VÍAS NAVEGABLES

Los gauchos no sabían navegar. ¿Por qué creemos que hoy aprendieron?

Hoy pululan incontables estudios de expertos consultores y cámaras empresarias de actividades que no tienen nada que ver con la navegación

 JUAN JOSÉ PABEROLIS (*)

En los albores de la independencia, el criollo, estaba preparado para la batalla. Hombre de campo, conocedor de una vida llena de privaciones, jinete excepcional, diestro con el cuchillo y acostumbrado al desierto estaba listo, quizás sin saberlo, para ser un soldado duro y aguerrido. Cuando llego la hora de la libertad, solo hizo falta disciplinar y organizar el coraje natural de nuestros gauchos. Sin embargo, en el agua, todo fue diferente. El criollo la desconocía y le temía. No tenía idea de cómo se manejaba un buque y mucho menos de cómo se podía luchar con cañones a flote. El gaucho, era hombre de a caballo y no un marino. La lucha por la independencia, desde el agua, fue forjada por extranjeros: Brown, irlandés; Bouchard y Hubac, franceses; Azopardo, maltes, etc.

Casi un siglo después, no había cambiado mucho en la navegación fluvial. Tuvo que venir un italiano, el capitán Bruno Pellizzetti, para que muchas décadas antes que se hablase del tema, impulsase una cruzada que llamó: "42 pies de Rosario al mar" Como muchos visionarios, se adelantó varias décadas su tiempo. Por ello, en este breve artículo, me gustaría rescatar algunos de sus conceptos principales, ya que están tan vigentes como casi medio siglo atrás. Don Bruno nos decía, luego de su experiencia en el Mississippi a donde viajo a estudiar la navegación fluvial; "En Norteamérica acortaron su río y regularon sus curvaturas, pues dicen que un río para que se auto-drague, debe tener una sucesión de curvas del mismo radio" pero además observó y generosamente nos contó cómo lo hacían; "Una manera muy simple para orientar la dirección de la corriente y el cauce del río, es la de construir los llamados peines filtrantes". Una estrategia que, a pesar de su éxito por más de dos siglos, no fructificó en estas tierras. Quizás, por eso hoy no tenemos los 50 pies del Mississippi, mientras seguimos gastando fortunas en dragados. Quién sabe, a lo mejor porque el dragado es más "negocio" para algunos.

Del mismo modo, sobre el Canal Magdalena nos decía: "Siempre resultó sorprendente el trazado del Canal Punta Indio, cuando la profundidad natural está cerca de la costa bonaerense. Más que el deseo de acortar el canal primó, probablemente, una política limítrofe. Pero hoy, establecido el Tratado del Río de la Plata, sería ridículo no trazarlo por donde la naturaleza, más que aconsejar, nos manda."

No obstante, la noticia parecería ser que hoy nuestros gauchos finalmente han aprendido a navegar y que estos consejos de un visionario italiano ya no tienen más valor. Hoy, pululan incontables estudios de expertos consultores y cámaras empresarias de actividades que no tienen nada que ver con la navegación. Un pequeño detalle, muy menor al fin, es que muchos de los expertos que firman esos estudios jamás navegaron por estos ríos. Pero, no nos pongamos tan exquisitos por un pormenor sin importancia para determinar su verdadero expertise. O tal vez quizás, en la actualidad, posiblemente los gauchos de antaño han resignado la honestidad de aprovechar sus verdaderas destrezas para tratar de hacernos creer que han aprendido a navegar, aunque sin tener que tomarse el trabajo de pisar alguna vez un barco. O tal vez, tan solo sea que, los "gauchos" de hoy, son mucho más improvisados e imprudentes que aquellos que nos dieron la independencia.

(*) Capitán de Ultramar. MBA Phd. EP Harvard. Perito Naval en Navegación. Ex-presidente del Centro Marítimo de Rosario. 

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