Los bonos de impacto social llegan a la Argentina

Por medio de una innovadora herramienta financiera, inversores privados apostarán $ 40 millones para mejorar la inserción laboral de más de 1000 jóvenes vulnerables de la zona sur de CABA; ONGs expertas ejecutarán los programas y el gobierno de la Ciudad solo pagará por los resultados obtenidos.

Qué sucede cuando se asocian el Estado, inversores socialmente motivados y proveedores de servicios eficientes? Pueden proponerse enfrentar problemas complejos que a cualquiera de estos actores por sí solos le costaría solucionar. Así, alineando los mejores esfuerzos y capacidades de cada uno se lanzó el primer Bono de Impacto Social en Buenos Aires, un contrato público-privado cuyo objetivo es financiar proyectos sociales de alto impacto a través de un contrato de pago por resultados. En este caso, la meta es comenzar a revertir las estadísticas de desempleo juvenil de la Ciudad. Quienes lo suscribieron son el GCBA y BID Fomin e inversores -IRSA, Banco Galicia, Banco Ciudad, Organización Román y un inversor privado-, asesorados por el estudio Beccar Varela, Acrux Partners, Social Finance UK y la Fundación Alimentaris.

Según estadísticas del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, 40% de los jóvenes de todo el país de 18 a 29 años no alcanzaron el nivel de educación secundaria, y los que tienen de 18 a 24 años sufren la más alta tasa de desocupación, de 23%. Similares cifras se manejan dentro de CABA, pero los jóvenes de la zona sur son casi 70% más vulnerables que sus pares del resto de la Ciudad.

Estos son los números que esperan mejorar estos aliados a través de una herramienta innovadora para el mercado local pero que se ha probado con éxito en el mundo: el Bono o Vínculo de Impacto Social (VIS). Mediante el mismo, los inversores privados adelantan $ 40 millones para financiar la iniciativa "Proyectá tu futuro", de la secretaría de Planeamiento Estratégico del GCBA, cuyo objetivo será insertar laboralmente a los jóvenes en situación de vulnerabilidad. Durante 2 años el beneficio llegará, en forma de capacitación en habilidades técnicas y socio emocionales, orientación y apoyo para la inserción laboral e intermediación con empresas, a 1000 jóvenes de entre 17 y 24 años. Quienes darán el servicio son ONGs expertas que atravesaron una exhaustiva preselección: AMIA, Forge, Pescar y Reciduca.

María Laura Tinelli, directora de Acrux Partners, la consultora especialista en inversiones de impacto que asesoró a los participantes, explica que "el tema de empleabilidad es uno de los más relevantes para lograr impacto social porque provoca un cambio positivo en la trayectoria de vida de los jóvenes". La administración pública se compromete a pagar por mejoras específicas y cuantificables. "Si los resultados buscados se materializan, reembolsa a los inversionistas el capital invertido más un retorno financiero, cuyo monto está correlacionado con el grado de mejora en los indicadores de impacto social y según la gestión realizada", explica. Así, el VIS es un instrumento que permite abordar una problemática prioritaria con un enfoque innovador de "pago por resultados", alineando actores que tradicionalmente trabajan en duplas.

Bonos para el desarrollo

Según la experiencia internacional, estos bonos generan eficiencias en el uso del recurso público; los programas sociales se vuelven más ágiles, innovadores y le permiten al Estado recabar evidencia para encarar más eficientemente proyectos futuros. Por lo innovadores, son considerados verdaderos game changers.

Pero si en un mercado desarrollado, los VIS convocan a inversores de la talla de UBS o Goldman Sachs, en plazas incipientes como la local, expuesta a vaivenes macroeconómicos, quienes apuestan por este tipo de aventura son inversores "sensibles". "En mercados poco desarrollados, los que primero apuestan son los inversores socialmente motivados, los que donan tradicionalmente o disponen de cierto capital destinado a su área de Responsabilidad Social. Afrontan el riesgo porque están muy interesados en la causa social", explica Tinelli. Aunque esto no quiere decir que estén dispuestos a perder lo invertido. "Lo interesante es que el inversor se comporte como tal, que controle y gestione, elevando la vara de las ONGs que prestan el servicio para que se cumplan los objetivos y se logre el repago de la inversión", cuenta la especialista.

