Pese a ley, es ínfimo el consumo de electricidad con fuentes renovables

A partir de la Ley 27.191, el Gobierno nacional se fijó la meta de abastecer el 8% del consumo de electricidad del país con fuentes renovables. Cumplido el plazo, no se superó el 2%. Las razones.

Cientos de proyectos adjudicados, millones de dólares invertidos e interés de empresas locales e internacionales para crear un mercado prácticamente inexistente. Las energías renovables han dado pasos importantes en la Argentina en los últimos años, buscando aprovechar el destacado potencial del país.

Sin embargo, la suma de elementos no ha sido suficiente para cumplir con uno de los objetivos. La meta de contar con el 8% del consumo de energía eléctrica basado en fuentes renovables para diciembre del 2018, establecida por la ley sancionada en 2015, no se ha logrado.

La participación de generación a través de fuentes de energías renovables es actualmente de menor al 2%, pero con incrementos interanuales en agosto del 432.4% en el caso de la eólica y del 152.2% en el caso de la solar, de acuerdo con el último Informe de Tendencias Energéticas del Instituto Argentino de la Energía General Mosconi.

A pesar del incumplimiento, expertos del sector consultados por El Cronista destacan el crecimiento de las renovables en 2017 y 2018, y concuerdan que a fines del próximo año o en 2020 se alcanzará el objetivo, para luego llegar al 20% estipulado por la normativa en 2025.

Cambiaron las condiciones desde que la ley se promulgó y reglamentó. De todos modos, si todo evoluciona como esperamos, de 2020 a 2025 la curva debería seguir subiendo. De 2018 a 2019, estaremos por debajo de la meta, pero luego por arriba, asegura Marcelo Álvarez, presidente de la Cámara Argentina de Energía Renovable (Cader).

En esa misma línea se encuentra la Secretaría de Energía de la Nación. De acuerdo con un informe publicado en marzo de este año por el ahora exministerio, el Gobierno estima que, para fines de 2019, las fuentes de energía renovable aportarán el 12% del consumo de energía eléctrica.

La Argentina no contaba con una industria de energías renovables consolidada, ni había suficiente conocimiento y experiencia sobre el tema en las ramas técnica, económico-financiera ni legal, se afirma en el reporte, presentado al Congreso para justificar la demora en el avance de las metas de la ley.

Largo y retrasado camino

La Ley 27.191 de Energías Renovables se sancionó en septiembre de 2015 bajo el gobierno de Cristina Kirchner y estableció objetivos ambiciosos para el consumo eléctrico de fuentes renovables. En marzo de 2016, ya con nuevo gobierno, llegó la reglamentación, luego completada, en junio, con aspectos pendientes.

La norma se sancionó después de años de desinterés gubernamental por las energías limpias y priorización del sector hidrocarburífero ante las necesidades energéticas, a pesar del potencial eólico en la Patagonia y solar en el norte, y el creciente bajo costo de las renovables.

Cuando la ley se aprobó ya no había chances de que el 8% se cumpliese. La meta viene de arrastre de documentos iniciales de 2004. Por eso, siempre empecé a hablar de que hay que estar en el 10% en 2020, esa es la fecha que hay que mirar como realista", sostiene Juan Carlos Villalonga, diputado nacional de Cambiemos.

Las demoras entre la proposición de la ley en 2014, su sanción en 2015 y la promulgación en 2016 fueron el problema inicial para cumplir con el 8%, Villalonga y otros expertos consultados coinciden. Se perdió tiempo valioso que hubiera permitido poner en marcha con mayor velocidad las licitaciones de proyectos de energía renovable, sostienen.

Al mismo tiempo, el casi nulo desarrollo del sector en el pasado forzó al gobierno y al sector privado a atravesar un proceso de aprendizaje. A ello se le sumó lograr posicionar a la Argentina como un mercado atractivo para inversores internacionales, luego de años sin acceso a los mercados internacionales

Costó tiempo y trabajo armar el marco regulatorio. Además, hubo que armar un marco jurídico para darle confianza a los inversores que no solían firmar contratos largos en la Argentina. Fue un proceso de aprendizaje natural de todo país que se inicia en renovables, expresa Juan Bosch, presidente de Saesa, trader de gas y energía.

El primer gran paso fue el lanzamiento del Plan RenovAR, una gran licitación dividida en rondas que adjudica proyectos de generación a distintas empresas que, una vez que tengan la producción en marcha, venderán su energía a Cammesa, la empresa que regula la energía mayorista.

El programa concretó tres rondas: 1 en agosto de 2016, 1.5 en noviembre de 2016 y 2 en octubre de 2017. A través de estas, se adjudicaron 4666,5 MW correspondientes a 147 proyectos, 59 de las rondas 1 y 1.5, y 88 de la ronda 2. Los proyectos más económicos se cerraron a u$s 45 por cada MW/h.

A RenovAR se le sumaron 10 proyectos que provienen de la renegociación de contratos de la gestión anterior por 500 MW y 41 por medio del Mercado a Término de Energías Renovables (Mater) por 1009,6 MW. Con ello, todos los contratos llegan a 5976 MW en 21 provincias de la Argentina.

