ESCENARIO

El miedo a caer en default en el Magic Kingdom

La Argentina se encamina a explorar terrenos nunca antes transitados, con el atraso o el default en el pago de la deuda al FMI. Toda nueva experiencia, o sendero a recorrer presenta sorpresas y sacudidas imprevisibles. ¿Cuál será el impacto? ¿Cómo reaccionará el ahorrista? Los mercados ya anticipan el fracaso de las negociaciones con el FMI y los bonos argentinos todavía no hallan aún el piso a sus cotizaciones. El riesgo país está por arriba de 1850 puntos. En todas las jornadas del 2022 los papeles argentinos cerraron en rojo.

La realidad argentina hoy puede graficarse de la siguiente manera, según se trate de empresas, personas o gobierno. Las primeras, grandes o pymes, buscan sobrevivir de cualquier manera. No pocas se dedican a la práctica de un viejo deporte nacional, el de sacarle al BCRA la mayor cantidad de dólares posible al tipo de cambio oficial. El negocio de sobrefacturar importaciones o subfacturar exportaciones no tiene rivales con brecha de 100%. Si sumamos exportaciones e importaciones, llegamos a los u$s 120 mil millones. Si ese deporte lo practica el 50%, quedan u$s 60 mil millones. Una sobre o subfacturación del 30% sobre el valor original deja u$s 18 mil millones. Fiesta para pocos y pocas del modelo K.

Las personas también buscan sobrevivir de cualquier manera en un contexto de inflación cada vez más alta. El consumidor ve a los ladrillos de color verde dólar. Un refugio. Por ello la construcción mantiene un alto nivel de actividad. También, a través de ese curioso filtro verde, la gente ve a los electrónicos y autos con esa tonalidad. Un milagro argentino que no mencionó Joseph Stiglitz en su último artículo en Project Syndicate: los productos electrónicos en nuestro país están más baratos en dólares que en los Estados Unidos. Habrá que ver cuánto tiempo más dura. Muchos importadores ya comienzan a considerar un dólar implícito en los precios de esos productos de $ 130 ante el temor a problemas de reposición. El Ahora 12 es una droga que mejora la performance del consumo privado. A fin de mes debe renovarse con tasas más altas. Crea la ilusión de que la economía marcha por el buen camino.

El Gobierno, como empresas y personas, también busca sobrevivir. Puntualmente funcionarios como Martín Guzmán, el experto en reestructuración de deudas que se apresta a entrar en default con el FMI y nuevamente con el Club de París en marzo. Los tenedores de bonos argentinos ya contemplan una nueva quita tras la hecha por Guzmán en 2020. El único sostén que tiene el ministro de Economía hoy es el propio Alberto Fernández. Sus pares del gabinete, en La Cámpora y en el BCRA, ya lo critican en voz no tan baja por los dos años perdidos en la negociación con el FMI. Avizoran tumultos. Pero pese a la alta inflación y el inminente default, el Gobierno sigue en el Magic Kingdom. Diciembre de 2021, con 3,8%, tuvo una menor inflación que diciembre de 2020. Otro milagro para la colección de Stiglitz y Guzmán. No importa si el 2021 tuvo 50,9%. El trabajo hoy del gobierno entonces es mostrar la realidad, con imaginación y que genere alegría en la sociedad, superando a Walt Disney.

El problema es lo que nos espera en Tomorrowland. Hay varias empresas que ya les advirtieron a funcionarios que un default con el FMI y el Club de París hará que se corten las líneas que otorgan las agencias de crédito de cada país, como la Euler Hermes de Alemania o el Exim Bank o Sinosure de China o el K-Sure de Corea. Una empresa, automotriz o de cualquier otro sector que necesite importar pierde el crédito de esas fuentes y deberá pagar contado o adelantado. El problema es que el BCRA no permite girar divisas hasta tanto no estén los productos nacionalizados. Tarea para el hogar cuando se entre en default. El FMI brinda 6 meses de remediation period antes de la declaración formal de que un país entró en arrears o atrasos.

El BCRA, en el interín, está acelerando el ritmo de suba del dólar oficial. Pasadas las elecciones, es tiempo de recuperar el terreno perdido contra la inflación. El problema es que la inflación también se acelera. Además sube la tasa de las Leliq pero le aumenta el déficit cuasi fiscal por los intereses que debe pagar por el festival de esos papeles emitidos en los últimos dos años. El canciller Cafiero va a Washington esta semana a pedir auxilio ante el FMI pero Alberto Fernández en dos semanas viaja a Rusia a reunirse con Putin. Todo en medio de un nuevo conflicto entre los Estados Unidos y Rusia. Algo une a los dos bandos: nos ven imprevisibles.

Los problemas de energía con los cortes de suministro eléctrico de la semana pasada también le pegan al BCRA. Cammesa, tarde, salió a importar gasoil para abastecer compañías generadoras. A finales de abril y mayo sucederá lo mismo con el GNL para abastecer la demanda de gas del invierno. Se repite, aunque más rápido, lo sucedido en el segundo y tercer kirchnerismo (Cristina 2007-2015) cuando el rojo energético termina vaciando las reservas del BCRA. Y un Gobierno puede resistir el alza de los precios, una inflación alta, pero no una crisis energética. El modelo K cruje una vez más por todos lados. Lo mismo sucede con el precio de las naftas, el barril criollo y el atraso de precios. Para peor el Ejecutivo apura el tratamiento en extraordinarias de la "Ley de Movilidad Sustentable" que impulsa el uso de vehículos eléctricos justo en época de cortes y el sistema colapsado. Para 2041 no debe haber más autos a combustión interna. Más allá de que se cumpla o no, es un desincentivo más a la producción petrolera que siempre efectúa inversiones de largo plazo. Del Magic Kingdom a la Mansión Encantada, un solo paso.

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