Elecciones 2021

Récord de indecisos prende las alarmas: ganar por un voto o el "voto útil"

Con un importante volumen de desencantados que aún no anticipan su sufragio, en la Casa Rosada moderan hoy sus expectativas para las PASO. En la oposición pelean contra la atomización para golpear al Gobierno en noviembre.

Faltan dos domingos para las PASO 2021 y es como si faltaran dos meses. Ya sea la pandemia, la apatía general, la crisis económica, la propia dinámica de una campaña con pocas propuestas y más banderas; o los desencantados que apostaron un proceso hace dos años por estar, también, desencantados; comenzó a evidenciar un fenómeno que varios encuestadores ya le transmiten a sus clientes: es récord la cantidad de indecisos tan cerca de la elección. 

Podría pensarse que, con los erróneos pronósticos de comicios pasados, las consultoras de opinión empezaron a abrir el paraguas. Pero no: si bien las hay en las que el oficialismo supera por 5 o por 8 puntos a la oposición en provincia de Buenos Aires, la mayoría detecta un grueso, inédito a esta altura, de encuestados que no confirman su voto. Es, en algunos casos, el doble de indecisos que faltando los mismos días en anteriores elecciones.  

Como nunca antes, los indecisos pueden inclinar la balanza. ¿Por qué es una mala noticia para la Casa Rosada? Por la confirmación de la existencia de los desencantados propios. Ya se ha identificado en estas líneas los dos tipos de frustrados con la administración todista: los económicos (los que circunstancialmente votaron "el regreso al asado" en 2019 y llegó la pandemia) y los ideológicos (los que quieren más Kirchner y menos Fernández al Gobierno, lo que obligó la intervención de la Vicepresidenta en campaña). 

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A ambas clases de desencantados se sumó un tercer "desencantado" producto de los errores no forzados de Alberto Fernández: el propio que militó la política sanitaria, aún a costa de su bolsillo, que el mismo Presidente incumplió en el Olivosgate. 

Es un porcentaje menor, insignificante a ojos de la Casa Rosada, al punto de negar un impacto del escándalo con un argumento que muestra más debilidad que fortaleza: el golpe a la imagen presidencial no tendrá impacto electoral porque los que ya no votarán al Frente de Todos habían tomado esa decisión antes de ver la foto del cumpleaños de la primera dama en 2020. En otras palabras, por el rumbo económico (la pandemia dirán otros), el oficialismo ya había perdido ese electorado antes. 

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En el sprint final, a diferencias de las primarias presidenciales en las que apostaban a dos dígitos de distancia en el búnker todista (frente a la incredulidad del Círculo Rojo que no imaginaban semejante debacle cambiemita), ahora el objetivo es ganar a secas. Con lo mínimo e indispensable. 

"El mejor resultado es ganar la elección, por un voto, por 100, por los que sea. Estamos en una situación complicada, se reedita el escenario de 2019", admitió, sin anestesia, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, esta mañana en CNN Radio al ser consultado por cuál sería el mejor escenario para la noche del domingo 12S. 

En paralelo, se refuerza el Operativo Clamor para instalar una eventual reelección de Fernández, lanzada desde el cristinismo, para sobrellevar la idea extendida de una presidencia de "transición", que hace más daño al Instituto Patria que el que se pensaba.  

Ahora, el volumen de indecisos tampoco es una buena noticia para un Juntos por el Cambio disputado por el PRO con debut de jefatura y el radicalismo que quiere plantarse para 2023 con otro tipo de sociedad que la que mantuvieron de 2015-2019. Que las boletas del ex Cambiemos no hayan logrado cooptar a los exiliados todistas abre otro interrogante, ante la posible aparición de un cisne negro, un emergente que no pueda anticiparse: el crecimiento de la nueva derecha, que logra impactar en los jóvenes, el sector del electorado más esquivo para la política tradicional. No alcanza con abrirse una cuenta de Tik-Tok.

En Juntos (por el Cambio), igual, tienen una luz al final del túnel: el voto útil. Un fenómeno que suele ocurrir en las internas ejecutivas, cuando el opositor más votado de forma nominal, logra cosechar un electorado ajeno que se inclina en las generales por castigar al oficialismo más que por su preferencia original. 

Desde esa óptica, en el búnker larretista (dueño de la lapicera cambiemita) aspiran a que no sólo sus postulantes, María Eugenia Vidal y Diego Santilli, logren sumar parte de los votos que recibieron sus contrincantes internos, Ricardo López Murphy/Adolfo Rubinstein y Facundo Manes. 

Otra muestra de debilidad de la neo-oposición, espejada a la del oficialismo: los "moderados" debieron ressintonizar su campaña para acoplarse a un discurso más duro, más intransigente, por la pérdida de votos hacía sus propios desencantados, los que piden más (Patricia) Bullrich y menos (Horacio) Rodríguez Larreta. 

El desembarco en la campaña de Mauricio Macri, al que pretendían jubilar, es una prueba de ello.  

"Estoy convencido que María Eugenia era la mejor candidata", reafirmó el jefe de Gobierno porteño en CNN Radio, luego de que la presidenta del PRO pronosticara que ella sacaría en Ciudad más votos que Vidal. Una ucronía que duele en Parque Patricios porque anticipa un 2023 más peleado que este cierre de listas de 2021. 

Por eso, como esperanza de un larretismo que ya no disimula sus aspiraciones presidenciales, sueñan con un éxodo de papeletas que en las primarias, a modo de encuesta, hayan ido por fuera de Juntos pero que se consoliden como la única oposición capaz de golpear a la Rosada. 

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  • CA

    Claudia Analía

    29/08/21

    No voten MentirososFarsantesKorrupt0s.

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  • EEK

    Eduardo Elías Kleiner

    29/08/21

    ¿No será posible que alguna vez los argentinos cicartricemos la grieta que en mayor o menor grado nos viene aquejando desde la presidencia de Rivadavia (entonces apenas una lucha entre federales y unitarios, ahora entre ?liberales? y ?progresistas?? ¿Qué tal si probaramos como ensayo piloto reflotar la idea transversal (o sea que cada parlamentario vote independientemente de su militancia) de trasladar la Capital Federal al Interior del país? Que esto se vaya haciendo paulatinamente con una descentralización administrativa de los poderos públicos, utilizando fondos propios y luego de ¿5 años?, ?para cuando la Argentina se recupere social y económicamente?, se recurra a préstamos en dólares, euros o yuans a empréstitos de bancos (BM, CAF, BID) y grandes grupos de inversores privados internacionales, necesarias para cuando se comience con las grandes inversiones de infraestructura. Redes de caminos, ferroviaria y aérea nuevas, puerto de aguas profundas para el tráfico marítimo de ultramar, fuentes de energía ecológicas y renovables como la solar, eólica y mareomotriz, parques industriales a una distancia prudente del centro físico, son una de las tantos emprendimientos que tornarían este proyecto en una mudanza real si los argentinos aspiraran al menos a tener un producto bruto per cápita del país que se emparejaba al de Australia como así lo era en la década de los sesenta.
    ¿El proyecto no es prioritario en estos momentos? Sí lo es, si no deseamos que el país a la larga se desmembre siquiera en sentido figurado o hasta quizás en forma real como cuando Artigas propuso mudar la capital a Paraná; le dijeron que no, tuvo que exilarse a Paraguay y sus adversarios fundaron la Banda Oriental

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