Directo del productor

Dos compañeros de la facultad empezaron con una huerta de albahaca y hoy le venden a todos los súper y restaurantes del país

Dos ingenieros agrónomos montaron Sueño Verde, una de las empresas más innovadoras del segmento, apostando por los vegetales frescos. Atienden al segmento gastronómico, retail y en plena pandemia lanzaron su propio e-commerce.

Cuando todo empezó, ni Agustín Benito ni Pablo Maseda pensaban en convertirse en emprendedores. Simplemente estaban buscando una manera de pasar a la práctica toda la teoría que veían en la facultad de Agronomía de la UBA, donde eran compañeros en la carrera de ingeniaría. "Teníamos la necesidad de meter las manos en la tierra", recuerdo Maseda. El primer cultivo fue la albahaca, en un terreno que tenía el padre de Benito, y lo vendían a chefs amigos. Pero una vez recibidos, decidieron convertir lo que hasta ese momento era un hobbie en un negocio. Así nació Sueño Verde.

Era 1993 e invirtieron sus ahorros (entre US$ 5000 y 10.000 en ese momento) para armar un primer invernadero. Su idea era producir vegetales frescos para atender al sector gastronómico.

Parte del proceso para que los vegetales lleguen empaquetados a los supermercados.

"En ese momento era un mercado totalmente diferente. El supermercadismo no tenía tanta potencia y los gastronómicos le compraban directamente al verdulero. Era una novedad que apareciera un productor a venderles de primera mano. Nos convertimos en socios estratégicos porque ellos buscaban un diferencial, incluso trabajábamos semillas que ellos nos traían, y podían pagarlo. Hubo una sinergia y nos empezamos a potenciar mutuamente", recuerda Benito y explica que luego de ese éxito los supermercados los llamaron para entrar a las góndolas y ahora el negocio se divide 50 y 50.

Hoy, 29 años después, abastecen desde los restaurantes más exclusivos hasta las grandes cadenas de retail, y tienen una red de campos en Gran Buenos Aires, Mar Del Plata, Santa Fe, Mendoza y Corrientes, con foco en Pilar y Escobar donde están localizados su campo principal y planta de procesamiento y empaque. Producen hojas verdes durante todo el año, con un portfolio innovador que incluye nuevas lechugas, ensaladas, vegetales funcionales, aderezos, pestos y fideos vegetales todos listos para consumir y empaquetados por unidad.

Tienen un portafolio innovador que va desde nuevas lechugas hasta aderezos.

Los emprendedores optaron por la tecnología en una industria donde, hasta el momento, era difícil ver ese tipo de apuestas. "Te tenés que diferenciar haciendo un producto que el mercado no ofrece. Consecuentemente ponés un precio en relación a tus costos y tu margen. Lo hicimos primero con variedades de lechuga que no existían, con productos baby y después evolucionamos a un producto listo para consumir. No competimos en costo", destaca Benito.

Pero aunque son innovadores en sus productos, se consideran conservadores a la hora de los números: siempre buscaron autofinanciarse y reinvertir las ganancias. "Tomamos un primer crédito en 2012, justo había un crédito blando, teníamos un negocio que ya funcionaba y nos permitió ampliar nuestra planta de procesos. Esa fue la financiación más fuerte. Hoy seguimos financiándonos con bancos, cuando conviene", admiten, y aseguran: "Vimos empresas del rubro que se fundieron. Nosotros diversificamos el riesgo y no nos endeudamos a tasas que no podemos pagar".

Agustín Benito y Pablo Maseda, los fundadores.

Es que de la empresa ya viven 90 familias, por lo que Benito y Maseda prefieren no arriesgarse de más. "La alta diversidad de clientes nos da una estabilidad financiera. Quizás la pandemia fue un momento crítico, pero tuvimos una solvencia económica para funcionar", recuerdan sobre ese momento en el que los 500 restaurantes que tienen como clientes tuvieron que cerrar las puertas de un día para el otro. "Nos tuvimos que reconvertir. No nos fundimos. La fortaleza de la empresa está en el bajo riesgo que asumimos", mencionan los emprendedores que en ese momento montaron, en 72 horas, un e-commerce propio que les permitió mantenerse a flote en ese momento.

Otro punto central es que la empresa está integrada verticalmente: producen, cosechan, procesan, envasan y distribuyen ellos mismos sus propios vegetales. Ofrecen trazabilidad desde la semilla hasta la puerta del cliente, con el desafío extra de que sus productos tienen entre 7 y 15 días de vida útil, por lo que en la empresa cuentan 300 entregas diarias, seis veces por semana, para hacer llegar a los restaurantes y a todas las cadenas de supermercados sus 120 productos finales. "Tenemos una dinámica muy vertiginosa, pero que ya la conocemos y al estar integrados tenemos el control, porque requiere ser muy fino en el negocio", agregan.

Para el futuro, los emprendedores (ya empresarios por el tamaño del negocio) están siguiendo de cerca las tendencias de alimentación saludable para dar más variedad de productos a ese público. Incluso están pensando en exportar a países limítrofes con sus recetas no perecederas como pestos o salsas. Además, están diversificando su negocio dando servicios logísticos a terceros, para aprovechar su know how. "Estamos en la industria y en la empresa adecuada para sacarle el jugo a todo lo que viene por delante", concluye Benito.

En cifras

  • Fundación: 1993
  • Inversión inicial: entre US$ 5000 y 10.000
  • Facturación 2022 (proyectada): $ 1500 millones
  • Cantidad de empleados: 90


La versión original de esta nota se publicó en el número 340 de revista Apertura.

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