Algunas empresas quieren a su competencia lo más lejos posible, mientras que otras eligen sentarse en el mismo escritorio todos los días. Es el caso de los emprendimientos que integran el espacio Munay, una gran oficina fundada por las organizaciones sociales Ashoka, Sistema B, Socialab y Njambre, donde creen en el encuentro como herramienta de crecimiento.

La idea surgió de una primera experiencia que tuvieron los cuatro, cuando compartían un espacio de coworking en Parque Patricios. Una vez que el lugar quedó chico, decidieron mantenerse juntos. El resultado había sido tan efectivo que buscaron una nueva oficina en la que pudieran recibir más empresas de impacto social.
Tras nueve meses, dieron con el edificio que consta de una gran sala abierta en el barrio de Colegiales, inaugurada en enero de este año. Daniela Kreimer, directora de Ashoka para Argentina, Uruguay y Paraguay, explica que, a partir de esa primera experiencia de trabajo juntos, la colaboración se volvió costumbre: "Ya no abordamos proyectos solos. Siempre miramos alrededor y buscamos al mejor socio estratégico para desarrollar una idea. Estamos rompiendo un paradigma antiguo, en especial en el mundo de las organizaciones sociales donde todos dependemos de los mismos recursos económicos. Eso no nos asustó. Nos dimos cuenta de que si nos juntábamos había más abundancia".

Sobre esto, Jorge Yoyo Riva, director de Socialab Argentina, afirma: "Queremos enmarcarnos dentro de las empresas que buscan bajar los egos y poner los objetivos comunes adelante".

Al estar a un escritorio de distancia, todo se vuelve más colaborativo y eficiente. Dividen los pagos de servicios, infraestructura e internet, pero también los gastos de proyectos. Al reunir varios expertos, cada uno aporta lo que mejor sabe hacer para crear un equipo de alto impacto. En este punto, para Kreimer, las relaciones son lo más importante: "Para la colaboración hace falta confianza, y esta se gana cultivando los vínculos. El coworking te permite eso", admite.

El networking es permanente, pero los integrantes de Munay prefieren decir que son amigos. El ambiente es relajado y resulta difícil saber quién trabaja para qué organización. Los espacios son abiertos y los sitios están pensados para moverse con libertad. Cuentan con 50 puestos de trabajo, tres salas de reunión cerradas, una cocina totalmente equipada y hasta un patio con parrilla.

Hoy, son 11 organizaciones que conviven y pagan un fee mensual de $ 2000 por persona. El foco está en apoyar a emprendimientos de impacto social y ambiental. En algunos casos, se ofrecen becas, totales o parciales, a start ups con potencial. Aquellos que abonan la cuota entera tienen libre acceso, pero a los que necesitan ir menos horas por semana, se les cobra una tarifa proporcional.

El valor agregado que proponen tiene que ver con la posibilidad de convivir con emprendedores que tienen los mismos desafíos en común, y que ponen a disposición sus experiencias. Fue el caso de USound que, al poco tiempo de mudarse, pudo ponerse en contacto con algunos fellows de Ashoka que trabajaban con la temática de discapacidad, al igual que ellos: "Nosotros venimos desde Jujuy y, si nos hubiésemos quedado solos en una oficina, jamás hubiésemos conocido gente tan valiosa para sumar al equipo", dice Gustavo Ramos, cofundador de USound, una aplicación destinada a la prevención e integración de personas con problemas auditivos.

"Lo que más rescato de este lugar es la contención, y charlar con alguien que está pasando por los mismos problemas. Acá todos hablamos el mismo idioma", cuenta Santiago Figueroa, cofundador de Tu VideoCV, una plataforma audiovisual de búsqueda laboral inclusiva. "Éramos emprendedores, pero no lo sabíamos, y estar en un espacio así nos sirvió para enterarnos de un montón de posibilidades. Hicimos un curso acelerado de emprendedorismo. Yo ni siquiera sabía cómo había que sentarse frente a un inversor, y aquí conocí gente que me enseñó".

Munay apuesta a lograr un cambio positivo desde lo social, ambiental, y también en los negocios. "Las empresas que están acá son sustentables, no es el lugar para emprendimientos que busquen solamente hacer dinero", afirma Riva, y asegura que buscan promover a Munay como un espacio de incubación y aceleración para ese tipo de proyectos.

Ninguno marca ficha y muchos tienen la dinámica de ir solo cuando necesitan un lugar para recibir gente o contestar mails. Riva agrega que esperan que siga creciendo el número de emprendedores, para que el ecosistema se nutra del expertise que cada organización puede aportar: "Lo mejor que nos podría pasar es que nos quede chico el lugar", concluye. Para Kreimer, se trata de un trabajo de evangelización sobre un nuevo paradigma de trabajo que recién comienza.