A pesar del creciente interés mostrado en cada una de las licitaciones, el sector no resultó ajeno a la crisis económica que atraviesa el país. Muchos de los proyectos ya adjudicados empezaron a mostrar problemas para conseguir el financiamiento necesario, lo que demoró su construcción y, consecuentemente, dificultó lograr la meta del 8% de la ley.

El proceso del RenovAR fue muy positivo. Pero, en el contexto actual de la Argentina, los inversores están a la espera. La devaluación sumada a la suba de riesgo país y problemas de acceso a mercado de capitales generó preocupación en los inversores, dice Ezequiel Mirazón, socio líder de energía de PwC Argentina.

Problemas adicionales

En paralelo al desarrollo del RenovAR, otro capítulo fue el demorado desarrollo del mercado privado. La ley 27.191 obliga a los grandes usuarios de energía eléctrica a cumplir individualmente con las metas de consumo de renovables. Para lograrlo, pueden autogenerar energía, comprarla a Cammesa o firmar contratos entre privados para producirla.

El mercado privado no tuvo oportunidad de funcionar hasta fines de 2017 porque no se dieron las reglas para que los privados pudieran comprar y vender directamente entre sí. Fue recién a partir de una resolución del exministerio de Energía y Minería que entró en marcha el Mater.

Se tardó mucho en habilitarlo. Tendría que haber ocurrido en 2016. Eso hizo que se pensara solo en proyectos con el Estado como contratante. Pero, hay empresas que no quieren contratar con el Estado. Los compradores de renovables que son privados estaban atados de pies y manos. Ahora, se están empezando a negociar los primeros contratos, sostiene Bosch.

Loma Negra fue uno de los grandes usuarios que informó su salida de la compra conjunta de Cammesa para solucionar en forma independiente la obligación de utilizar energía limpia. Luego, se le sumó Ledesma con el desarrollo de un proyecto de biomasa y Coca-Cola FEMSA Argentina, que empezó en agosto a producir energía renovable a partir de un acuerdo con YPF Luz.

A los largos plazos para la creación del mercado privado se le agregó la demorada reglamentación de la Ley de Energía Distribuida, sancionada en 2017 y reglamentada en noviembre de este año. La misma autoriza a usuarios a vender a la red la energía que generen en su domicilio a partir de fuentes renovables. Y crea un fondo fiduciario de $ 500 millones para estimular la generación distribuida a través de diversos mecanismos de promoción. El objetivo oficial es sumar 1000 MW de electricidad proveniente de fuentes renovables para 2030 gracias a esta iniciativa, de acuerdo con Villalonga, autor de la legislación.

La puesta en marcha de proyectos del RenovAR junto con la creación del mercado privado y la reglamentación de la generación distribuida representan un problema para la red de alta tensión, la cual requiere de nuevas inversiones para no significar un freno de las energías renovables en el país.

Se viene un cuello de botella para las renovables en el mercado mayorista. Estamos llegando a un nivel que la red de alta tensión empieza a ser deficitaria. La red está diseñada para traer energía de grandes polos. Ahora, hay que empezar a hacer redes nuevas y eso va a demorar dos o tres años, generando un amesetamiento del RenovAR, afirma Villalonga

Perspectivas futuras

A pesar del incumplimiento del 8%, el Gobierno buscará continuar avanzando con el desarrollo de la energía renovable en los próximos años, apuntando a la segunda meta de la ley de una matriz con 20% en 2025.

 

La Secretaría de Energía ya presentó la ronda 3 del RenovAR, llamada MiniRen, a través de la cual buscará adjudicar proyectos de hasta 10 MW que se conectarán a la red de media tensión. Se ofrecerán 400 MW en todo el país, de los cuales 350 MW serán para proyectos solares y eólicos.

Al enfocarse en media tensión, se puede continuar sumando energía renovable a la matriz a pesar del límite operativo de las redes de alta tensión. Mientras tanto, se está trabajando en proyectos de expansión de las redes de transporte mediante las iniciativas de Participación Público-Privada (PPP).

Los especialistas consultados por El Cronista coinciden que la meta del 20% se cumplirá sin mayores problemas y que por eso ya es hora de empezar a pensar en futuras metas. En ese sentido, Villalonga ya presentó un proyecto para modificar la Ley 27.191 y poner la meta de 35% para 2030.

Países de Europa occidental ya tienen propuestas matrices de 100% renovables en 2050. La Argentina debería tener un escenario descarbonizado para 2060. Para eso, hay que poner todas las renovables complementarias que se puedan. No solo eólica y solar, también biomasa y geotermia, entre otros, apunta Álvarez.

En ese objetivo, Vaca Muerta representa un desafío. Este año, el 93% del financiamiento público dirigido al sector energético fue hacia proyectos marrones, es decir, de gas, carbón y petróleo, de acuerdo con el recientemente publicado informe Brown to Green de Climate Transparency. Cambiar esa dinámica resultará fundamental para el cumplimiento de las metas de la ley de renovables.

La Argentina debe priorizar la transición de las fuentes de energía sucia hacia las renovables y deshacerse de los subsidios a los combustibles fósiles, sostiene, al respecto, Enrique Maurtua Konstantinidis, director del área de cambio climático de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).

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