Crisis entre Wanda Nara y Mauro Icardi: la mirada de tres feministas

Las especialistas coincidieron en "cuán poderoso es el patriarcado" disciplinando mujeres, en la medida en que "cualquier conducta de ellas que se salga del papel de buena esposa y madre abnegada" no sólo es merecedora de reprobación pública masiva "sino que hasta se la patologiza".

Referentes feministas coincidieron hoy en que el denominado "Wandagate" demuestra a las claras "cuán poderoso es el patriarcado" disciplinando mujeres, en la medida en que "cualquier conducta de ellas que se salga del papel de buena esposa y madre abnegada" no sólo es merecedora de reprobación pública masiva "sino que hasta se la patologiza".

Por otro lado, cuestionaron el aprovechamiento económico que hicieron del caso algunas marcas, que usaron el caso para hablar de la "fidelidad" hacia sus clientes o de beneficios "de acá hasta la China" sin reparar en el reforzamiento de estereotipos de género que esto supone.

La fundadora del blog y proyecto educativo "Mujeres que no fueron tapa" (Mqnft), Lala Pasquinelli destacó ante la agencia Télam este episodio como una muestra de "la facilidad con que cualquier conducta de las mujeres que se salga del papel que la cultura patriarcal le atribuye -de buena madre, buena esposa, mujer abnegada-" no sólo la hace merecedora a ella de un enorme "hostigamiento" mediático y en redes sociales, sino que "parece que se sale tanto de lo 'normal' que hasta se llega a sugerir que está enferma".

La especialista se refirió así a algunas notas periodísticas que le adjudicaron "Síndrome de Fortunata" a Suárez, "pero cuando los varones son infieles nadie habla de enfermedad".

Por otro lado, llamó la atención sobre el hecho de que las tintas se hayan cargado contra Eugenia "La China" Suárez cuando "es la única que no está en un vínculo" y, por lo tanto, en condiciones de "quebrar o no un acuerdo de pareja".

Además, cuestionó la "infantilización de los hombres" que supone hacer recaer toda la responsabilidad en las mujeres.

"Pareciera que la mujeres les tenemos que cuidar el deseo sexual, la libido, y ponerles límites a los hombres porque ellos 'pobrecitos, no se pueden contener", agregó.

Para la politóloga feminista y escritora María Florencia Freijo, se trata de un caso más de "una mujer utilizando a otra mujer como chivo expiatorio de un montón de situaciones que erosionan una relación y que van mucho más allá de un chat virtual", recurriendo para ello a "los mecanismos y arquetipos de género arcaicos que ella mismo sufrió, pero que no tiene miedo de reproducir contra otra cuando se trata de que el marido quede simplemente como alguien que se equivocó, que tuvo un desliz que él no lo buscó o generó", habilitando, al mismo tiempo, "una puerta para el perdón para que él pueda volver sin que ella (Wanda) quede desprestigiada por hacerlo".

Para Freijo, la enorme repercusión social y mediática del caso se explica en que "toca fibras, sociales y colectivas" muy profundas, y "porque pone en jaque la institución principal que solidifica el patriarcado, que es la familia como eje nuclear".

"La familia sigue estando relacionada a lo sagrado y todo lo que viene a romper eso tiene que ver con el pecado, con lo diabólico. Y la (otra) mujer viene a representar esa fruta prohibida que desarma el matrimonio", dijo.

En relación a eso, "se empiezan a reproducir un montón de arquetipos sobre los roles de la familia" tales como "el varón arrepentido, la mujer despechada, la mala que llevó al hombre al pecado".

"Son figuras súper tradicionales de cómo deben ser los vínculos humanos en donde se borra que por fuera de esto hay un comportamiento que es norma social, que es el del varón conquistador, del varón que constantemente busca otras relaciones sexoafectivas en el afuera porque sabe que nunca va a ser castigado por eso", dijo.

"En el caso de la mujer, en cambio, se espera la represión sexual, que ella se reprima, que no desee", agregó.

Por su parte, la coordinadora de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género (Consagiv), Perla Prigoshin, opinó que este caso "muestra qué poderoso es el patriarcado y cómo entra en nuestras subjetividades y determina nuestras vidas" haciendo que "frente a un hecho de la vida cotidiana, se disparen comportamientos que, analizados en una jornada sobre igualdad de género, la escucharíamos con toda reprobación".

Los estereotipos que subyacen a la conversación sobre el caso muestran a la mujer en condiciones de "llevar a los hombres por donde ellas quieran, los mismos hombres que nos convierten en muertas dentro de bolsas de residuos".

La abogada especializada hizo un llamado a que las mujeres "sometan a un tamiz feminista" sus opiniones o reflexiones antes de proferirlas porque "no estamos libres de la contaminación patriarcal, al contrario: hemos sido criadas y formateadas con cuentitos de cenicientas que para tener un lugar tenemos que levantarnos a un señor con poder económico o fama".

"En el mundo están las feministas y las mujeres colonizadas, no hay mujeres machistas porque por más que de su boca salga la voz del opresor, no por eso van a poder disfrutar de los privilegios de los hombres, salir a la calle sin miedo, dejar de ser patoteadas o de recibir el comentario despreciativo del mecánico cuando dice 'por qué no le dice a su marido que venga así le explico a él', o del médico que pregunta: '¿pero tu marido está de acuerdo con que te ligues las trompas"'", dijo.

"Esto lo sufrimos todas las mujeres, las feministas y las que yo denomino colonizadas, las que se ríen de los chistes machistas y dicen lo que dice Wanda y las otras. Ambas, en todo caso, son víctimas del patriarcado", agregó.

"Me deja muy azorada, desesperanzada, que una historia de esa naturaleza tenga tanta repercusión y que esto -que tiene que ver con la intimidad de la gente- se mercantilice de esta forma", dijo Pasquinelli.

En relación a las marcas que tomaron el caso para avisos, dijo que "es nefasto que se sumen a la reproducción de estereotipos sexistas que refuerzan la violencia de género; que las empresas no estén a la altura de la discusión social, atrasa muchísimo", sentenció Freijo.

No obstante, la escritora consideró que "subirse al fervor de algo tan mediático y lleno de chicanas no es una decisión astuta desde el marketing" porque puede generar mucha interacción en redes sociales "pero es nefasto para la imagen de marca porque después de eso ¿cómo podés hacer charlas de violencia de género"" como parte de sus acciones de responsabilidad social empresaria, se interrogó.

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