Propuestas para el crecimiento y desarrollo económico de Argentina

El crecimiento no necesariamente implica desarrollo: se puede tener crecimiento sin desarrollo, aunque es difícil pensarlo al revés. Actualmente, Argentina lleva un periodo de 11 años sin hacer crecer su economía. Su estancamiento data del año 2011, donde el crecimiento real de la actividad económica fue de 6.5%. Luego se alternaron años pares recesivos, con ciertas mejoras en los impares (cuando se llevan a cabo las elecciones). Durante este período, el PBI per cápita cayó debido al estancamiento económico y al aumento de la población. Si a esto le añadimos que en la última década llevamos más de 800% de inflación acumulada, la inestabilidad cambiaria, la problemática de los precios relativos y que el desempleo nunca logró estar por debajo del 7%, es difícil imaginar que la calidad de vida de los argentinos haya mejorado.

En base a esta problemática, nos encontramos trabajando en enfoques estratégicos que permitan que el país retome el sendero de crecimiento económico. Se entiende que el crecimiento, y posterior desarrollo económico de una región es de vital importancia para mejorar las condiciones de vida de los individuos en la sociedad. Estos conceptos implican no solo lograr estabilidad en términos macroeconómicos sino también la generación de condiciones favorables en sectores estratégicos del país.

Los sectores analizados son el agropecuario y el energético, considerados como generadores y consumidores intensivo de divisas respectivamente. Asimismo, el sector industrial se ve como aquel capaz de absorber mano de obra no solo calificada, sino también sin calificación elevada, y el sector de servicios basados en el conocimiento como el dinamizador para aportar calidad a los bienes y servicios producidos en Argentina.

La línea de investigación se divide en tres ejes bien marcados: mejora de las instituciones, reforma fiscal y reforma monetaria.

En lo referente al área institucional, se precisan instituciones fuertes y consolidadas que le den previsibilidad al funcionamiento de la economía argentina. De lo contrario, se dificultaría armar un plan a largo plazo si las reglas de convivencia cambian constantemente generando desconfianza y alejando inversiones necesarias para crecer.

En materia de reforma fiscal, el dinero destinado actualmente en subsidios energéticos impacta fuertemente en el agregado económico. No sólo por las cuentas públicas sino porque cualquier plan de estabilización de precios requiere que esta tensión de precios relativos este resuelta. Por este motivo, la estructura de precios se encuentra desestabilizada. Si pensamos en cualquier programa de ajuste inflacionario donde exista un acuerdo de precios, esta variación debe estar incluida.

En lo relacionado a la reforma monetaria, más allá del anclaje cambiario, es necesario realizar una unificación porque en un contexto de "cepo" y brecha es muy difícil aumentar las exportaciones. Son las exportaciones las que, al menos en el corto plazo, podrían poner en funcionamiento el motor que empujaría a que el país cuente con las reservas que en este momento necesita.

Estas tres líneas de acción tienen como misión alcanzar una macroeconomía ordenada, condición necesaria para crecer. El mencionado ordenamiento implica cuentas públicas estables, emisión monetaria consistente con la demanda de ese activo y que el sector externo tenga superávit aprovechando la mejora en términos de intercambio. Sobre esta base puede pensarse en la ejecución de una estrategia general de desarrollo que busque promover los sectores económicos. En pocas palabras, trabajar de manera transversal en el área macro y microeconómica.

Si bien estas propuestas son solamente algunas ideas para pensar en un crecimiento sostenible a largo plazo, la recuperación del sendero de crecimiento de la economía argentina implica una tarea más profunda de coordinación macro y microeconómica, así como también en el diseño de políticas promotoras del desarrollo económico.

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