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Criptomonedas: cómo los bancos moldean el sistema 'en silencio' a su favor

A los tesoreros corporativos se les está ofreciendo soluciones centradas en blockchain para los problemas heredados de sistemas que ya quedaron desactualizados

Cuando Elon Musk reveló este año que había invertido u$s 1500 millones del dinero corporativo de Tesla en bitcoin, muchos grandes financieros se estremecieron. No es de extrañar.

El mundo de la tesorería corporativa se supone que es un lugar mortalmente aburrido, donde la seguridad manda. Nadie espera que los tesoreros bailen con los chicos de las criptomonedas.

Pero estos días está ocurriendo algo sorprendente en Wall Street: algunos banqueros adultos también le están empezando a ofrecer a esos tesoreros conservadores soluciones centradas en cripto.

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Por ejemplo, JPMorgan. Este año, Umar Farooq, jefe del proyecto Onyx del banco (que ha creado una criptomoneda JPMorgan y una plataforma blockchain al estilo de Ethereum), reveló que está desarrollando el llamado "dinero programable" para clientes corporativos. Su objetivo es permitir a los tesoreros hacer tratos con sus socios a través de un libro contable digital compartido, en piloto automático, con una innovación conocida como "contratos inteligentes".

Suena futurista. Pero el banco está a punto de anunciar que uno de los mayores grupos industriales del mundo está adoptando esta innovación criptográfica. No, no es lo mismo que las aventuras de Musk con el bitcoin: en lugar de utilizar cripto como depósito de valor (es decir, como inversión), la iniciativa de JPMorgan lo utiliza como método de pago para transferir valores vinculados a otros activos -incluida la moneda fiduciaria.

Sin embargo, este segundo uso de las criptomonedas acabará siendo, con toda seguridad, mucho más importante que el bitcoin para el mundo de los negocios, entre otras cosas porque llega cuando otros bancos también se apuran para desarrollar criptoinnovaciones. Por citar otro ejemplo: HSBC y Wells Fargo revelaron sus planes de utilizar blockchain para liquidar las transacciones de divisas entre instituciones financieras.

El impulso detrás de estos experimentos es el reconocimiento entre los financieros de que los tesoreros se enfrentan al menos a tres grandes dolores de cabeza. El primero es que las empresas necesitan ejércitos de personal para ejecutar (y comprobar) las transacciones de tesorería, lo cual es costoso y conlleva el riesgo de errores humanos a medida que aumentan las transacciones.

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El segundo es que la liquidación de las transacciones de tesorería suele tardar unas horas (si no días), sobre todo a nivel transfronterizo. Esto crea un tercer dolor de cabeza: para compensar estos desfasajes de ejecución, las empresas y los bancos necesitan grandes reservas de efectivo para cubrir los retrasos y los riesgos.

En teoría, estos tres problemas podrían resolverse (o reducirse) si los sistemas financieros tradicionales se automatizaran mejor, ofreciendo una ejecución y liquidación más rápidas. Esto ya está ocurriendo en cierta medida, ya que la amenaza competitiva de las criptomonedas (tardíamente) obliga a los sistemas tradicionales a ser más vanguardistas.

Sin embargo, en la práctica suele ser muy difícil actualizar los sistemas heredados, y una mayor carrera empresarial hacia lo digital está dejando a las empresas ahogadas en los micropagos transfronterizos. Así que el proyecto de "dinero programable" intenta ofrecer una solución, por ejemplo, permitiendo que un micropago se realice y liquide instantáneamente en el momento de la "venta" y se compense con otras transacciones en una cuenta corporativa, o eso espera JPMorgan.

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¿Funcionará? Está por ver. JPMorgan ya ha tenido cierto éxito en el uso de blockchain y de su propia criptomoneda para las transacciones entre bancos; más de 400 bancos las utilizan. Entidades como DBS, Standard Chartered y HSBC también tienen iniciativas digitales.

Pero algunos experimentos corporativos no financieros han tenido menos éxito. Ya en 2018, por ejemplo, BP y otras empresas energéticas dieron a conocer un sistema basado en blockchain para comerciar con petróleo. Sin embargo, a principios de este año, Karen Scarbrough, una asociada senior de tecnología de BP, admitió que el proyecto "realmente no ha resultado como pensábamos", y que se había echado atrás. La razón, al parecer, es que resulta engorroso actualizar un libro de contabilidad compartido con la tecnología actual de la blockchain, por lo que "la blockchain no es una herramienta excelente para el seguimiento y la localización", todavía.

Los entusiastas de las criptomonedas responden que la blockchain es ahora mucho más eficiente gracias a las actualizaciones tecnológicas. Pero todavía no sabemos si puede ampliarse. Tampoco sabemos cómo responderán los reguladores; el diablo estará en los detalles digitales.

No obstante, ya hay tres lecciones importantes que los inversores deberían tener en cuenta. En primer lugar, aunque los entusiastas solían suponer que las innovaciones criptográficas desintermediarían a las instituciones heredadas, el establishment está contraatacando. En segundo lugar, aunque los entusiastas de las criptomonedas también solían ensalzar la idea de las blockchains "públicas" y sin permisos (es decir, a las que cualquiera puede unirse, sin preguntar), la verdadera acción para las empresas es con las cadenas "privadas" (es decir, aquellas en las que el acceso está controlado).

Este enfoque en las cadenas privadas puede ser temporal. Internet nació en forma de "intranets" privadas, que posteriormente se conectaron para crear la red pública. Pero el aumento de las cadenas privadas -no de las públicas- plantea un tercer punto clave: la razón por la que las grandes empresas y los bancos podrían querer utilizar blockchain para los pagos no es el anonimato, sino por razones de flexibilidad, automatización y velocidad. La criptografía ya no es (sólo) una herramienta para crear confianza donde no la hay o subvertir la autoridad.

Este sutil giro podría horrorizar a los libertarios. Pero también es una señal de que el mundo de las criptomonedas está creciendo. Todas las miradas están puestas ahora en cómo responden los reguladores y los tesoreros de las empresas a la idea del "dinero programable"; aunque no sea tan fácil de tuitear como lo de Musk.

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