Palabra de CEO

Para el dueño del Hotel Presidente, "en los últimos 100 años los gobiernos sólo se preocuparon por crear más impuestos"

Aldo Elías, reconocido dirigente del sector turístico, asegura que no hay hotel que no esté endeudado y explica que la situación pre pandemia no era la mejor. Qué le hace falta a la industria más golpeada por el Covid para recuperarse

La alta presión impositiva del sector turístico y los vaivenes entre dólar atrasado y devaluaciones a lo largo del tiempo hacen poco competitiva a la Argentina y dificultan la operación exitosa de los hoteles, destaca Aldo Elías, propietario del Hotel Presidente, un cuatro estrellas de 280 habitaciones a metros del Obelisco porteño.

El empresario, que además fue durante cuatro años presidente de la Cámara Argentina de Turismo (CAT), hasta julio pasado, y de la Asociación de Hoteles de Turismo (AHT), hasta abril de 2019, asegura que todos los hoteles del país están altamente endeudados por la pandemia y que el sector requerirá de asistencia crediticia de cara a la recuperación, tras largos meses con las puertas cerradas y casi sin ingresos, para poder reabrir y adaptarse al nuevo contexto.

Si bien la pandemia llevó a la hotelería y al turismo a la peor crisis de la historia, Elías -que también preside la Federación Sudamericana de Turismo (Fedesud) y el Instituto de Calidad Turística (ICTA), asegura que la situación previa tampoco era la mejor.

"La Argentina es un país que funciona según sus ciclos económicos. En los últimos dos años del gobierno de Macri, las devaluaciones violentas reimpulsaron el turismo de la región hacia el país. Los grandes ganadores de ese proceso fueron los cinco estrellas, que reciben a esos turistas. Pero los de cuatro, tres y dos, hacían lo que podían, no estaban bien. Antes de la pandemia, estábamos en una situación promedio, ni buena ni mala, nos sosteníamos, ahí", cuenta Elías, en entrevista a El Cronista.

"La Argentina transformó su modelo económico a lo largo de los años, pero el objetivo siempre fue el mismo: cómo crear la mayor cantidad de impuestos o tasas para financiar todo lo que el gobierno quiere financiar y, aun así, ser deficitarios. Por eso, la presión impositiva -de 40% a 50%- es determinante para el éxito o fracaso de la actividad turística en sí misma. Cuando un país retrasa el tipo de cambio, los argentinos viajan fuera del país y no vienen extranjeros, hay baja ocupación. Con grandes devaluaciones, hay incentivo para los extranjeros, pero genera una contracción del segmento corporativo, porque las grandes devaluaciones producen desfasajes económicos complicados. Se pierde el corporativo, se reduce el interno, por la incertidumbre y la situación económica, y se gana turismo del exterior.

-¿A los cuatro estrellas no los favorece ese tipo de cambio?

-Algunos cuatro estrellas reciben extranjeros, pero no todos, y la mayoría tiene tarifas en pesos, no en dólares como los cinco estrellas, que son los más beneficiados por la devaluación, porque reciben más pesos por su tarifa en dólares y pagan gastos en pesos. Con un dólar atrasado, no pueden pagar los costos argentinos y reciben menos extranjeros.

-¿Qué expectativas tenían para 2020, previo a la pandemia?

-Al comenzar su gobierno, Alberto Fernández fijó el Impuesto País, de 30%, para los gastos al exterior, y el tipo de cambio pasó de $ 69 a más de $ 100, la gente no podía viajar afuera. Ese verano fue récord histórico en el país. Pero ese es un escenario que puede servir en un momento, no a la larga. Si se mira al turismo en la Argentina como política de Estado y como uno de los cuatro pilares de la economía del país, no se puede pensar en ese escenario; los vuelos venían llenos y se volvían vacíos, eso no lo aguanta ninguna aerolínea, que termina levantando la ruta. Se pierde conectividad y los pocos asientos que hay terminan siendo más caros. Así, uno se aleja del ideal de país de turismo receptivo; la Argentina tiene atractivos naturales increíbles, debería trabajar su conectividad fuertemente para que más líneas aéreas lleguen al país y haya más low cost conectando provincias.

