Economía y elecciones

El programa económico electoral: vacunas, dólar controlado y pesos en la calle

El efecto del plan para "poner pesos en el bolsillo de la gente", los riesgos cambiarios y el futuro de las variables más allá de las elecciones. Inflación, brechas y FMI

La crisis de balanza de pagos que se inició en 2018 y la pandemia rompieron la trayectoria de "serrucho" de la economía argentina entre 2011 y 2017, dominada por la alternancia de años electorales con crecimiento y años pares con caída del PBI

A pesar de ello, el programa económico electoral para 2021 es similar al "clásico" de aquel período: intentar mejorar el salario real y el poder adquisitivo de jubilaciones y programas sociales en los meses previos a los comicios pisando mecanismos de transmisión (dólar oficial, tarifas y márgenes minoristas), a lo que se le agrega esta vez la apuesta a la aceleración en la vacunación para llegar con la mayor cobertura posible a septiembre/noviembre.

Sin embargo, con la economía y los indicadores sociales muy golpeados tras la Segunda Década Perdida (2010-2019) y más de un año de pandemia, esta vez no luce suficiente con anestesiar el dólar oficial y las tarifas o controlar precios, sino que empieza a aparecer la perspectiva de "poner plata en el bolsillo de la gente" de cara a los comicios. 

La apuesta electoral de "poner plata en el bolsillo" puede diluirse por efectos inflacionarios

Si bien la economía va a mostrar un crecimiento estadístico significativo este año, el número va a estar muy influido por el arrastre que dejó diciembre de 2020 (6%), por lo que la magnitud de la expansión que van a mostrar los datos no se va a notar "en el bolsillo".

En este contexto, el foco se reorienta a una dinámica fiscal que viene mejor de lo incorporado en el Presupuesto y que abre la posibilidad para la "política-política" de aprovechar este diferencial. Para implementar una política fiscal expansiva (caída del superávit/aumento del déficit) existen tres restricciones: la legal (el Presupuesto), la financiera y la que impone la demanda de dinero.

La primera parece resuelta. Más aún, la política se encuentra con una inercia fiscal que, a fuerza de la mayor nominalidad, la indexación previsional, la suba en los términos del intercambio y el Aporte Extraordinario, apunta al 3% del PBI y "se queda corta" en 1,2% del PBI respecto al número autorizado en el Presupuesto (4,2% del PBI).

La segunda comienza a estar más estresada si se empieza a simular un déficit primario mayor al 3% del PBI (que es consistente con un déficit financiero de 4,7% del PBI), partiendo de un financiamiento monetario disponible por utilidades y adelantos transitorios de 3,5% del PBI y el resultado mixto de las últimas licitaciones de deuda en pesos. 

La pauta presupuestaria aparece cumplible por recaudación y el Aporte Extraordinario

En este sentido puede leerse entre líneas la disposición del BCRA que amplió el límite de exposición de los bancos al Tesoro y lo combinó con la opción de vender los títulos a la autoridad monetaria contra liquidez inmediata: el aumento en el financiamiento potencial (del mercado en caso de que los bancos mantengan los títulos o indirecto del BCRA en caso de que la autoridad monetaria emita pesos para comprarlos) asciende a un estimado de máxima 1,7% del PBI, ayudando a correr la restricción financiera en caso de que la política decida hacer uso del "bonus fiscal" en los meses pre electorales. 

Asumiendo que el desarme de LELIQs a lo largo de estos meses sea pleno en el caso de los bancos públicos y del 20/30% en el de los privados, la restricción se extendería en casi 1% del PBI, habilitando desde lo financiero la posibilidad de transitar desde la inercia fiscal al número del Presupuesto.

La tercera restricción, dada la debilidad de la demanda de dinero, impone límites a la efectividad de cualquier impulso fiscal. El riesgo de "volcar pesos a la calle" es que el impacto expansivo inicial quede licuado rápidamente en forma directa con una aceleración inflacionaria e indirecta con mayores presiones en el mercado de cambios y un ensanchamiento en la brecha cambiaria

El Central acumuló reservas y tiene margen para intervenir dólares financieros

En este aspecto, la apuesta de la política combina un control de los mecanismos de transmisión con la acumulación de un colchón de reservas netas en los últimos meses (mejora en los precios de exportación, curva de futuros de soja en backwardation y expectativa de atraso cambiario en el tipo de cambio oficial), llevándolas actualmente a un nivel de entre u$s 6500 y u$s 7000 millones. 

Asimismo, el BCRA fue recortando su posición vendedora en futuros, reduciéndola en más de u$s 5000 millones desde septiembre. Esta munición, que para seguir fortaleciéndose descansa en el supuesto de que se sostenga la fluidez de la liquidación de divisas de la agroindustria, brinda espacio para intervenir en los dólares financieros (con volúmenes inferiores a los del MULC) y evitar movimientos disruptivos en el corto plazo.

Más allá del margen en estos meses, las chances de extender más allá la tranquilidad cambiaria sin un acuerdo con el FMI que descomprima la presión en la brecha y el riesgo país son de bajo alcance dada la inercia inflacionaria, la acumulación de distorsiones y el deteriorado balance del BCRA en el punto de partida.

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