En el caso de Organización Román, les resultó atractivo participar por la innovación en el abordaje de la agenda social: "propone a los equipos del Estado involucrarse desde el inicio del proyecto, definiendo las métricas de éxito y con un compromiso de pago solo por resultados; a las organizaciones de la sociedad civil especialistas, las estimula a una mejora continua de sus prácticas en aras de lograr los objetivos. Y al inversor lo invita a que aporte estrategia y gestión orientada a resultados y a que asuma riesgo al financiar la iniciativa a cambio de un retorno. En países con más experiencia, resulta un esquema facilitador para alinear la labor de actores que no siempre están articulados", resume Fabiana Oliver, Head Sustainability de Organización Román.

Por tratarse de una nueva herramienta los desafíos no fueron pocos: se diseñaron estructuras contractuales adecuadas a un proceso de articulación complejo que involucró diferentes actores y presupuesto público y, al mismo tiempo, que permitieran -mediante el monitoreo de indicadores- dar cuenta del cumplimiento de las metas de manera de implementar un sistema de pago por resultados. Para Constanza Connolly y María Fernanda Miérez, abogadas del estudio Beccar Varela que instrumentó legalmente este fideicomiso, el desafío fue la diversidad de actores involucrados, la necesidad de informar a todos y de interpretar y cuidar los intereses de cada parte. "Se llevó a términos contractuales los objetivos de impacto social, se impulsó el trabajo cooperativo entre las partes; otra tarea muy grande fue comunicar el instrumento e incidir: hay mucho que hacer desde lo legal y lo fiscal para favorecer el desarrollo de estos bonos. Un ejemplo: las ONGs eran reticentes a facturar por sus servicios para no poner en riesgo su exención fiscal, lo que requirió el trabajo de darles solvencia jurídica para que se animen a hacerlo", explican las abogadas, que aclaran que inversores interesados, como fundaciones, quedaron afuera precisamente por cuestiones fiscales que deberían ser revisadas.

Cambio de lógica

¿Cómo lograrán recuperar la inversión? En el VIS, los objetivos que deben cumplirse para que los inversores obtengan los rendimientos están asociados a una métrica definida de manera precisa e inequívoca. Por ejemplo, si los participantes finalizan la educación secundaria; acceden a empleo formal registrado; sostienen el empleo en el corto plazo -4 meses consecutivos-; sostienen el empleo en el largo plazo -12 meses-; ampliación del mercado laboral -si se incorporan nuevas empresas empleadoras para estos jóvenes. "Solo consiguiendo los resultados básicos -que 288 jóvenes accedan a empleo formal registrado y con 216 que cumplan con sostener el empleo en el corto plazo, ya se recupera el capital invertido más una pequeña tasa de retorno. En caso de obtener mejores resultados, la tasa de retorno aumenta", confirman en el gobierno de la Ciudad. La medición de las metas estará a cargo de un verificador independiente, que comprobará su cumplimiento. De esta manera, el Estado se aparta de la lógica tradicional de pagar por los servicios prestados y sólo lo hace por resultados positivos.

Éxito global, desafío local

Los 'Social Impact Bonds' -"bond" se refiere al vínculo que se genera entre los distintos sectores que trabajan en un mismo objetivo-, surgieron en el Reino Unido en 2010. "Existen 89 Vínculos de Impacto Social que están dando resultados exitosos en países como Inglaterra, EEUU, Alemania e Israel", cuenta María Laura Tinelli, directora de Acrux Partners, la consultora que coordinó esta iniciativa y trabajó codo a codo con quienes más experiencia tienen en esta herramienta a nivel global, la consultora Social Finance, y contó con el apoyo financiero del BID-FOMIN. Nutrido de los aprendizajes de otros bonos, el de la Ciudad de Buenos Aires, es el segundo Bono de Impacto Social que se lanza en América latina. En el mundo se implementaron 122 bonos de este tipo, con una inversión de u$s 392 millones y la herramienta fue replicada por 22 países. Cuando se estructura un bono se busca que rinda tasas similares a las de otro instrumento de inversión del Estado. "Esto con el gran caveat que depende del mercado y su estabilidad", aclara Tinelli.

¿Las perspectivas en el mercado argentino de este instrumento de inversión? "Hay otro bono muy encaminado en la provincia de Salta y algunos más en discusión. Por eso es muy buena esta oportunidad de probarlo y de aprender", dice Tinelli.

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