Opinión

El kirchnerismo y el discurso del odio al dólar

La cruzada que hoy comienza del Ministerio de Economía en Washington tiene ya la luz verde para el desembolso de la segunda revisión al acuerdo con el FMI: la aprobación se daría a conocer en una semana. Sergio Massa llegará el miércoles a la capital norteamericana e inmediatamente participará de reuniones con el staff del organismo internacional. Los u$s 4.100 millones que se liberarán para la Argentina servirán para pagarle al propio FMI los vencimientos de 21 y 22 de septiembre por u$s 2.800 millones. En octubre, hay u$s 1.400 millones más de pagos. Los dólares del FMI entran por una puerta giratoria al BCRA: salen por completo a los 30 días.

La llegada de Sergio Massa al Ministerio de Economía hizo que las paridades de los bonos pasaran de 18% al 24%. Alejó los temores de una chavización de la Argentina. Es Estados Unidos no Venezuela. Es otro alineamiento político. Las metas fiscales son la base de los acuerdos con el FMI y allí hubo gestos hacia Washington con la quita de subsidios a las tarifas y los recortes en diferentes partidas del gasto público. ¿Alcanzan? No, pero al menos habilitan a que el staff del FMI pueda esbozar una aprobación de los desembolsos.

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Ayer el titular del Palacio de Hacienda anunció el esperado dólar soja: una suerte de devaluación por 30 días y sectorial. Hasta el gobernador Schiaretti en reuniones con productores señalaba que si el gobierno no devaluaba lo iba a hacer el mercado. El anuncio de ayer servirá para ganar tiempo dado que es un anticipo en definitiva de liquidaciones de exportaciones. Además mostró las diferencia existentes entre Massa y Pesce por los mecanismos para seducir al campo. Existen dudas en Reconquista 266 sobre la reacción que tendrán los productores ante la propuesta del dólar a $200 para vender su tenencia en los silo bolsas. El interrogante es el de siempre: ¿qué hacemos con los pesos? Los plazo fijo en pesos no atraen, pick ups no hay entrega inmediata, comprar dólar en la Bolsa no pueden. El Banco Central se apresta en la reunión de directorio del jueves 15 a subir nuevamente las tasas de interés no sólo por la inflación de agosto en torno al 6,5% sino también por el impacto monetario de la venta de dólares de los exportadores de cereales.

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Pero ¿por qué los mercados no reaccionan a los cambios que se vienen en la Argentina? El kirchnerismo no tiene prácticamente chances en las próximas elecciones. Sus propios dirigentes lo confiesan. En el 2015 el mercado empezó a descontar 18 meses antes el "regime change trade", con apuestas a los bonos y las acciones argentinas. El cambio de régimen político que se espera desde el 10 de diciembre del 2023 no tiene adherentes serios aún en la plaza financiera local. ¿Qué pasa? En primer lugar el mundo está en diferente situación que en 2015. Los "high yield" (empresas de alto riesgo en Estados Unidos) tenían un riesgo de 300 puntos básicos y la Argentina entonces era una apuesta atractiva para inversores. Ahora ese riesgo de los "high yield" es de 870 puntos y compite con las opciones que ofrece la Argentina.

Traduciendo lo anterior al español: hay muchos opciones hoy en el mundo riesgosas con mejores perspectivas que las de la Argentina. Sri Lanka, cuyo presidente huyó meses atrás a las Maldivas, y su domicilio fue tomado, ya tiene desde el viernes un programa con el FMI. Egipto va en la misma dirección.

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La Argentina tiene muchas dudas por delante. El mercado financiero está en modo "ver para creer" con el nuevo ministro de Economía pero también con los candidatos a presidente en el 2023. Lo precios de las acciones argentinas igual seducen: una empresa como Central Puerto vale sólo u$s 700 millones en la Bolsa. La herencia que recibirá el nuevo gobierno será muy difícil de administrar, mucho peor que la del 2015 en lo económico pero también en lo social.

La inflación sigue su camino. La suba de precios está en un nuevo escalón de 6% que será difícil de reducir en el corto plazo. Lo monetario, si bien no determinante en la aprobación de los desembolsos del FMI, alimenta las expectativas. Sólo con el anuncio ayer, si se cumplen las proyecciones oficiales son $ 600 mil millones más en la plaza. El rojo cuasi fiscal si bien no es explosivo hoy, no permite un combate serio contra la inflación. En algún momento, las Leliq y los pases se canjearán por un bono indexado a mediano plazo: la única duda es quién será el funcionario que adopte esa decisión.

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De corto plazo predomina el discurso del odio al dólar. El kirchnerismo digiere cualquier medida menos un salto en el tipo de cambio oficial. Pero para que haya un amor al peso resta bastante. El jueves las cotizaciones en la Bolsa, el MEP y el "contado con liqui" se operaron en retroceso anticipando los anuncios de ayer y las novedades que puedan surgir en Washington esta semana. Seguramente el comunicado del FMI tras la reunión entre Massa y Georgieva contenga las clásicas frases de "reunión constructiva" y "trabajamos conjuntamente para que Argentina pueda superar sus desafíos". El ruido político por ahora no afecta al mercado cambiario. Por ahora.

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