La Corte versus el Gobierno: ¿qué gana el que gana?

Se vuelven a medir fuerzas. Otra vez. En medio de un verano húmedo y eterno en la Ciudad de Buenos Aires, la plaza Lavalle será el centro de la batalla. Una plaza frente al Palacio de Tribunales, en cuyo cuarto piso tienen sus despachos los cortesanos en funciones. Nada hace prever que se trata de la batalla final. Sí de una más entre la Corte Suprema de Justicia y la alianza de Gobierno. Los convocantes a la marcha contra la Corte elevan el tono de sus declaraciones públicas y arengas entre propios.

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A lo largo de esta última semana se fueron agregando firmas. A los "damnificados por fallos adversos" como los en su momento detenidos Luis D'Elía, Milagro Sala o Amado Boudou se sumaron desde la agrupación Justicia Legítima hasta el omnipresente Juan Martín Mena, pasando por la mujer al frente de los servicios de inteligencia, Cristina Caamaño, y el camionero Pablo Moyano. Y la rúbrica final la puso el presidente de la Nación Alberto Fernández. La fecha elegida, el 1º de febrero, día en que se decreta el fin de la feria judicial de enero y se da inicio a un año que en materia de expedientes polémicos y resoluciones clave promete mucha actividad.

Algunos interpretan la convocatoria como el segundo round de una lucha a la que dio inicio el pataleo del ministro de Justicia, Martin Soria, que sin preocuparse por las formas abrevió en un tardío encuentro de veinte minutos todo lo que piensa sobre la Corte y algo más. En esa oportunidad, los cortesanos respondieron con su silencio. Y esa misma parece ser la estrategia que usarán frente a esta marcha.

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La alianza de Gobierno versus la Corte. La Corte versus la alianza de Gobierno. ¿Qué gana el que gana? Esa es la pregunta. ¿El rol activo de esta contienda lo lleva el oficialismo? ¿O las firmas estampadas en el 280 del caso Boudou fueron un llamado a la guerra? Otros ven una maniobra de Alberto Fernández para desprestigiar públicamente a la Corte en un intento de hacerle un guiño a Cristina Fernández de Kirchner. ¿Cómo sería? Dejar una Corte cuestionada y habilitar el discurso del lawfare: la posibilidad de hablar de persecución política si el máximo tribunal fallara contra los intereses de la vicepresidenta en casos como Hotesur o memorándum con Irán.

Allegados a ambos bandos sugieren una mirada más cuidadosa del fallo de la Corte que declaró la inconstitucionalidad del funcionamiento e integración de Consejo de la Magistratura de 13 a 20 miembros. ¿Fue esa la provocación de la Corte? Por un lado, alterar el statu quo del kirchnerismo liderado en ese ámbito clave de la justicia por Gerónimo Ustarroz. Por otro, mandarle una señal a la autora del proyecto que reducía de 20 a 13 los miembros de ese organismo. La otrora senadora Cristina Kirchner.

Desde los pasillos de Tribunales, los bares de Avenida del Libertador y reductos de Talcahuano como Paco's, el histórico bodegón donde suelen juntarse los jueces y abogados al mediodía, aguardan al 1° de febrero con inusual expectativa. Son estas las preguntas que recorren las mesas, que se instalan como verdades absolutas de uno y otro lado, que alimentan especulaciones de todo tipo.

¿Qué gana el que gana? El kirchnerismo sabe que la foto está garantizada: imposible no llenar dos manzanas de Plaza Lavalle. Hasta ahora trascendió que los ministros de la Corte no saldrán a confrontar. Posiblemente a la hora a la que fue convocada la marcha, las 18, ya no se encuentren en el edificio. O sí. En un escenario que resulta inimaginable, algunos hombres del ámbito judicial especulaban con qué pasaría si el día de la marcha las vallas fueran retiradas y algunos indisciplinados tomaran el Palacio, al igual que un grupo de forajidos invadió el Capitolio en Washington D.C.

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Un episodio como ese, razonan en un ejercicio cercano al delirio, forzaría a todo el arco político a salir a defender al máximo tribunal sin distinciones. Pero esa victoria pírrica está lejos de suceder. Las vallas estarán en la entrada del imponente edificio. Cerca de los cortesanos insisten que la dinámica es otra: "Ellos cacarean y nosotros ponemos los huevos". Y recuerdan fallos adversos después de embates públicos, haciendo saber que no se sentían ni se dejarían sentir coaccionados.

El kirchnerismo ya dejó en claro que a esta Corte no sólo no la quiere, sino que tampoco la respeta. Ni a su presidente, Horacio Rosatti. Y blanden proyectos para ampliarla y diluir el poder de los cuatro ministros.

En esto están a fines de enero, pocas veces tan lejos uno y otro de las preocupaciones domésticas de los argentinos. Con proyecciones de inflación por arriba del 50%, el dólar a $ 220 y un acuerdo con el FMI que está a punto cerrarse, la conformación del órgano que designa jueces o los fallos de la Corte en causas que involucran a políticos y no a jubilados de la mínima están lejos de ser temas que dominen las preocupaciones de la ciudadanía. 

Como en una escena salida de la sátira "Don't look up" ("No miren arriba"), en la que la presidenta de los Estados Unidos se enfrasca en la postulación de un ministro casualmente de la Corte mientras un asteroide está a punto de chocar con la Tierra.

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