si querés en entre tres y cinco años entras a un crédito. Eso en la Argentina es impensable, acá es difícil pero posible".

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