La oportunidad de la biotecnología

El sector avanza como un espacio dinámico para emprendedores que saben conjugar inversión y conocimiento. Actividades relacionadas con la salud humana, animal y ambiental, cultivos transgénicos, biocombustibles -entre muchas otras- se vuelven oportunidad de innovación en un rubro pujante.

En la Argentina, hay más de un centenar de empresas que desarrollan actividades biotecnológicas, de las cuales más del 90% son pymes y microempresas, según CEPAL. Al mismo tiempo, la biotecnología está ampliando sus áreas de influencia con proyectos transversales entre diversas firmas.
"Su aplicación no sólo se limita a la investigación sino también al desarrollo, comercialización y exportación de productos biotecnológicos de calidad y valor agregado", declara Alberto Alvarez Saavedra, presidente de la Cámara Argentina de Biotecnología, quien considera la gran inversión de capital como uno de los mayores desafíos de un emprendedor biotecnológico. "Las perspectivas de crecimiento son ilimitadas y la Argentina cuenta con numerosas ventajas comparativas por sus recursos naturales, humanos y científicos. Varias de las empresas presentes en la Cámara han alcanzado el liderazgo en su área de negocios aportando, además, a la contratación de mano de obra especializada nacional, donde participan mayoritariamente profesionales universitarios", agrega.
Entre la creciente lista de emprendimientos nacionales del sector, se encuentra la compañía biofarmacéutica Tecnovax, que desarrolla, produce y comercializa vacunas y productos biológicos para sanidad animal.
La empresa fue fundada en 2004 por Diego La Torre y los hermanos Matías y Nicolás Grosman, con una inversión de u$s 300.000. Hoy tiene más de 100 empleados, una planta en Capital Federal, planes para generar una nueva unidad productiva en Mercedes, presencia en 15 países (tienen filiales en Uruguay, Chile y Brasil) y una facturación superior a $ 35 millones.
"Competimos contra empresas que son al menos 10 veces más grandes y de escala mundial", declara Ramiro Lucas, del área de Gestión y Formulación de nuevos proyectos de Tecnovax. "Buscamos ganar una pelea desigual por la vía más competitiva: la innovación constante", sintetiza. Aproximadamente el 60% de lo que producen tiene por objeto el mercado interno. La compañía es responsable de la primera vacuna recombinante contra hidatidosis con patente y licencia para toda la región.
A mediano plazo, aspiran a triplicar la producción: Queremos ser una multinacional 100% argentina de perfil exportador, con calidad e innovación, detalla Lucas. Para este año, preven una inversión de u$s 5 millones en una planta de formulación y envase.

Mayor demanda
Según Juan M. Dellacha, director General del Foro Argentino de Biotecnología (FAB), las ramas de la biotecnología con mayor demanda global son las actividades relacionadas con la salud humana, animal y ambiental, reproducción animal, micropropagación vegetal y cultivos transgénicos, biolixiviación de minerales y bioproducción de insumos industriales. El país cuenta con una masa crítica empresarial con distintos grados de complejidad técnica en una actividad acotada y selectiva, compatible con los países de desarrollo intermedio, opina Dellacha y remarca el apoyo tanto desde el sector privado como del público.
Un documento de la CEPAL (2011) indica que, en la Argentina, hay 120 empresas que desarrollan actividades biotecnológicas. De ellas, sólo un 8% son grandes; 43% pequeñas y medianas, mientras que aproximadamente el 50% restante son microempresas.
Entre las grandes, las principales actividades se concentran en el sector semillas, insumos industriales y salud animal. Las medianas y chicas se centran mayoritariamente en semillas, inoculantes, salud humana y animal, micropropagación y ciertos insumos industriales.
"Los avances científicos dieron origen a la secuenciación del genoma humano y genomas del reino animal, vegetal y de microorganismos", apunta Dellacha. En el campo tecnológico aparecen, entonces, innovaciones como las biofábricas o los desarrollos de terapias génicas. En el campo productivo, tienen un creciente peso los medicamentos biotecnológicos (proteínas recombinantes, anticuerpos monoclonales, entre otros) y la expansión de las semillas transgénicas.
Síntesis Química fue fundada en 1952 como empresa química de origen universitario. Desde hace más de dos décadas, la firma desarrolla la actividad biológica dirigida al agro, a través de la producción de inoculantes -fijadores biológicos de nitrógeno-. La empresa fue creciendo como productora de productos químicos y biológicos para la industria y la agricultura y cinco años atrás se vendió a un grupo químico de la India: Punjab Chemicals and Crop Protection. Hoy factura cerca de u$s 40 millones.
"Acompañando esta actividad, terreno dominado por las empresas grandes, existe un desarrollo creciente de productos biológicos para la agricultura que se agrega al uso tradicional de bacterias fijadoras de nitrógeno y que abarca un amplio abanico de bacterias y hongos como promotores de crecimiento, movilizadores de fósforo, insecticidas y herbicidas biológicos", sostiene Jorge Giambiagi, socio fundador y presidente de la compañía. Este campo, afirma, es muy adecuado para emprendimientos medianos o pequeños. "Se necesita personal altamente especializado, equipamiento y un largo tiempo de experimentación antes de obtener resultados rentables", agrega.
Alberto D' Andrea , director de la Licenciatura en Biotecnología de UADE, considera que el sector atraviesa una etapa de crecimiento sustentada fundamentalmente por la fuerte incidencia de los transgénicos y de la clonación animal en el sector agropecuario, la producción de biosimilares en el sector salud y de biocombustibles en el sector energético.
"En la actualidad, constituye una práctica intensa la formación de pymes integradas por un pequeño grupo de biotecnólogos e inversores que aportan el capital necesario. Le corresponderá a ellas dar respuestas originales a las problemáticas del siglo. Nunca antes tantas publicaciones científicas se cambiaron por patentes, ni el conocimiento científico se transformó tan velozmente en productos esperados", analiza D'Andrea.

