Microcentro de colección

Cuáles son las joyas que es posible descubrir en la zona más transitada de la Ciudad. Sus historias y arquitectos responsables. Los edificios Bencich y sedes de bancos, entre otros.

Las calles de la City condensan gran parte del movimiento de la ciudad. Allí parece que el tiempo nunca alcanza. Sin embargo, sus paredes cuentan historias y vale la pena apreciar algunos edificios.

En Florida al 165 asoma la Galería Güemes, uno de los primeros rascacielos porteños, con 87 metros de altura y un gran número de historias. Con sello del arquitecto italiano Francisco Gianotti, fue considerada una de las obras cumbre del Art Noveau. Su creación surgió por encargo de los salteños Emilio San Miguel y David Ovejero, dueños de gran fortuna y propietarios de la casona de 1830 que había en el terreno.

Fue concebida al estilo de los grandes espacios europeos, como lugar de encuentro y esparcimiento. Así, desarrolló múltiples usos y funciones: en el subsuelo, un teatro y un salón de eventos y restaurante; en la PB, la galería con locales comerciales y gastronomía; desde el 1° piso oficinas y, a partir del 6°, departamentos amueblados que se alquilaban temporalmente. En el piso 14, la confitería ofrecía hermosas vistas de la ciudad y, cuatro niveles más arriba, sorprendía el mirador, que fue el punto más alto de la ciudad durante varios años con una vista única de 360°. La Galería Güemes conserva la magia y el aire bohemio. En sus pisos de alquiler vivió el escritor francés Antoine de Saint Exupery y entre sus pasillos se inspiró Julio Cortázar para su cuento El otro cielo.

Es interesante ver cómo la buena arquitectura y el buen diseño suman a la ciudad. Conocer la historia y ver con otros ojos espacios que se transitan todos los días ayuda a valorarlos" dice el arquitecto Ricardo Pomphile, miembro de la ONG CoHabitar Urbano, que organiza todos los años Open House, un evento en el que se abren al público edificios y espacios de valor arquitectónico.

Entre los tesoros de la zona, Pomphile destaca el edificio que funciona como casa matriz del Banco Ciudad, en Florida al 302, en el que subraya el diseño innovador y llamativo, con una piel de ladrillo de vidrio amarillo. Su historia data de 1889, cuando fue construido para las tiendas "A la ciudad de México". En 1968 vivió una refuncionalización, en la que el estudio a cargo, M/SG/S/S/S, planteó la reutilización de la edificación incorporando un espacio de tres niveles en entrepisos encerrados en una caja traslucida, cuyos techos, pisos y cerramientos se materializaron con ladrillos de vidrio. El resultado es un espacio de múltiples escala.

En una zona de gran actividad económica y financiera no es de extrañar que las sedes bancarias sean protagonistas. En Reconquista y Bartolomé Mitre, la casa central del Banco Hipotecario es otra de las joyas. Se trata de un edificio de la década del 60 diseñado por Clorindo Testa con el estudio SEPRA (conformado por los arquitectos Santiago Sánchez Elía, Federico Peralta Ramos y Alfredo Agostini). Su original y audaz planteo estructural, plástico y funcional modificó conceptos aparentemente inamovibles para un banco en ese momento.

La imponente fachada adquiere gran presencia en la esquina que la alberga generando una especie de continuidad con el espacio urbano. El edificio recompone las líneas municipales de las calles que lo rodean con una pantalla de hormigón a la vista modelado artesanalmente con encofrados en curvas, dentados y perforado. Detrás corre una piel de vidrio transparente. El interior cuenta con tres subsuelos y seis niveles superiores. Los tres inferiores surgen del suelo y se proyectan al espacio interior; los superiores están suspendidos del techo principal mediante tensores de acero.

Historia vivaLa historia de la ciudad y su movimiento deja huellas en su fisionomía. En Corrientes 222, el Edificio Comega, construido en 1933 por Enrique Douillet y Alfredo Joselevich, es un testimonio vivo. Esta torre de 21 pisos fue sede de la Compañía Mercantil y Ganadera, y su construcción se vio beneficiada por un cambio de reglamentación a comienzos de los 30, que permitió modificar la volumetría y adecuarse a los cambios que demandaba la nueva vida moderna. Se destacan su estructura de hormigón armado, las fachadas revestidas en travertino y el original diseño del hall en doble altura y acceso lateral, provisto de materiales nobles importados como mármoles pulidos, acero inoxidable y maderas.

El historiador Ricardo Watson, miembro de la agencia Eternautas -abocada a tours que fusionan arquitectura e historia- destaca los Edificios Bencich, a uno y otro lado de la avenida Roque Sáenz Peña 615 y 616, obra del arquitecto Edouard Le Monnier en 192. Watson señala la audacia de las soluciones compositivas de Le Monnie. Es posible definir su estilo como "eclecticismo abierto" porque, si bien toma elementos de las arquitecturas históricas, las combina con formas nuevas. En ambos, las buenas maderas de sus puertas, los zócalos de mármol veteado de sus pasillos y el par de centenares largos de lámparas de bronce transmiten la opulencia de entonces.

Entre sus elegidos está el edificio Tornquist, de 1928. Fue encargado por los herederos del banquero y empresario Ernesto Tornquist y tiene el sello de autor de Alejandro Bustillo, autor del Llao Llao y el Hotel Provincial. Su estilo combina elementos europeos y coloniales españoles.

Fue considerado uno de los más amplios y avanzados en equipamiento, infraestructura y servicios: sistema de aire acondicionado central, de extracción de polvo, de tubos neumáticos y ascensores de alta velocidad. La distribución también llamó la atención: en el 2° subsuelo se encontraba el Tesoro, conectado con una escalera directa a la PB, donde estaba el hall principal.

La lista de tesoros sigue e incluye clásicos y modernos como el edificio de La Equitativa del Plata, en Sáenz Peña 550, o el Somisa, en Julio A. Roca 782.

 

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