Xi Jinping y la influencia de Henry Kissinger

En el pensamiento chino el tiempo se concibe más como un círculo que como una línea recta y esto explica la vigencia que la tradición política, los principios del partido y la experiencia histórica tienen para el presidente chino Xi Jinping para preservar la identidad del país en este proceso de cambio geopolítico que debería consolidarse a partir del 20º Congreso Nacional del Partido Comunista Chino que se llevará a cabo en Beijing el 16 de octubre de 2022.

Se cree que el actual líder chino, Xi Jinping, será reelegido como Secretario General del Partido Comunista Chino (un partido con mas de 96 millones de miembros - el Partido más grande del mundo), y será elegido como Presidente del Partido Comunista Chino, título que no se utiliza desde 1982, y el cargo más alto que ocupó Mao Zedong.

La importancia de esta eleccion no es menor dado los riesgos, desafíos nacionales e internacionales que deberá China enfrentar en el mundo actual. China necesita seguir con su proceso de modernización reafirmando la construcción de un país socialista moderno. Este objetivo requiere de una férrea disciplina en el manejo de los asuntos internos. Algo que es un importante ingrediente de cualquier política: preservar la integridad del Estado y su identidad.

Como Henry Kissinger, Xi Jinping es un realista que cree que la preservación del Estado requiere tanto firmeza como astucia a expensas de los adversarios internos y externos, y ello implica , un clásico de realpolitik.

Una caracteristica del pensamiento de Xi Jinping es el, no solo como estadista sino como estadista en funciones relevantes: desde el 20 de enero de 1969 hasta el 3 de noviembre de 1975, como asistente del presidente para asuntos de seguridad nacional, primero con Richard Nixon y luego con Gerald Ford. Desde el 22 de septiembre de 1973 hasta el 20 de enero de 1977 como Secretario de Estado., posiblemente uno de los puntos de inflexión en la Guerra Fría y junto con Richard Nixon la One Nation policy.

Una caracteristica del pensamiento de Xi Jinping es el respeto por el historial de Kissinger, no solo como estadista sino como estadista en funciones relevantes: desde el 20 de enero de 1969 hasta el 3 de noviembre de 1975, como asistente del presidente para asuntos de seguridad nacional, primero con Richard Nixon y luego con Gerald Ford. Desde el 22 de septiembre de 1973 hasta el 20 de enero de 1977 como Secretario de Estado. Fue Kissinger quien, con Zhou Enlai, abrió las comunicaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y la República Popular China, posiblemente uno de los puntos de inflexión en la Guerra Fría y junto con Richard Nixon la One Nation policy.

A Kissinger se le valora por su capacidad para pensar conceptual y analíticamente sobre el sistema internacional a medida que evoluciona. Como pensador, Kissinger se asocia convencionalmente con el realismo, una filosofía caracterizada por la evaluación fría de la política exterior a la luz descarnada del interés nacional (realpolitik).

Ciertamente, Kissinger no era un idealista en la tradición del presidente estadounidense Woodrow Wilson, quien buscó la paz universal a través del derecho internacional y la seguridad colectiva. El idealismo impide tomar decisiones practicas acordes con la historia. Quizás esto explique su posición en Davos con respecto a Ucrania que a muchos sorprendió.

Un líder debe tomar decisiones que esten basadas en experiencias historicas. La historia es la clave para comprender a los rivales y aliados; muchas decisiones de política exterior son opciones entre males; y los líderes deben desconfiar de los peligros de idealismos desprovistos de realismos presentes o históricos.

Ignorar la importancia de la historia nos lleva a cometer errores. Los estados actúan como unidades, dentro de un contexto histórico. La memoria de los estados es la prueba de la verdad de su política. Cuanto más elemental es la experiencia, más profundo es su impacto en la interpretación del presente de una nación (Taiwan, Ucrania, Malvinas).

Para Xi Jinping la historia es doblemente importante: como fuente de analogías esclarecedoras y como factor definitorio de la autocomprensión y valoracion nacional, para muchos malinterpretado como nacionalismo.

Para Xi Jinping el consenso interno es crucial, porque al momento de elegir una política no puede haber disensos. No puede haber matices en el medio aunque la elección sea entre males (caso Uigur).

En pocas palabras, las elecciones más difíciles en política seguramente se darán entre los males, por lo que el acto verdaderamente moral es elegir el mal menor (incluso si políticamente es la elección más difícil). 

En 1957, en Nuclear Weapons and Foreign Policy, por ejemplo, Kissinger argumentó que algo aparentemente abominable, como una guerra nuclear limitada, puede ser el mal menor si las alternativas son la capitulación o la aniquilación (Hiroshima?). 

En su capítulo final, Kissinger explica en detalle una teoría general de los males menores que puede leerse como una especie de credo: "Sería reconfortante si pudiéramos limitar nuestras acciones a situaciones en las que nuestras posiciones morales, legales y militares estén completamente en armonía y donde la legitimidad esté más de acuerdo con los requisitos de supervivencia. Pero como el poder más fuerte del mundo, probablemente nunca más se nos brindarán las opciones morales simples en las que podríamos insistir en nuestro pasado más seguro... Lidiar con problemas de tal ambigüedad presupone ante todo un acto moral: una voluntad de correr riesgos por un conocimiento parcial y por una aplicación menos que perfecta de los propios principios. La insistencia en los absolutos... es una receta para la inacción". China al igual que USA y Rusia no pueden darse ese lujo.

Un problema central de la era democrática, es que la gente tiende a preferir líderes carismáticos a estadistas sagaces. Creo que Xi Jinping comparte esa idea.

Parte de la tragedia del estadista es que siempre esta en minoría, porque "no es el equilibrio lo que inspira a los hombres sino la universalidad, no es la seguridad sino la inmortalidad". En la decisión los lideres están solos.

Xi Jinping lo sabe y a través de su perdurabilidad en el tiempo en los cargos de mando; Xi comenzó a discernir que, a pesar de su carácter obviamente revolucionario, la República Popular China ha madurado lo suficiente para reclamar su lugar en el mundo y ello depende de su líder.

Lo positivo es que China busque ese lugar en un equilibrio de poder y que en el antagonismo chino-soviético-americano actual, cada uno de los contendientes, entiendan que son partes necesarias del sistema y su equilibrio, y no enemigos a combatir y destruir.

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