Hace varios años comenzó a notarse una tendencia creciente hacia la certificación de normas de calidad entre las pymes. Hoy, además, las empresas medianas están avanzando hacia procesos muy específicos. Certificaciones de productos, de personas, de empresas, de servicios, de equipos, de sustentabilidad y hasta de oficios relevantes para la industria son algunos de los sellos que buscan conseguir las compañías que tienen como objetivo acceder a mercados exigentes y mostrarse como empresas responsables ante sus clientes, empleados y el medio ambiente.

"A partir de 2000 se profundizó la certificación, que se venía concentrando en la ISO 9000 (normas internacionales relacionadas con la gestión y aseguramiento de la calidad). Desde los últimos años de la década pasada, se empezó a abrir el panorama y a generar estándares puntuales sobre la base ISO 9000, pero específicos para cada rubro. Hoy, se están certificando hasta normas de educación virtual, con base ISO. Es un movimiento bastante nuevo", analiza Marcelo Carbone, director de la consultora en gestión de calidad Grupo Crescent.

La tendencia es marcada y creciente entre las pymes, que van detrás de estos sellos por distintas razones: el pedido de un gran cliente, para exportar commodities agroindustriales, normas de consumo local requeridas por los grandes supermercados para los productores de todas las marcas (en particular las propias),

para lograr el ordenamiento interno o a pedido de un cliente.

Según el Observatorio Pyme, tres de cada 10 pymes industriales tiene hoy una certificación de calidad o está en proceso de obtención, lo que coloca a la Argentina sólo 10 o 15 puntos por debajo de los estándares internacionales.

Competencias personales

Las competencias personales, es decir ese conjunto de conocimientos, experiencia y habilidades para el desarrollo eficaz de una tarea, también son ser certificadas. "La certificación de Personas aporta confianza en la competencia de las personas certificadas para realizar determinadas actividades. Por otro lado, es un recurso cada día más importante para el acceso a oportunidades laborales", dice Silvina Suzuki, gerente de Certificación de Competencias Personales del IRAM.

Existen tres grandes beneficiarios: las personas certificadas, las empresas que contratan ese personal y el Estado. Por ahora, IRAM tiene funcionando tres esquemas, dos de los cuales están acreditados: certificación de operadores de ensayos no destructivos y de inspectores de soldadura. El tercero, recién lanzado, es la certificación de analistas de vibraciones.

Pero, además, el reconocimiento que tienen las certificaciones lo da el mercado. "Fabricamos tubos sin costura, que se inspeccionan con métodos de control no destructivo y ese personal tiene que estar calificado y certificado por norma internacional", cuenta Fernando Núñez, de Tenaris Siderca. En la compañía, cerca de 900 personas están certificadas en métodos de control no destructivo, a través la UTN Regional Delta y el IRAM, y la mayor parte del personal se encuentra bajo norma ISO 9712.

Este año, el INTI lanzó la certificación de aplicadores de pintura especializados en industria, con el objeto de brindar garantías de competencia técnica, facilitar el acceso a mercados nacionales e internacionales y profesionalizar el oficio.

Esta certificación sigue los pasos de los soldadores, una actividad regulada y con certificación obligatoria en muchos campos que tienen que ver con la seguridad. "En el caso de los pintores, la idea es dar la garantía de un trabajo que hoy es un oficio, un aval a un trabajo artesanal", dice Andrés Ceriotti, del INTI. La certificación es personal, y consiste en un curso previo de dos meses, exámenes y el cumplimiento de ciertos requisitos. La iniciativa se lanzó en septiembre, bajo la norma ISO 17024 y el costo ronda los $ 3.000.

Grúas con garantía

En materia de certificaciones, hay especializaciones específicas, como la certificación de equipos de izaje, también otorgada por IRAM, que evalúa el estado satisfactorio del equipo (desde apiladores y autoelevadores hasta máquinas viales, hidroelevadores y grúas). "Es una certificación de producto, voluntaria, que requiere visita in situ. En la Argentina no hay equipos tan modernos, el 70% superó su ciclo de vida, entonces esta certificación es una herramienta más para la prevención de accidentes y seguimiento del equipo", cuenta Matías Pipito, de la gerencia de Certificación de Producto-siderurgia,Transportes-dispositivos de combustión y accesorios de IRAM. El costo varía entre $ 1.700 y $ 4.000. "Estos equipos se manejan en todas las industrias. Es un mercado que está creciendo", dice Pipito.

