Enfoque

Recuperación, inflación y dólar: las claves de 2022

En el 2022 es probable que la economía continúe mostrando signos positivos en materia de recuperación. Al fin y al cabo, todavía hay espacio para que haya un rebote en la medida de que todo vuelva a la normalidad. Sin embargo, hablamos de rebote, no de crecimiento y será relativamente débil, sobre todo teniendo en cuenta el incremento de la presión tributaria y regulatoria que se está observando por estos días. Además, hablamos de rebote y no de crecimiento. No están dadas las condiciones para que eso suceda. Por otra parte, la inflación es un problema que se agudizará, por la emisión, los nuevos impuestos y la necesidad de corregir precios congelados; mientras el dólar se vuelve más difícil de sostener a medida que escasean las reservas y se aprieta el cepo cambiario.

En materia de actividad económica hay espacio para que siga verificándose una reactivación de la economía dado que aun existe capacidad ociosa tanto en la industria como en otros sectores. El más paradigmático de estos sectores es la hotelería. Si bien este año es posible que durante el verano este sector muestre cifras muy positivas, hasta que no se abran completamente las fronteras difícilmente se vea una plena ocupación. En efecto, el turismo interno va a ayudar a la recuperación pero tardará más en recuperarse todo el turismo internacional. Sobre todo durante los meses que no son vacaciones aquí en el país.

En la industria sucede algo similar. Si tomamos el último trimestre la capacidad utilizada del sector fue de 65% promedio. Para hablar de plena ocupación en la capacidad instalada deberíamos estar hablando entre 70% y 75%. Sin embargo, esta situación no es homogénea. Sectores como la industria de caucho y plástico o incluso la metalmecánica y automotriz aún tienen espacio para recuperarse puesto que todavía la capacidad ociosa es elevada. Otros sectores como el alimenticio están mostrando altos niveles de capacidad utilizada. De hecho, este sector en septiembre mostró el mayor nivel de capacidad utilizada desde marzo del 2017.

Estos datos revelan varias cosas. En primer lugar, si bien es claro que hay posibilidad de un rebote durante el 2022 lo cierto es que esto no será homogéneo. Por ejemplo sectores como el alimenticio tiene poco espacio para crecer y encima está hoy sufriendo un fuerte ataque regulatorio como la ley de etiquetado o la ley de envases qué significarán costos adicionales regulatorios e impositivos. Otros sectores que tienen una mayor capacidad de recuperación, como el automotriz y metalmecánico están teniendo dificultades para abastecerse de insumos importados y por lo tanto la posibilidad de rebote estará limitada por la capacidad de conseguirlos.

Aquellos sectores que tengan limitaciones para continuar con el proceso de recuperación podrían ejercer presiones inflacionarias. Obviamente aquellos que tengan su capacidad instalada utilizada al máximo, responderán con aumentos de precio ante la presión sobre la demanda que puedan ejercer políticas monetarias y fiscales expansivas como las que muestra hoy Argentina. A su vez, aquellos sectores que tienen capacidad utilizada limitada por la falta de insumos importados también deberán incluir entre sus costos el riesgo de reposición de dichos insumos.

Esto nos lleva al siguiente punto qué es la inflación. La política monetaria continuará siendo expansiva por doble vía. Por un lado, el Gobierno necesitará mantener el financiamiento del déficit fiscal con emisión monetaria. Pero por otra parte, el Banco Central también tiene un déficit cuasi fiscal producto de los intereses que paga por la deuda colocada en el mercado bancario, que debe ser financiado con emisión monetaria. En total el financiamiento con emisión monetaria, el consolidado de los déficit fiscales y cuasi fiscales está en el orden del 7% del PBI al año. Es cierto que una parte importante de dicha emisión se esteriliza con letras y pases emitidos por el Banco Central que pagan una tasa promedio del 35%. Pero a mediano plazo esta situación es insostenible porque justamente esos intereses son los que generan el déficit cuasi fiscal. Por otra parte, si se sigue la teoría de expectativas racionales esta 'espada de Damocles' qué significa la deuda el Banco Central tiende a reducir la demanda por dinero. Lo cual naturalmente presiona aún más sobre la inflación.

A esta expansión de dinero que se espera para el año que viene se les suban los aumentos esperados de tarifas de servicios públicos y posiblemente una corrección más veloz del tipo de cambio oficial. Este año los subsidios energéticos para mantener las tarifas congeladas casi alcanzan los 3 puntos del PBI, que es prácticamente el doble de lo que se había presupuestado. Para reducir el déficit fiscal no va a quedar otra que corregir las tarifas de servicios públicos de manera de reducir los subsidios. Hoy por hoy estimamos que se necesita un aumento en 300% en dólares en las tarifas eléctricas para eliminar los subsidios.

Por otra parte el tipo de cambio también es posible que se corrija, en parte porque el dólar oficial está levemente atrasado, pero por sobre todo porque el Gobierno no tiene reservas suficientes como para defenderlo en este valor. Si se usan números históricos o el modelo de tipo de cambio real de equilibrio del FMI se puede llegar a la conclusión de que el tipo de cambio oficial tiene un atraso del orden del 20%, pero eso es un cálculo teórico basado en cifras históricas, bajo el supuesto de que la desconfianza no es sustancialmente mayor a la que hubo en la largo de la historia Argentina. Lo cual es discutible. Por otra parte, tampoco acá el Banco Central le sobran las reservas para defenderlo en el valor que quiere. Teniendo en cuenta que el tipo de cambio paralelo o libre está cotizando alrededor de los 200 pesos por dólar, se podría decir que existe una fuerte desconfianza en la moneda Argentina.

Por eso que creemos que el año que viene si bien el Gobierno va a implementar un programa que permita marginalmente mejorar la confianza, cerrar un acuerdo con FMI y permitir que la economía continúe en un sendero de recuperación, lo cierto es que también esperamos una inflación igual o mayor a la de este año y una corrección cambiaria. Naturalmente cuanto mejor sea la calidad de las políticas aplicable menos serán los costos con los que corra la economía Argentina.

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