-¿Qué hicieron en el Hotel Presidente desde que comenzó la pandemia?

-En marzo de 2020, cuando explotó la pandemia, el Gobierno porteño contrató hoteles para usarlos para alojar, primero, a repatriados, después, a contagiados leves, para liberar camas en hospitales y que estuvieran aislados. En marzo de 2020, eran pocos los hoteles que se animaron a ceder al gobierno porteño sus instalaciones, por temor a la pandemia, que era algo nuevo y, también, porque había que dejarlo en manos de terceros. Fueron pocos, nosotros fuimos uno de ellos. Lo que se vendía a $ 4000 la noche, se pagaba $ 1000, era un precio simbólico, pero aceptamos porque necesitaban los hoteles. Por mi papel en la CAT y ante el pedido del Ente de Turismo, ofrecí mi hotel, que tiene 280 habitaciones. Hoy seguimos operando con casos leves. Los primeros nueve casos de la variante Delta fueron a nuestro hotel. Por eso, desde entonces, no abrimos al turismo.

-¿Cómo sobrellevan esta crisis?

-Sobrellevamos la situación con los ATP, los Repro2, con un escenario a pérdida. En febrero, el Gobierno ajustó la tarifa que paga a $ 1300, pero el ABL subió 55% y las tarifas, 30%, no cierra. Es una situación difícil, tenemos 115 empleados, no podemos ponerlos en riesgo. La hotelería es un gran generador de puestos de trabajo. La pandemia no terminó y en cualquier momento hay un rebrote grande, es lo que se ve en el mundo. Una vez que esto esté superado y que los argentinos estén vacunados con dos dosis, haya testeos y se abran las fronteras, se podrá pensar en cómo vamos al nuevo escenario. Seguramente tendremos que hacer reformas en el hotel, ya lo necesitaba antes del pandemia. Habrá que ver el modelo de negocios, porque si cada tanto hay nuevas variantes de Covid, tendríamos que hacer reformas para ofrecer habitaciones más grandes, con la mitad de los huéspedes y una tarifa mayor. Los viajes grupales son importantes para nuestro hotel; si se discontinúan, tendremos que cambiar de modelo. Si el Covid se termina y se transforma en una gripe, no harían falta grandes reformas, pero sí inversión.

-Después de un año y medio casi sin operar, ¿los hoteles tienen espalda para hacer las inversiones necesarias?

-Los gobiernos tendrán que ser creativos, los empresarios necesitan una gran mano para invertir en sus empresas. El turismo es el cuarto pilar económico de nuestro país. Hay que posicionar al turismo como política de Estado; para eso, hay que tener un producto turístico que no sólo se nutra de atractivos naturales, sino también hay que impulsar una mejora de la infraestructura turística.

-¿Hay préstamos ideados para la recuperación?

-Vamos a necesitar un apoyo muy fuerte del sector bancario, direccionado por los gobiernos nacional, provinciales y de la ciudad. Los bancos no son amigos de prestar plata a cambio de garantía de la propiedad, pero van a tener que entender que es el sector más golpeado y los hoteles necesitan de una mano fuerte para reconvertirse, y que esa reconversión puede generar un ingreso de divisas, inversiones y un movimiento económico muy fuerte, que generará puestos de trabajo, que es lo que necesita la Argentina. Si un banco no le puede prestar a un hotelero, porque le prestó antes, no comprende que hace más de un año que está cerrado y la compleja situación que está atravesando.

-¿Hay alto endeudamiento en los hoteles?

