Uruguay

Cómo es Choto, el restaurante del humorista Fabio Alberti en medio del campo: abre cuando tiene ganas

El actor y humorista cocina para grupos de 20 personas y ofrece una experiencia poco tradicional. "Porciones grandes porque el tamaño importa", es su lema. De qué se trata y cuánto cuesta.

El actor y comediante Fabio Alberti convirtió su casa en medio del campo en un restaurante a puertas cerradas y lo llamó Choto. 

El intérprete, conocido por sus trabajos en programas como Cha cha cha y Todo por dos pesos, o sus personajes humorísticos como Coti Nosiglia, vive hace tres años en Uruguay junto a su pareja. En su casita rural, ubicada a unos kilómetros de Pueblo Edén en el departamento de Maldonado, recibe a los comensales que se animen a vivir su particular experiencia.

Según una entrevista que le hizo el diario La Nación, Alberti compró esa propiedad hace 17 años. Antes de instalarse definitivamente allí, iba y venía de Uruguay a Argentina, pero la vida en la ciudad lo cansó y decidió mudarse a ese páramo rodeado de silencio y naturaleza.

"Estaba alquilando en Buenos Aires y cada vez me costaba más pagar el alquiler. A la vez ya estaba medio podrido de la ciudad, siempre tuve el plan de cambiar. Ya pasé los 80, pasé los 90, así que la ciudad ya me dio todo lo que me podía dar. En ese momento tenía El Puesto de Fabio en Argentina, un foodtruck que había trabajado muy bien, así que a la vez tenía una pequeña renta de aquello. Una vez que me vine para Uruguay se pinchó", dijo en otra entrevista, esta vez con el medio uruguayo Galería.

En la parte de atrás de la casa funciona el restaurante, con una mesa con espacio para grupos de hasta 20 personas. Y él se encarga de todo: hace las compras, cocina, hace de mozo y hasta se une a la charla. Últimamente, sin embargo, empezó a incorporar aportes ajenos. Según la crónica de La Nación, por ejemplo, conoció a un vecino que hace helados artesanales y le compra. Son helados de gustos poco comunes como remolacha, salvia o avellanas.

Se trata de una mesa sui géneris, que funciona con las reglas propias de Alberti. "Lo hago tranquilo, con reservas. Cuando no tengo ganas les digo que está lleno, me llaman cinco días antes y les digo: 'No, no, está lleno'. Pero en realidad no tengo ganas de trabajar ese fin de semana. Deben pensar: 'Wow, llamé cinco días antes y estaba lleno'. Mentira, no hay nadie. Ahora se están enterando que cuando estaba lleno en realidad era porque no quería trabajar", confesó a Galería.

Con el menú sucede algo similar: nunca se sabe de antemano. Desde carne de chivo o pato confitado a una ensalada con un montón de texturas y sabores diferentes y antes puede haber una picada con cuatro o cinco tipos de panes caseros, hummus, paté de berenjena o queso camembert hecho por él. Puede ser casi que cualquier cosa, y quienes llegan nunca saben con qué se van a encontrar. Solo hay que aclarar si hay algún vegetariano entre los asistentes, y siempre trabaja con materias primas que compra a productores de la zona.

El público que va a comer va desde fanáticos del actor que quieren conocer su intimidad, hasta turistas que quieren escapar de los típicos paradores de la playa. Además, organiza cenas especiales. Por ejemplo, las que bautizó como "moonchoting": cada salida de luna llena hace un evento informal, a veces con choripan, sándwich de paleta de cerdo, sándwich de milanesa, bebida y postre. Hace un fogón y la idea es ver la salida de la luna llena. Se junta la gente al aire libre a comer, se atiende y se sirve cada uno. 

Sin embargo, lo que sí es constante es el tamaño de los platos: "Porciones grandes porque el tamaño importa", es su lema.

Comer en Choto cuesta $2200 uruguayos ($5262 argentinos) por persona, con todo incluido, desde la entrada hasta el postre y la bebida, que puede ser una limonada, agua o vino.

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