El impacto de Trump en las emisiones será "bastante pequeño"

La nominación de Scott Pruitt como director de la Agencia de Protección Ambiental norteamericana puso en alerta a los defensores verdes. De todos modos, según PwC, la amenaza de los Estados Unidos de salir del acuerdo de París tendría un efecto mínimo.

Donald Trump envió lo que, hasta ahora, es su mensaje más claro sobre sus planes de reformar las políticas de los Estados Unidos sobre cambio climático al elegir un regulador ambiental que cuestionó la ciencia de este fenómeno.

Pero los principales expertos dicen que la nominación de Scott Pruitt, procurador General de Oklahoma, como director de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), podría tener mucho menos impacto del que todos imaginan sobre las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Trump ya había enviado una señal diferente a principios de esta semana cuando se reunió con dos defensores prominentes del cambio climático en su oficina de New York. Primero, Al Gore, un exvicepresidente de los Estados Unidos, y luego el actor de Hollywood Leonardo DiCaprio.

Cuando estaba dándose la reunión con DiCaprio salió a la luz que Trump había elegido a Pruitt para la posición en la EPA -que estuvo al frente de los esfuerzos de los Estados Unidos para controlar la polución por combustibles fósiles. La decisión del presidente electo produjo gritos enfurecidos de los defensores verdes y la aprobación de la industria de combustibles fósiles.

Pruitt pasó mucho tiempo peleando contra la agencia a la que fue nominado a liderar por su Plan de Energía Limpia, programa insignia de los esfuerzos del gobierno de Obama para recortar las emisiones de gases de efecto invernadero para el sector de electricidad.

También expresó dudas sobre el cambio climático, escribiendo en mayo que el debate sobre el calentamiento global "está lejos de estar acordado" y asegurando que los científicos siguen en desacuerdo sobre "su conexión con los actos de la humanidad".

Su nominación sugiere que es probable que Trump, quien dijo que el cambio climático es un engaño, cumpla con su promesa de campaña de retirar a los Estados Unidos del acuerdo de París, que compromete a casi todos los países del mundo a alguna forma de acción en relación al calentamiento global.
Desde su victoria electoral del 8 de noviembre, Trump ha sido vago sobre si dará o no ese paso. Le dijo al New York Times que "miraría el tema", agregando que cree que hay "alguna conexión" entre la actividad humana y el cambio climático.

Haga lo que haga, podría estar restringido por los movimientos del mercado y los desarrollos tecnológicos.
Un análisis de PwC, la firma de servicios financieros, muestra que los países del G20 necesitan reducir su intensidad de carbono -la cantidad de dióxido de carbono que emiten por cada dólar del PBI que producen- un promedio anual del 3% para lograr los objetivos del acuerdo de París.

Incluso aunque los Estados Unidos abandonen el acuerdo, esto tendría un impacto directo limitado en el esfuerzo general del G20. Si todos los otros países siguen en la senda para lograr sus targets de carbono, pero los Estados Unidos vuelven a comportarse como antes, el recorte promedio anual para el G20 como un todo solo bajaría levemente, de 3 a 2,8%.

Eso es, mayormente, por los desarrollos de mercados como el boom del shale gas en los Estados Unidos, que excluyó al carbón, el combustible fósil más sucio, una situación que algunos creen poco probable que cambie, más allá de lo que haga Trump.

"El impacto sobre las proyecciones globales de emisiones es bastante pequeño, incluso aunque los Estados Unidos archiven su meta de París", asegura Jonathan Grant, director de Clima y Sustentabilidad de PwC.
Y enfatiza que la contribución de los cambios tecnológicos y de mercado en la disminución del crecimiento de las emisiones, añadiendo que "es dudoso que eso pueda ser revertido por un solo país".

Sin embargo, Grant alerta: "El mensaje que envían los Estados Unidos sobre el clima es más importante que la matemática, particularmente ahora que los países están tratando de mantener el impulso en implementar el acuerdo de París".

Benjamin Sporton, CEO de la Asociación Mundial del Carbón, dice que aunque la industria del mineral se vio dañada por los cambios del mercado como la revolución del shale, espera que el gobierno de Trump aplique reglas de polución más igualitarias, para que la industria de carbón del país pueda "operar a un campo de igualdades".

Otros aseguran que sería difícil para Trump -o Pruitt- contrarrestrar los esfuerzos climáticos de las ciudades y estados del país, junto con docenas de naciones y empresas que están cambiando cada vez hacia energías limpias accesibles.

Google, por ejemplo, anunció este mes que el año que viene compraría la energía sustentable necesaria para igualar todas las necesidades de sus data centers y oficinas.
"No está claro hasta qué punto podrá influir Pruitt ni qué impacto de cuatro años de intentos tendrá en el mundo real", explica Richard Black, director del think tank Unidad de Inteligencia de Energía y Clima de Londres.

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