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Cómo funciona el nuevo mundo del capital de riesgo

El modelo tradicional de financiación privada para las start-ups fue superado por la avalancha de nuevos financistas. La magnitud de las nuevas inversiones es una de las principales características de esta etapa.

Es hora de dejar de hablar del capital riesgo. No es que el capital riesgo para las nuevas empresas en crecimiento esté disminuyendo, lejos de ello.

Más bien, el término, que evoca imágenes de inversores emprendedores que buscan jóvenes fundadores visionarios en sus garajes, no sirve para captar una nueva y poderosa realidad.

La formación de capital en los sectores de crecimiento de la economía digital ha entrado en un nuevo ámbito. Casi todo ha cambiado: la naturaleza del capital que está alimentando el crecimiento en los mercados tecnológicos y digitales, los proveedores de ese capital y las empresas que se están beneficiando de este aluvión de dinero.

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Ha surgido un nuevo sistema de financiación privada a partir del antiguo modelo de capital riesgo, y un nuevo y más diverso grupo de financistas tiene el control de lo que se ha convertido en un importante motor para el futuro de las empresas.

El alcance de la transformación se ve en las últimas tendencias semestrales de inversión. La magnitud de los mercados privados es un rasgo sorprendente. Los u$s 139.000 millones invertidos en el primer semestre en Estados Unidos fueron casi tan importantes como los de todo el año pasado, según las cifras de CB Insights, y la cifra de 2020 fue en sí misma un récord anual.

Es cierto que hay un exceso de capital disponible en general. Pero también subraya cómo se ha transformado fundamentalmente el antiguo sistema de financiación de las start-ups a medida que ha aumentado la escala de la captación de fondos.

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Las rondas de capital extremadamente grandes para empresas con negocios bien probados dominan el panorama del emprendimiento. Entre 2016 y 2020, se produjeron unas 40 operaciones al mes con más de u$s 100 millones, según CB Insights. Este año, esa cifra se ha disparado a más de 120 al mes.

La falta de información hace imposible saber hasta qué punto esto es el resultado de las valoraciones exageradas y cuánto refleja los fundamentos empresariales subyacentes. Pero la pandemia ha elevado claramente la demanda de servicios digitales a un nuevo nivel.

Otro cambio se ha producido en los tipos de empresas que están absorbiendo la mayor parte del dinero de la inversión privada. Cuando se aplica a las start-ups, el término 'tecnología' se ha estirado más allá de sus límites útiles. Muchas de ellas se basan en sus conocimientos de software, su alcance online y un nuevo modelo de negocio para enfrentarse a los operadores tradicionales en todos los rincones de la economía.

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El ejemplo más llamativo es el capital que se está invirtiendo en las fintech. Estas empresas ingresaron u$s 33.000 millones en el último trimestre, según CB Insights. A un ritmo anualizado, es más de lo que invirtió todo el sector mundial de capital riesgo en 2014. Las empresas de salud digital recaudaron u$s 14.000 millones.

Los grupos de inversión que están liderando la avanzada también son muy diferentes de las pequeñas sociedades privadas que antes dominaban el mundo de la financiación de las empresas emergentes.

Los capitalistas de riesgo, en el sentido tradicional, todavía tienen un papel que desempeñar. Pero otros inversores se han sumado. Según un análisis realizado por PitchBook, estos inversores externos participaron en un porcentaje récord del 77% de las inversiones de capital riesgo en Estados Unidos en el segundo trimestre de este año.

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Los rendimientos de estos recién llegados han sido impresionantes: un 30% anualizado para los que se sumaron a una primera ronda de financiación, y entre un 10% y un 15% anual para los demás. Estas cifras sólo reflejan las apuestas ganadoras, no los fracasos, pero siguen explicando por qué los inversores de todo tipo han estado clamando por una entrada en los mercados privados.

De los cinco grupos más activos en la financiación privada de la tecnología en el último trimestre, tres -Andreesen Horowitz, Sequoia Capital China y Accel- son empresas de capital riesgo que han sobrealimentado sus apuestas recaudando fondos de inversión cada vez más grandes. Pero la lista también incluye a SoftBank. Y está encabezada por Tiger Global, una empresa de inversión privada que está acumulando nuevas inversiones a un ritmo de 1,3 cada día hábil, según CB Insights, un ritmo casi inimaginable en el mundo de las finanzas privadas.

Muchos fondos de inversión, grupos de capital riesgo y fondos soberanos, que antes canalizaban sus inversiones tecnológicas privadas a través de empresas de capital riesgo, ahora también juegan por derecho propio.

El resultado de esas apuestas es otra cuestión. La rentabilidad sigue dependiendo de forma desproporcionada de la capacidad de encontrar un pequeño número de grandes ganadores. Esto hace que una pequeña cantidad de inversores tenga el control y plantea serios interrogantes sobre cómo se repartirá la riqueza a medida que la inversión de riesgo complete su transformación de una industria artesanal de Silicon Valley a uno de los principales motores de las finanzas mundiales.

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