Alberto diseña un sistema de "premios y castigos" y apunta a las PASO para diluir a La Cámpora

Molesto con la actuación de Máximo Kirchner ante el acuerdo con el Fondo, el Presidente comenzará a repartir gestos hacia sus leales. Desde el PJ, esgrime un plan para reducir el peso de la agrupación kirchnerista hacia adelante.

La relación personal entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner atraviesa su peor momento desde que ambos asumieron el poder. Pero la relación política podría correr por otro andarivel y proveer de mutuos beneficios, a partir del entendimiento que el Gobierno alcanzó con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Congreso se apresta a ratificar en las próximas horas.

El Presidente quedó sumamente distanciado de su vice por el tenor y los resultados de la negociación con el FMI. El pasado jueves intentó comunicarse con ella para expresarle solidaridad ante el ataque que sufrió su despacho. No logró que el secretario privado le respondiera, por lo que debió contentarse con un mensaje a través de Telegram.

Fernández pretende aprovechar el distanciamiento para fortalecer su figura personal, haciéndose responsable del éxito o fracaso del programa con el Fondo. Y también está obsesionado con pasar factura por los palos en la rueda que Máximo Kirchner y su agrupación, La Cámpora, pusieron al tratamiento parlamentario de la refinanciación de la deuda externa. Cristina, por su parte, podrá deslindarse del resultado y salir fortalecida hacia adelante si el barco que comanda Alberto pierde el rumbo.

El mar de fondo, por ahora, se mantiene calmo. No habrá disrupciones hasta que el jueves el Senado convierta en ley el acuerdo con el Fondo. Hay tal clima de renovación en el gabinete nacional que el mismo Fernández ventiló que al día siguiente empieza otra etapa. Casi como el día 1 de su gobierno. De allí que declarara que "a partir del viernes comienza la guerra contra la inflación"

Tampoco habrá grandes cambios en el equipo de conducción -no se quiere repetir el "episodio Basualdo". El Presidente se sabe inerme para remover a los "funcionarios que no funcionan", a su criterio. Varios de ellos, ligados al kirchnerismo. Pero de todos modos, y con gradualismo, Fernández aplicará un sistema de premios y castigos.

Los primeros movimientos están a la vista. Agradecido por el trabajo parlamentario, aunque descontento con el rol que pretende asumir en la alianza para capitalizar esos esfuerzos, el Presidente retiró la invitación a Sergio Massa para un acto que realizó esta semana en Tortuguitas, partido de Malvinas Argentinas, donde el tigrense también proyecta su influencia a partir de la relación con el intendente -en uso licencia- Leonardo Nardini. Una manera de enfriar al titular de la Cámara de Diputados, que espera entre gateras la oportunidad de suceder a Fernández, sea en 2023 o en 2027.

Enojo en el entorno de Sergio Massa: dicen que no lo llamaron para un acto con el Presidente

Por el contrario, Fernández se mostró esta semana con figuras de su riñón más cercano. Sorprendió la invitación al titular del bloque frentetodista en la Legislatura porteña, Claudio Ferreño, un ajeno a la territorialidad bonaerense. Pero Ferreño es un incondicional, que siempre ha movilizado a su gente (el partido ParTe) en apoyo al Presidente, incluso hasta la Quinta de Olivos para contrarrestar manifestaciones en rechazo.

En estas semanas, también ha tenido gestos para darle "más cuerda" a sus incondicionales. El asesor presidencial Juan Manuel Olmos pasó a coordinar el gabinete económico, relegando al equipo del ministro coordinador, Juan Manzur. Subió prácticamente a cada acto en la Provincia a su incondicional diputada, Victoria Tolosa Paz, e incluso comenzó a mostrarse con agrupaciones que pululan fuera de la órbita kirchnerista.

Alberto, en Tortuguistas, rodeado de figuras incondicionales.

Pelea de fondo en el PJ

Pero la jugada magistral que pergeña Alberto Fernández vendrá más tarde, y la implementará -si acaso tiene margen- vistiendo el traje de presidente del Partido Justicialista (PJ). Derrotado en las elecciones legislativas de 2021, el primer mandatario prometió "una gran PASO desde el último concejal hasta el Presidente" para zanjar las internas y traccionar más apoyos. 

Fernández está seguro que, quitándole "la lapicera" a los camporistas, podrá diluir su influencia en el frente y, en consecuencia, correrles de áreas claves y del proceso de toma de decisión.  

El Presidente decide cómo sigue con Cristina y con La Cámpora 

El debate en el Congreso resucitó una crítica observación sobre la tropa camporistas. "Los muchachos están sobrerrepresentados", dicen en la Casa Rosada. "Hay que sacarle la lapicera y ver qué tal les va poniendo su gente de candidatos", señalan. "No tienen a quién poner, y el comportamiento que tuvieron con el Fondo los dañó aún más", esgrimen cerca del jefe de Estado.

Las tensiones en el armado de listas, de cara a 2023, están a flor de pie y se dejaron ver a comienzos de febrero. A mediados de febrero, Tolosa Paz intentó que el PJ bonaerense, que preside Máximo Kirchner, emitiera una declaración de apoyo a la negociación con el Fondo. Pero le fue frustrada por el hijo de la vicepresidenta. 

En esa reunión,  se llamó a la unidad y a evitar internas en las elecciones partidarias distritales. Pero las disputas no se zanjaron. Por caso, en la cuarta Sección Electoral, una agrupación denunció que el camporista Avelino Zurro, funcionario del ministerio del Interior, ejecutó una "proscripción vergonzosa" para impedir la competencia con otras listas. 

Claro que la puja no será fácil. Kirchner retiene "la lapicera" del distrito más importante de la Argentina en términos electorales. Al igual que otros dirigentes que lo segundan, Alberto sabe muy bien que será difícil afrontar las elecciones de 2023 sin el apellido Kirchner estampado en una boleta.  

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