Ropa con compromiso social

El mes pasado, la marca de ropa de trabajo Ombú obtuvo la Certificación de Compromiso Social Compartido, por parte del INTI, y así puede afirmar que su cadena productiva está libre de trabajo infantil, trabajo forzado, discriminación, violencia laboral y trabajo en negro.

"Fabricamos tejido y trabajamos con una cadena de empresas confeccionistas distribuidas por todo el país y también talleres de terceros que trabajan para ellos,con el fin de complementar la producción. Vimos que es una cadena larga, de 3.000 personas en total, desde la fibra de algodón hasta la prenda final y éramos una de las pocas marcas que podía animarse a dar este primer paso", cuenta Fernando Raddavero, gerente de Marketing y Ventas de Workwear. Un paso importante si se tiene en cuenta que, en la Argentina, se habla de un 75% de trabajo en negro o en condiciones no dignas en la industria de la confección. El trabajo de Ombú llevó más de tres años, sobre todo para homogeneizar conceptos en nueve provincias. "Para formalizar con la certificación tuvimos que cumplir antes con una serie de requisitos, que si estás acostumbrado a las normas ISO fue más fácil. Debimos intervenir mucho y trabajar en seguridad e higiene, desde nuevos baños, redes incendio, tableros de control, salidas de emergencia y hacer tareas desde el punto de vista social", repasa Raddavero. La inversión, destaca, fue básicamente de horas de trabajo del equipo propio y del INTI. "Creemos que es un trabajo a largo plazo para la sustentabilidad de la marca", dice desde la firma con casi 1.000 empleados en la Argentina.

Conciencia ambiental y social

Otra novedad en materia de certificación por parte de firmas argentinas es el sello B-Corp otorgado por B Lab, una ONG estadounidense que promueve un nuevo ADN empresarial que combina las herramientas del mercado con soluciones a problemas sociales y ambientales.

La consultora en comunicación y sustentabilidad Emprendia es la primera firma que la obtuvo este año, junto con la marca de diseño sustentable Greca. "Tomamos conocimiento del concepto B-Ccorp hace poco más de un año y como nuestra visión y misión tiene que ver con la sustentabilidad, nos encantó. Es una certificación de empresa. Por eso se certificaron todos los niveles: gobernanza, transparencia, relación con los colaboradores, cuestiones medioambientales", cuenta Guillermo Schulmeier, cofundador y CEO de Emprendia. El proceso llevó cinco meses y "la inversión fue más de tiempo que de dinero. Por nuestro tamaño y facturación, incluso, nos bonificaron la mitad porque estamos en países nuevos, dice. "Además, permite seguir mejorando, al sistematizar, poner indicadores y nuevos objetivos", apunta. Pero no sólo eso: "Queremos contagiar a otros y generar una comunidad de empresas con un nuevo perfil", dice. En la firma trabajan cinco personas full time, además de los consultores asociados y proyectan una facturación de $ 1,2 millón este año.

La tercera empresa argentina en obtener esta certificación es la marca de infusiones Inti Zen. "Decidimos certificar como Empresa B cuando vimos que otras empresas de la Argentina, chilenas y americanas, con quienes compartíamos los mismos principios, pertenecían a esta comunidad", relata el fundador de la firma, Guillermo Casarotti.

Si bien no fue el objetivo original, Casarotti cuenta que el sello está abriendo puertas en algunos mercdos como los Estados Unidos, donde nos permitió entrar a góndolas de algunas cadenas como WholeFoods. El Sello de Empresa B ya esta en los envases nuevos, remarca.