Hacer punta
Hoy, la mayor demanda proviene de las áreas de Salud, Alimentos, Energía y Medio Ambiente. El conjunto heterogéneo abarca desde biofármacos contra el cáncer, vacunas para combatir la aftosa, secuenciación masiva del ADN con finalidad diagnóstica, hasta clonación animal, alimentos transgénicos, producción de carne in vitro, bioetanol, biobutanol, biodiesel, biocombustibles transgénicos, biofábricas transgénicas o producción con residuo cero.
Las pymes están tomando la punta a la hora de aprovechar estas oportunidades. Martín Blasco (doctor en Biología Molecular y Biotecnología y becario post-doctoral del Conicet), Matías Recúpero, (licenciado en Biotecnología, becario doctoral del Conicet) y Federico Marque (ingeniero Industrial) fundaron, en 2011, Bioimanay, una empresa incubada dentro del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la UNSAM. La firma realiza proyectos de investigación y desarrollo en el área de biotecnología, especializándose en proteínas recombinantes producidas en microorganismos. Si una empresa quiere desarrollar una hormona, una enzima o convertir su producción, en Bioimanay analizamos el problema, formulamos una solución y realizamos el desarrollo integral que luego transferimos. Hoy estamos en una etapa de crecimiento, por la demanda y la inversión en el desarrollo de áreas estratégicas, cuenta Blasco.
El especialista afirma que hoy hay una sostenida demanda de productos recombinantes del sector farmacéutico veterinario y de diagnóstico (desarrollo de kits de diagnóstico, sistemas para identificar enfermedades, por ejemplo). Creo que, en la Argentina, muchas firmas no terminan de arrancar porque están muy pendientes de los subsidios del Estado para su desarrollo y la inversión del sector privado aún es baja. El sector tiene una potencialidad enorme sobre todo por sus recursos humanos pero, por otro lado, hay una dependencia externa grande en materia de insumos. Casi todos los insumos de biología molecular (reactivos, enzimas de restricción, medios de purificación) y los equipos de investigación son importados. Y como no hay stocks locales, hay mucha demora a la hora de comenzar un proyecto o de responder nte imprevistos. Sin embargo, esta situación también presenta la oportunidad de desarrollar emprendimientos para satisfacer esas demandas, advierte. Bioimanay estima facturar en 2012 alrededor de $ 1 millón.
También incubada en un centro de altos estudios, BioExt una empresa asociada a la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), utiliza técnicas derivadas de la biotecnología vegetal en su planta productiva de Florencio Varela para generar vitroplantas en cultivos de interés comercial. Entre las plantas más destacadas generadas por BioExt se encuentran alcaparras, stevia, arándanos, carnívoras, maqui y calafate. "Las oportunidades son muy grandes si imaginamos a la Argentina inmersa en un modelo agroindustrial con tendencia a darle mayor valor a sus commodities. En este esquema, la biotecnología vegetal tiene mucho para aportar desde el mejoramiento de especies vegetales hasta la optimización de rendimientos de cultivos tradicionales mediante técnicas biotecnológicas", dice Hernán Farina, docente investigador de UNQ. Según el profesor, la Argentina se encuentra entre los países líderes de la región en biotecnología. "Brasil está muy fuerte en esta materia con algunos cultivos, pero en los últimos diez años Argentina viene ganando terreno debido al respaldo en políticas de ciencia y tecnología", dice. BioExt exportó en 2011 a Perú, Costa Rica y Uruguay. En los últimos tres años invirtieron unos $ 600.000 (a través del programa ANR 600 del FONTAR) en I+D para el escalado de una planta piloto para el desarrollo de suplementos dietarios y extractos vegetales.
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