-No hay hotel que no esté endeudado en todo el país. En algunos destinos hubo algo de movimiento en verano, pero 15 o 30 días. No ayudó demasiado a un hotel que estuvo cerrado nueve meses. Si tuvo 80% de ocupación en 30 días y lo dividís por nueve meses, es nada. Un hotel necesita por lo menos 50% de ocupación para no perder plata, por la cantidad de impuestos y tasas que crearon los diferentes gobiernos en los últimos 100 años. Somos el segundo país del mundo en presión impositiva y, también por eso, somos un país al borde de la quiebra. El 40% de la economía es informal. En muchas actividades, si se pagan todos los impuestos y tasas, perdés plata. Cuando solo se piensa en aumentar impuestos y tasas o generar nuevos (a nivel nación, provincia o ciudad), empujas a la sociedad a una economía informal. Ahí perdemos todos.

-¿Cuáles son las claves para la recuperación del turismo?

-La salida va a depender de dos cuestiones fundamentales, la apertura y la conectividad. Para la apertura, hay que tener a los argentinos vacunados. Y, para que haya conectividad, hay que impulsar la llegada de líneas aéreas al país y de low cost para vuelos internos, infraestructura en aeropuertos del interior para recibir vuelos internacionales y, desde ahí, conectividad por micros y trenes. Somos el séptimo país del mundo en superficie, tenemos que tener aviones de todo los colores volando. El éxito o fracaso de un fin de semana largo está dado por la oferta de asientos aéreos.

-¿Qué opina de la situación que atraviesan hoy las aéreas?

-La falta de previsibilidad y de confianza es el daño más grande que puede tener esta actividad. El Gobierno tiene que reconfigurar rápido su línea de trabajo. Hay que ser previsibles, terminar con los DNU de las 23.59 horas y trabajar con previsibilidad, generando confianza, con protocolos y requisitos necesarios. No es una dicotomía entre que ingrese el que quiera o esté todo cerrado. Están las herramientas (protocolos, medidas, pasaportes sanitarios) para que haya previsibilidad para reconstruir el futuro de la actividad. El turismo genera más de 1,1 millones de puestos de trabajo.

-Los hoteles de Buenos Aires, ¿están más complicados que los del resto del país?

-El turismo en Buenos Aires es nulo, por la ausencia de extranjeros y de congresos y reuniones. Pero soy optimista, creo que la pandemia va a terminar y vamos a volver a tener turistas del exterior y congresos. No será ni hoy ni en dos años, pero el escenario es complejo, por estos 17 meses que llevamos sin turismo del exterior, sin congresos y exposiciones y con la ciudad virtualmente cerrada hasta hace 30 días. Volverá a moverse en tanto se abra el turismo del exterior, con tipo de cambio favorable, con los atractivos de la ciudad abiertos (museos, gastronomía), si el segmento corporativo se anima a viajar, pero hoy hay que definir cuándo se abre y difundirlo con tiempo en el exterior. Hay que ser lo más previsibles posible y anunciar con tiempo cuándo se abren las fronteras a extranjeros y con qué requisitos, para que puedan planificar su viaje. Y es fundamental también ponernos de acuerdo a nivel regional con los requisitos que se van a exigir sino, no va a venir nadie.

-¿Para cuándo se estima una recuperación?

-No menos de dos años, algunos estiman cuatro. Va a depender mucho de la asistencia financiera y a todo nivel que tengamos.

-¿El sector trabaja para que el Plan Pre viaje se extienda más allá de la pandemia?

-Es una excelente herramienta, va a ayudar a la venta como el año pasado; en 50 días, se vendieron $ 10.600 millones en viajes. La idea de la CAT es pedir que el Pre Viaje se instaure anualmente. Mientras la Argentina no se decida a bajar sus impuestos para que más argentinos paguen menos, el Pre Viaje será indispensable. El 40% o 50% de cualquier precio turístico es impuestos, es demasiado; el 40% de la economía del país es informal. En la pandemia, el Gobierno tuvo que asistir a mucha gente, que incluso estaba en la informalidad. Hay que bajar los impuestos, aprovechar que todos piden asistencia y blanquearlos. Así vas a poder bajar los impuestos y hacer al turismo argentino más competitivo


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Comentarios

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  • RAG

    Ricardo Arean Gonzalez

    13/08/21

    Todo lo que tocan..........(politicos)lo rompen.....!

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  • OV

    Oldimar Vechette

    13/08/21

    totalmente de acuerdo

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