Demanda

La demanda de este tipo de sellos también viene del lado de los consumidores. "Cada vez más empiezan a seleccionar productos que sean seguros, inocuos, que protejan el medio ambiente. Esto hace que las empresas se ocupen de temas normativos", sostiene Maximiliano Gimenez, creador de Banco de Certificados, una base de datos web de empresas que poseen certificados de sistemas de gestión normativos o de producto. El Banco es online, gratuito y voluntario.

Ya sea por moda, necesidad del mercado o cultura de trabajo, lo cierto es que salvo en las épocas de crisis, "el nivel de certificaciones viene creciendo, en algunas normas en mayor medida que en otras", dice Giménez. Según sus datos, en la Argentina hay alrededor de 14 entes de certificación.

A la hora de repasar las normas más novedosas en el mercado, Giménez marca las relacionadas con alimentos, como ISO 22001, PAS 220, FSSC 22000 y GFSI. "No tenemos que olvidarnos que ISO 27001, el sistema de seguridad de la información todavía no despegó y que la ISO 50001, un sistema de gestión energética, todavía es muy reciente en el mercado (solo una certificación a nivel local)". También destaca la norma FSC (Forest Stewardship Council) para la cadena de custodia de productos provenientes de bosques.

Romipack, la empresa argentina de bolsas de papel, se encuentra en este grupo. En 2010 -tras certificar normas de calidad ISO 9001 en 2001 e ISO 14001 desde 2005- obtuvo el certificado FSC, tras un proceso de casi un año.

"Además de la certificación del manejo forestal, también obtuvimos la certificación de cadena de custodia, que va más allá ya que permite realizar el seguimiento de la materia prima a través de todas las etapas de producción, transformación y distribución, hasta la góndola, sostienen fuentes de la empresa. El costo fue de u$s 5.000 y cada auditoría anual requiere una inversión de unos u$s 3.000.

Cumplir con estos estándares es un fundamental para llegar a nuevos mercados y ampliar la cartera de clientes en país y la región (la firma exporta a Chile, Uruguay, Paraguay, Panamá, Ecuador, Venezuela, Perú, México, Brasil). En cuanto al consumidor final, "si bien aún no hay tanta conciencia, notamos que poco a poco se interesan más respecto de la procedencia de aquellos productos que consume habitualmente", dicen.

Industrias específicas

Otra firma que hace punta en materia de certificaciones específicas es Rasa, la fabricante de indumentaria protectiva para bomberos e industrias como petróleo y gas. Rasa tiene tres certificaciones del NFPA (National Fire Protection Association), una entidad estadounidense: NFPA 2112, que regula la indumentaria industrial para protección ante fuego repentino, NFPA 1971, de protección ante incendios estructurales para trajes de bomberos y monjas (las capuchas que se utilizan bajo el casco) y NFPA 1977, protección ante incendios forestales para sacones, camisas, pantalones y overoles. Además cuentan con la ISO 9001 (2008). "Pese a que tener estas certificaciones implicaba encarecer el valor final de nuestros productos, nuestros clientes lo demandaban y decidimos aplicarlas para mantenerlos satisfechos. Pero, una vez alcanzadas, esto nos volvió mucho más competitivos, incrementamos la participación en el mercado local y abrimos nuevos mercados en el país y el exterior. Incluso propiciaron la creación de distribuidores en cada país de Sudamérica", detalla Agustín Sanucci, segunda generación de la empresa familiar.

El proceso de certificación fue largo y costoso, no sólo por los valores sino porque implican la modificación de los procesos productivos y hasta la incorporación de tecnología específica. "Por ejemplo, la máquina que hace las etiquetas ignífugas fue muy difícil de conseguir y costó u$s 20.000. Pero lo más complejo del proceso es el acceso a la información. Al tratarse de industrias tan específicas, la información disponible es limitada y costó mucho dar con los proveedores de algunos insumos y maquinarias que precisábamos. Nos llevó más de dos años de investigación, búsqueda de equipamientos y perfeccionamiento de nuestros procesos productivos. Pero fue una inversión que llevó a la compañía a un nivel superior", evalúa Sanucci.